CÓMO TERMINAR LO QUE EMPIEZAS Y TRABAJAR DE FORMA EFECTIVA CON ESTA SIMPLE FÓRMULA
de Tania Sanz
Terminar lo que empiezas es un deseo que seguramente le pedirías al genio de la lámpara mágica ¿cierto?
¿Te ha pasado?, ¿tienes el hábito de empezar tareas o actividades y dejarlas incompletas? o ¿quizás te cuesta simplemente empezar?… ¡no estás solo! la mayoría tiene un largo inventario de tareas, actividades y proyectos sin terminar, pero desafortunadamente este mal hábito de dejar cosas pendientes no te ayuda a lograr tus metas y puede extrapolarse en otras áreas importantes de tu vida.
Todos somos diferentes y las actividades que nos generan esa resistencia para completarse varían para cada quién. Sin embargo, en este artículo quiero contarte una fórmula que me ha dado grandes resultados de productividad ¿vas a seguir leyendo o lo dejarás a la mitad?
“LA ÚNICA FORMA DE TERMINAR ES COMENZANDO”
Ojalá todo fuera tan fácil como terminar una taza de café caliente ¿cierto?
Pero en la vida real dejar las cosas importantes «a medias» es algo común.
Piensa en todos esos libros que no podías esperar a leer, pero al poco tiempo siguen apilados en el librero sin terminar; los proyectos que vertiginosamente empezaste pero, por alguna razón se te fueron las ganas; todas esas ideas y propósitos que nunca se trasladaron a la acción…
Y así, vamos acumulando en una especie de purgatorio todas esas cosas que no terminamos. Culpamos al cielo, a la nuestra falta de fuerza de voluntad o nuestra poca motivación.
Lo cierto es que, todos hemos tenido la sensación de retroceder al intentar avanzar.
La pregunta es: ¿cómo lograr terminar lo que empezamos? o en casos extremos ¿cómo lograr si quiera empezar?
Quiero darte un ejemplo de cómo esa “resistencia” nos ocurre a todos y yo no soy la excepción.
Habitualmente tiene muchos artículos publicados, una cifra a la cual puedo sumarle los artículos que he escrito para otras páginas, dando un total aproximado de +100 artículos terminados y publicados (¡hurraa!).
Pero honestamente, hay cerca de 80 artículos que empecé pero jamás termine, los cuales al día de hoy no han visto la luz del sol.
Tal vez estás pensando: “Tania, eso es precisamente no terminar lo que empiezas” y tienes toda la razón.
Aunque todos los artículos «a medias» suman horas de experiencia útil para escribir más y mejor, el hecho de no terminarlos representa que yo también tengo esa resistencia de no lograr terminar lo que empiezo.
Tal vez esta situación te suena familiar. Es probable que tú también te sientas como estancado (aún sabiendo lo que hay que hacer), como si en lugar de avanzar fueras en retroceso.
No terminar lo que empezaba, me generaba estrés, frustración y una disminución en mi autoestima. Así que me decidí a hacer algo al respecto para maximizar mi productividad y, por supuesto, ¡terminar todo lo que empiezo!.
En este artículo quiero mostrarte una fórmula que me dio grandes resultados.SHARE ON PINTEREST
Al final de leer serás capaz de todo esto:
• Lograrás vencer esa resistencia para arrancar con esa actividad o tarea
• Serás capaz de mantener el mismo flujo de energía para terminar con éxito lo que empezaste
• Podrás extrapolar esta estrategia en todas aquellas actividades en las que te sientes estancado
• Tendrás más energía mental y tiempo para hacer otras actividades importantes o divertidas
• Dejarás de sentirte agobiado, estresado, frustrado y tu autoestima mejorará
•
Pero, antes de que te explique esta fórmula, es importante saber ¿por qué tenemos esa tendencia de aplazar?
¿POR QUÉ POSPONEMOS (procrastinamos)?
Según una investigación reciente, casi una cuarta parte de los adultos de todo el mundo son procrastinadores crónicos.
Esto quiere decir que entre el 20 al 25% de los adultos tienen una tendencia a procrastinar. Leíste bien ¡el 20%!
