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 Y CUANDO YA ESTABA APRENDIENDO A VIVIR… ME MORÍ



Diciembre 11, 2019, 07:50:57 am
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Desconectado Francisco de Sales

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Y CUANDO YA ESTABA APRENDIENDO A VIVIR… ME MORÍ
« en: Diciembre 11, 2019, 07:50:57 am »
Y CUANDO YA ESTABA APRENDIENDO A VIVIR… ME MORÍ


En mi opinión, esto de aprender a VIVIR –con mayúsculas, porque solamente “vivir” es más sencillo- es una tarea que lleva toda una vida, y aún así uno llega al final con la seguridad de que le queda mucho por aprender todavía.

Se debe, en gran parte, a que no le prestamos a la vida la atención y dedicación que requiere. Y a que nos conformamos con vivir –que es consumir el tiempo de estancia en esta vida de un modo desatento-, y eso no aporta ni una mínima parte de TODO lo que la vida nos puede ofrecer.

VIVIR es una tarea grandemente satisfactoria que aporta un extra que no se aprecia cuando la rutina y la desatención son quienes presiden nuestros actos

Nos dedicamos a “hacer”, pero no a “VIVIR”, y la diferencia entre ambas cosas es evidente: VIVIR es estar del todo presente en lo que se está haciendo, poniendo toda la atención en una observación impecable del momento en que se está, darse cuenta de los detalles, tener una mirada con capacidad de asombro, no dar nada por supuesto y mirar con interés para descubrir incluso lo que está por detrás de lo evidente. VIVIR es también, y sobre todo, emocionarse, descubrir la maravilla que hay en todo y a veces no vemos, contemplar con esmero y vocación.

Hacer, en cambio, es más pobre. No tiene emociones ni sentimientos. Es más mecánico, más desatento, rutinario. Se parece mucho a “matar el tiempo”, a esos pasatiempos que lo único que pretenden es evadirnos cuando la propuesta de la vida no es esa sino exactamente lo contrario: estar, atreverse, pasión, totalidad, plenitud, emoción, VIDA.

VIVIR, si se hace bien, es todo un ejercicio de plena autenticidad, es una toma de contacto directísima con la realidad que somos por encima de lo que estamos mostrando. Quien se dedica solamente a hacer es un personaje, una sombra, nadie auténtico, un vacío que ocupa nuestro cuerpo y mente.

Vamos aprendiendo a VIVIR poco a poco, sobre todo a base de arrepentimientos que nos muestran nuestro descontento personal, o cuando nos damos cuenta del lamentable derroche de vida que estamos haciendo, o cuando tomamos consciencia de que no podemos seguir de ese modo que no nos está aportando grandiosidad, porque nos da algunas satisfacciones inmediatas pero no satisfacciones plenas, o cuando comprendemos que VIVIR es otro nivel: es cuando decidimos que ese estado queremos repetirlo no sólo a menudo sino siempre.

Cuando contactamos con la comprensión –por haberla experimentado- de que hay algo que está por encima del consumo despreciativo del tiempo, algo que tiene otra dimensión, aunque sea algo que sólo hemos vivido fugazmente, eso debería alentar nuestra propia búsqueda y animarnos a EXISTIR de otro modo.

La desatención a la VIDA, la pérdida de la opción de VIVIR en lugar de simplemente hacer, o dejar que nuestro tiempo se vaya vacío, son motivos más que suficientes para que una desazón o una tristeza o un sufrimiento imposibles de consolar sean nuestros huéspedes indeseados.

A medida que uno se va haciendo mayor comprende que hay que desdramatizar las cosas, que hay que centrarse en lo importante y no derrocharla en cosas que son verdaderas tonterías aunque les hayamos otorgado importancia, que el tiempo corre muy deprisa sumando años y restando vida, que lo que perdimos no se puede recuperar, y que lo importante no es sufrir sino VIVIR.

Y eso, VIVIR –con mayúsculas-, depende única y exclusivamente de cada uno, así que…

Te dejo con tus reflexiones…




 

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