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 EL PLACER DE SOLTARSE



Octubre 20, 2011, 03:55:56 pm
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Desconectado juan vega

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EL PLACER DE SOLTARSE
« en: Octubre 20, 2011, 03:55:56 pm »
EL PLACER DE SOLTARSE

   
La vida fluye como un río, solo cuando uno deja de fluir las cosas se estancan, los problemas se amontonan y uno deja de sentir el flujo de la vida.

Fluir con la vida quiere decir aceptación: Dejar llegar lo que viene y dejar ir lo que se va. Tú no eres lo que sucede, eres a quien le sucede.

Entre las orillas del placer y del dolor fluye el río de la vida. Solo cuando la mente se niega a fluir con la vida y se estanca en las orillas, se convierte en un problema.

Fluir con la vida quiere decir aceptación: Dejar llegar lo que viene y dejar ir lo que se va. Tú no eres lo que sucede, eres a quien le sucede, este extracto de: “El río de la vida” de Nisargadatta, para mí refleja todo lo que tiene que ver con realmente soltar, tomando el símil y la actitud de un río que fluye libremente frente a los acontecimientos que aparecen ante nosotros.

Como dice Joan Garriga: “Si ahora pudiéramos poner todo en suspenso, todas nuestras ideas acerca de quiénes somos o de qué hacemos, de los padres que tenemos, de nuestros hijos, y quedarnos en un silencio absoluto, ¿qué queda?”

El latido, la presencia, el ser, el vacío. Una manera de trabajar es acercarse a este vacío donde no existen el bien y el mal; simplemente existe la vida desplegando sus formas. Te conviertes en alguien contemplativo que no juzga a nadie, sino que trata de dar un buen lugar a todos. Creo que es el fruto que obtienen las personas que meditan: se anclan en un lugar que ya no tiene tanto que ver con si nuestros padres fueron buenos o malos, si nuestra pareja nos quiere o no nos quiere. En este lugar hay un gran asentimiento.”

Tal vez haya que volver a nuestras raíces para llegar a ser lo que somos, para darnos cuenta y luego soltarlo, Como una forma de contactar con nuestro interior olvidándonos un poco de todas las exigencias y condicionantes externos. 

Para mí la clave es soltar, soltar ese contacto con las prisas, esa necesidad de rentabilizar nuestro tiempo, parece que rentabilizamos el tiempo, hacemos más cosas, pero lo que conseguimos es estar más estresados y al final de todo, lo único que perdemos es nuestro espacio interno y con ello nuestro propio centro, estando más pendiente de fuera, que de nosotros mismos y de todo lo que nos pasa.

Creo que la verdadera necesidad es simplemente pararnos, y dejar que las cosas sean, siendo espectadores de la vida como si fuera un río, ver como todo acontece a pesar de nosotros.

El placer de soltarse tiene que ver con la aceptación, como una puerta para transformar, para cambiar, pero desde la libertad, no desde la exigencia o la atadura a lo que tengo que hacer, rompiendo la inercia  de correr y la necesidad desde “el impulso de hacer”. Comenzando  a escuchar lo que quieres y lo que necesitas de verdad, desde tu verdad interior, como parte de tu propio proceso personal, desde tu responsabilidad, como parte de tu desarrollo y evolución.

     “Contra lo que te resistes, persiste; lo que aceptas, se diluye”.

El placer de Soltar tiene que ver con fluir, con dejar que las cosas vengan, abriéndose a dejar llegar lo que viene y dejar que se vaya lo que se va, sin resistencias, sin forzar.

Para romper esta identificación de la que hablamos, se hace imprescindible  adoptar una actitud abierta en estos momentos, que permita dejarse llevar, aumentando la consciencia de donde estamos, que hacemos.  Como realmente abordar aquello en lo que entramos en cada momento, dejándonos simplemente vivir aquello que sucede, sin prejuicios, sin defensas, solo lo que ahí, “aquí y ahora”.

Para tener una actitud abierta  es importante  aceptar  el pasado, estar en paz con él. Aceptando y soltando todo lo que viene de él, aceptar lo ocurrido y soltar.

Dejarlo marchar, lo que pasó, pasó, ya no está, sólo es el recuerdo de lo que fue. El pasado ya no puede ser modificado y la situación del pasado ya no está; sólo está en nuestra cabeza y en vivencias del recuerdo.

Este es un buen momento, “aquí y ahora”, para  aceptar el destino absolutamente con lo que llega, sin mirar atrás. No hay otra manera de ser libre, como decía Osho. Sin esa libertad quedamos fijados  en las trampas de nuestro propio pasado, no hacerlo de esta manera significa vivir esclavo de tu pasado. Con eso, a veces, es peor la situación que nos mantiene esclavos ahora mismo que lo que realmente ocurrió. Viviendo esclav@s de lo que ocurrió el resto de nuestra vida.

Muchas de las situaciones que vivimos, nos mantienen en un estado continuo de tensión, donde nos identificamos con todo lo que hay que hacer, nos sentimos agarrados, identificados, sujetos a realidades que de alguna manera  acaban teniendo un dominio sobre nosotros o ejercen una fuerte influencia.