Todos tenemos una tendencia para posponer ciertas actividades. Lo sorprendente es que un gran porcentaje de los adultos tiene el mal hábito de posponer (casi todo)… desde las tareas del hogar, tareas de trabajo, horas de estudio o incluso pagar las deudas.
Colocando este 20% en perspectiva, es mayor que el número de personas diagnosticadas con depresión, una tendencia más conocida entre todos nosotros.
La pereza puede ser una pequeña parte que explica el problema de no terminar lo que empiezas o de procrastinar, pero, pocos de nosotros somos perezosos cuando se trata de hacer aquellas actividades que realmente disfrutamos, aquellas que amamos o que son fáciles.
Yo pienso que empezar algo es parecido a enamorarse: es emocionante e imaginas todo lo bueno que trae consigo esa novedosa actividad. Pero después de un tiempo, esa actividad, proyecto o tarea deja de ser novedoso, empieza a tomar más tiempo del que contemplabas al inicio o aparecen situaciones imprevistas que te hacen dejar las cosas sin terminar.
Esto en realidad es una ley de economía muy utilizada: “la ley de la utilidad marginal decreciente”. 2
Esta ley explica que el valor percibido o satisfacción percibida de algo, disminuye con cada unidad adicional adquirida o consumida.
Por ejemplo: La sexta rebanada de pizza de salami será menos disfrutada que la primera rebanada, porque su utilidad disminuye (la valoramos menos).
Suena lógico que esto también aplique para esos proyectos largos y tediosos.
Por ejemplo: La sexta hora de trabajo será menos aprovechada y valorada porque su utilidad disminuye.
Pero ¿porqué pasa esto?…
Estos son sólo 2 motivos que explican por qué nuestro entusiasmo inicial se va perdiendo:
1. El miedo de no cumplir expectativas externas:
Una de las razones por las que no terminan las tareas es tu temor a ser evaluado. Nadie quiere ser juzgado. Prolongar una actividad o una tarea puede ser una forma de evitar este miedo de ser observado, calificado o criticado.
2. El miedo de no cumplir expectativas internas:
Tener metas es algo excelente. De hecho tener una meta, es tu brújula en el camino. El problema aparece cuando las metas son muy inalcanzables y nos aterra fracasar (sobre todo al inicio).
A veces esto está relacionado con el perfeccionismo y, otras veces, debido a una falta de confianza en ti mismo (pensar que no eres capaz).
En conjunto todo esto crea una resistencia que bloquea tus intentos por continuar o siquiera empezar.
La mayoría de nosotros hemos experimentado esta resistencia mental frente a alguna meta importante, como: un proyecto pendiente, el cumplimiento de una actividad, la publicación de un artículo, un examen final, una presentación importante, leer un reporte, etc.
¿QUÉ PUEDO HACER PARA VENCER LA RESISTENCIA MENTAL?
La resistencia mental suele aparecer cuando tenemos delante de nosotros una meta muy grande. Es decir, una tarea muy grande por hacer.
Nos genera una sensación de agobio, lo que impide que empecemos o avancemos correctamente.
En estos casos la motivación parece como tu gran aliada para terminar lo que empiezas, pero definitivamente no lo es.
¿Por qué?… porque la motivación es muy volátil, tiene que ver con tu estado de ánimo y emociones de ese momento. Y seguramente no quieres confiar en algo que es tan cambiante para terminar ese trabajo importante para ti.
Pero, ¿qué pasa cuando tienes cero motivación?, requieres entonces de mucho más fuerza de voluntad para lograr terminar esa tarea pendiente y es probable que fracases en el intento.
Cuando tu motivación es máxima no requieres de fuerza de voluntad, porque estas realmente entusiasmado en hacer ese trabajo. En cambio, cuando tu motivación disminuye requieres de más fuerza de voluntad.
Sobre todo cuando aparece delante de ti un escenario poco favorable. Porque tu entusiasmo inicial se va evaporando con el tiempo.
