ALMAS GEMELAS
Nunca sabremos en qué momento nos va a atropellar la plenitud en forma de un gran encuentro, tan importante como inesperado.
A lo mejor, detrás de una sincera sonrisa o una sencilla pero elocuente conversación, nos topamps con ese desconocido que sentimos tan cercano como un hermano perdido en el cosmos de nuestra existencia.
Sentimos como si en algún momento de la evolución hubiésemos formado parte de la misma estrella y al encontrarnos evidentemente nos reconociéramos como parte de un todo que habita en dos cuerpos.
Los sentidos colaboran en dicho reconocimiento y al sentirnos, oírnos, olernos, palparnos, como si de una memoria evolutiva se tratara, nos hace evidenciar lo importante y único de este maravilloso encuentro, que hasta parece imposible evitar fundirse como lo estuvimos hace millones de años.
Cada una de las partes ha seguido un camino distinto y ahora parece difícil poder compaginar la alegría del reencuentro sin molestar a nadie o herir susceptibilidades, más no por ello deja de ser increíblemente bello a pesar de lo complejo.
Lo cierto es que al encontrarte con esa parte tuya que ha vagado por distintos caminos, quieres empaparte de todo, de cómo es aquella parte del mundo que no has podido ver con tus propios ojos pero que sentirás por medio de sus fascinantes relatos como parte de tu propia vida vista desde otro ángulo.
El encuentro con esa parte que desde el primer instante sientes tan tuya, es dulce y emotivo; te embarga de felicidad y plenitud porque es allí, justo en ese momento, donde te sientes completo y desaparece por fin esa sensación de que todo estaba bien pero algo te faltaba y no sabías qué.
Parece que la vida, Dios, y el destino se han confabulado para este encuentro maravilloso, y no te cansarás de dar las gracias a todos por haberlo permitido.
No importa cuánto dure el reencuentro, porque este gran suceso es difícil medirlo en tiempo, pero seguro que su recuerdo perdurará por siempre.
