¿SOY MALO – SOY MALA?
Después de tantos años, y de haber escuchado tantas confidencias y tantas confesiones, tan íntimas y tan duras, en muchas ocasiones acaban preguntándome: “¿tú crees que soy malo, que soy mala?”.
Esas confesiones se refieren siempre a cosas que han sucedido en su vida, la mayoría de las veces de un modo inevitable, y, aunque han actuado del modo que consideraron adecuado entonces, con las posibilidades que tenían en aquel momento, en las circunstancias que les tocaron vivir, una duda de inquietud aletea sobre el caso, y una culpabilidad de mayor o menor intensidad les clava un puñal de vez en cuando.
Mi opinión es siempre la misma: el sentido de culpabilidad sólo es aplicable cuando uno procede con mala intención; cuando uno es consciente de que atenta contra el otro, y que le va a causar un mal, y a pesar de ello lo hace; en los casos en que uno actúa sin respeto y de un modo injustificable.
La vida nos ha hecho vivir momentos duros. A todos. Y hemos hecho lo que hemos podido o lo que hemos creído adecuado.
Todos hemos hecho algo en nuestra vida que preferimos que no lo sepan los demás. Si sales a la vida con temor, si estás asustado porque piensas que te van a descubrir, o que los otros son intachables, tranquilízate. Todos tenemos algo que esconder, en ese sentido.
Aquello que pasó, sea lo que sea, quizás formaba parte de tu proyecto de vida, y ha sido una lección que tenías que aprender, y supongo que has aprendido.
Si tú serías capaz de perdonar a alguien que en tus mismas circunstancias hubiera hecho lo que tú hiciste, perdónate a ti.
Mírate en el espejo de tu humanidad, y no te exijas como a un Dios.
Si “fuiste”, si “hiciste”, si “dijiste”, eso pertenece al pasado y tú vives en el presente.