Por eso, esta fórmula funciona en todos estos casos:
• Si no estás totalmente motivado
• Quieres empezar algo y terminarlo
• Necesitas trabajar más efectivamente
Terminar lo que empiezas te ayudará a sentirte mejor contigo mismo, a tener más confianza en ti (lo que te permite lograr otras metas no relacionadas) pero sobre todo, terminar lo que empiezas evita que acumules estrés innecesario y a cuidar de tu bienestar futuro.
Esta fórmula es parecida a la técnica pomodoro. Sin embargo, la he modificado en base a mi experiencia, por eso, los periodos de trabajo son más largos. Desde mi punto de vista esto te permite concentrarte mejor y exprimir más el tiempo.
Consiste en 3 partes fundamentales:
Primera parte: Divide tus actividades en 2 categorías mentales
Tener el hábito de terminar lo que empiezas es útil cuando esa actividad es relevante para tus metas y objetivos personales. Por ejemplo: no se trata de seguir leyendo hasta el final un libro aburrido que te hace perder el tiempo, pero sí es necesario terminar ese proyecto que te ayudará a conseguir un aumento.
¿Notas la diferencia?
Antes de comenzar cualquier actividad que dure más de un día, identifica si esa actividad es un experimento o un compromiso.
El objetivo del experimento es no tener miedo de intentar algo nuevo, y disminuir la resistencia mental para comenzar. Si después te das cuenta de que no es para ti, o no tienes ganas de hacerlo, puedes parar, sin remordimiento.
En cambio, los compromisos deben de completarse sí o sí.
Si construyes estas dos categorías mentales, ahora tienes una manera fácil de obligarte a terminar sólo aquellas actividades que representen una inversión de tiempo y que estén alineadas con tus metas y objetivos personales.
Segunda parte: Define una primera meta corta
Terminar aquellas actividades que sean compromisos es tu meta final, pero, para lograrlo tienes que atravesar una serie de pasos, los cuales deben de convertirse en pequeñas metas.
Este nuevo acercamiento te relaja mentalmente, conquistar pequeñas metas te motiva y hace que el proceso sea más divertido, lo que aumenta las probabilidades de terminar lo que empiezas.
Tercera parte: Engaña a tu cerebro con periodos cortos de trabajo efectivo
Ahora que empezarás a trabajar con la primera pequeña meta, necesitas una estrategia para lograrlo puntualmente.
Es aquí en donde está fórmula puede ayudarte enormemente. Solo necesitas un temporizador (la mayoría de los móviles lo tiene) o un cronómetro.
Si no tienes idea de matemáticas o en la escuela reprobaste tu clase de álgebra, no te preocupes. Esta fórmula, no se trata de una ecuación compleja.
Yo te la explico a continuación:
(10 minutos de trabajo + 2 minutos de descanso) X 5 veces = 1 hora de trabajo
Esto quiere decir que durante el tiempo efectivo de trabajo te estarás enfocando al 100%, y evitarás cualquier tipo de distracciones. En tus 2 minutos de descanso podrás hacer todo lo que tú quieras.
Si continúas este patrón a lo largo de tu día laboral, estarás trabajando por cada hora 50 minutos efectivos. Lo que representa una gran ventaja por las siguientes razones:
• No sientes estrés o agobio por trabajar demasiadas horas
• Evitas procrastinar tu tarea pendiente
• Logras concentrarte mejor y no te distraes continuamente
• Logras terminar o simplemente avanzar con ese trabajo pendiente
• Creas un hábito de trabajo que te garantiza productividad constante
• Y además vences esa famosa “resistencia” de empezar algo
•
Si tu concentración alcanzó una meseta y decides continuar sin pausas, es la mejor señal de que lograste superar esa resistencia y todo apunta que terminarás tu trabajo con éxito.
¡Felicidades terminaste este artículo que empezaste!
Lo lograste, terminaste de leer este artículo que empezaste (aplausos)
La fórmula «(10 + 2) * 5» se puede adaptar a muchas circunstancias y además puedes cambiar cualquiera de los tres números a tu gusto.
OJO: siempre tratando de tener más minutos de trabajo que de descanso.
Así que ya lo sabes para terminar lo que empezaste solo tienes que engañar a tu cerebro con esta efectiva y simple fórmula.