Valoramos esta vida, y por lo tanto a nosotros mismos, en función del concepto que tengamos de nuestra vida.
Este concepto se nutre de opiniones ajenas, pensamientos, recuerdos, ideas –correctas o equivocadas-, de la realidad, de la percepción que tengamos de nuestra Autoestima, de las cosas que nos pasan en la vida y las que nos han pasado –a las que siempre, consciente o inconscientemente, añadimos un adjetivo calificativo-, de los momentos felices y los desagradables, los ratos que hemos pasado a gusto, lo que reímos, los abrazos que damos o nos dan…
Para fortalecer el concepto de vida buena y agradable, conviene atender y potenciar estas ideas:
Pedir las cosas por favor y dar las gracias; esto nos hace sentir que vivimos en un mundo amable.
Escuchar la música que nos gusta.
Tener a la vista los recuerdos agradables.
Hablar o estar con las personas que nos hacen sentirnos queridos, a gusto o bien.
Ver películas o series de humor, y permitirnos la risa.
Sonreírnos cada vez que nos veamos en un espejo, porque eso va modificando, para bien, el concepto propio.
Sonreír a la gente.
Practicar la amabilidad.
Expresar los sentimientos hermosos a quienes nos los producen.
A quienes queremos, decírselo; a quienes no queremos, sonreírles.
Vivir en paz y sentirse en paz.
Poner calma en la vida.
Estar atentos al presente y sus momentos especiales. Sin dejar de hacer lo que se esté haciendo, pararse, darse cuenta, y valorarlo. Cerrar los ojos, respirar, y suspirar. Darle gracias a Lo Superior, y a uno mismo.
Ser generosos en la calificación a las cosas que nos pasan.
Usar habitualmente, pero sintiéndolas de verdad, palabras como: hermoso, amor, cariño, estupendo, maravilloso, excelente, precioso, agradable, bueno, ternura, encantador…
Experimentar lo que nos puede aportar placer o felicidad.
Sentir la dicha de estar vivos.
Gozar la naturaleza, los amaneceres y ocasos, las plantas y los animales, los ríos y las nubes…
Ver las cosas con ojos de niño, abiertos a la sorpresa.
Valorar el placer de comer un trozo de pan o una fruta, tomando conciencia de su sabor; que lo cotidiano no enmascare el sabor de las cosas que siempre son excepcionales.
Promover el optimismo.
Darle descanso a la agotadora auto-exigencia.
Desechar ideas y pensamientos negativos.
Evitar esas divagaciones de la mente que sólo nos llevan al caos y el pesimismo.
Es bueno convertirse en un buen usuario de la vida.