La aceptación de las partes peores de nosotros, es precisamente lo que nos permite vivir la totalidad de nosotros mismos como seres integrados y totales.

En este proceso de apertura y de observación activa el aprendizaje sigue marcando pautas, pero a medida de que vamos siendo conscientes, cada vez tienen menos fuerza, son como pensamientos que vienen y van, pero a través del proceso de soltar la identificación, simplemente pasan, son observados y dejan paso a otra u otras situaciones, en un continuum.

En las situaciones de cambio estamos abiertos, porque no sabemos lo que va a suceder, estamos en un estado de alerta permanente, donde nos sorprendemos y sorprendemos  a  los otros, creando también relaciones y situaciones nuevas, desde aquí vivimos cada cosa como nueva, como inesperada, como no conocida, esto también nos pone en una continua apertura. Ábrete a lo nuevo todo está por suceder y un@ se mantiene en una continua expectativa         

Nos pasamos la vida luchando con nosotr@s mism@s para cambiar muchas de las actitudes que no nos gustan, pero no podrás cambiarlas si antes no las aceptas amorosamente, puedes aceptarte a ti mismo, a pesar del problema, a pesar de tus defectos, a pesar de tus errores. Todos cometemos errores. De hecho, la vida es un camino de aprendizaje, aprendemos a través del ensayo y error. La perfección no existe. No existe, nadie perfecto. En todo hay dualidad, así es la vida. Nos han vendido un modelo de perfección para sentirnos queridos, para ser más, pero al final se convierte en nuestra propia trampa.

Una gran dificultad es querer ser perfectos, mostrarnos perfectos, como dice Jorge Carvajal: “es el momento de bajar del pedestal del orgullo, si queremos acceder a nosotros mismos, acceder al ser que en nosotros, es total y humano, nuestra crisis de sentido es una crisis de individualismo, de egoísmo, de separación, de orgullo, no contamos con nuestra humanidad, con que ya pertenecemos a algo  muy perfecto y sofisticado, con simplemente nacer, dejando que las cosas sean, sin querer perfeccionar nada por el contrario, ya somos todo, cuando aceptamos lo que somos.”

Sin embargo cada uno andamos con las leyes de sálvese quien pueda, pretendiendo ser mejor que nadie y dar lecciones a los demás, sin escuchar las nuestras propias, todos necesitamos aprender nuestras propias lecciones, de nuestros propios errores. Hasta que no aceptemos con humildad, que nosotros también tenemos partes enfermas, no vamos a poder crear una salud total, concebida como integridad. Solo cuando empiezo a aceptar mis limitaciones, comienzo a darme cuenta de lo que soy.

Como decía Sócrates: “Solo sé que no se nada”. Cuando sé mis limitaciones y parto de ellas, empiezo realmente a conocerme en todas las dimensiones, dándome cuenta de lo que conozco y no conozco de mí. Este es el proceso.

Hasta que no seamos capaces de ver nuestros errores y aceptarlos, no seremos capaces de transformarlos, porque a veces pasamos más tiempo defendiéndonos y dando una buena imagen, que siendo reales con lo que ocurre, con lo que en realidad “es”.
Ver nuestros propios límites es abarcar nuestra realidad. Ponernos por encima de las cosas, dando buena imagen, es vivir en la fantasía de lo que queremos que los demás vean, pero eso nos hace entrar en crisis permanentemente, oscilando continuamente entre el ser y el aparentar.

La aceptación de los límites, del problema, y la aceptación de ti mismo a pesar del problema, es la llave de la transformación, del cambio. Escúchalo, pero no cedas tu centro al problema, como nos dice Ana Fernández Luna. Aunque estés pasando por un mal momento, siempre existe la posibilidad de que puedas retornar a tu centro y desde allí mirar y ver la situación con otros ojos, con más claridad. Observa la situación con curiosidad, y pregúntate cómo puedes  utilizar eso, respetuosamente, para ir más allá y seguir creciendo, continuar desarrollándote como persona, explorar la oportunidad que se esconde tras una crisis. Perdonar los errores propios y ajenos y agradecer los dones propios y regalos recibidos de los demás, agradecer también a la vida el haber llegado hasta aquí.

Además, hagas lo que hagas, las cosas las cosas siempre se ven, se manifiestan tal y como son; si mantienes algo oculto o haces esfuerzos para mantener esas apariencias, al final se nota o no puedes mantenerlo más. Para qué hacer todo ese esfuerzo… suéltate, deja que las cosas sean; si para mantener algo que quieres tienes que hacer tanto esfuerzo, quizás no merezca tanto la pena y, en muchas ocasiones, te quieren como eres, nos quieren como somos, y no hace falta hacer nada más, es más, en la mayoría de los casos, lo estropeamos, sé tú tal y como eres, dejar de fingir, de sujetar, suelta todo, suéltate. Sé. Sin miedo.


Pablo Caño Pérez
(Psicoterapeuta Gestáltico)


 

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