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 OTRO MODO DE VER LA AUTOESTIMA - (1ª parte)



Junio 03, 2020, 05:23:22 am
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OTRO MODO DE VER LA AUTOESTIMA - (1ª parte)
« en: Junio 03, 2020, 05:23:22 am »
OTRO MODO DE VER LA AUTOESTIMA
(1ª parte)


La autoestima básicamente es un estado mental. Es el sentimiento o concepto valorativo, positivo o negativo, que tenemos de nosotros mismos.
La medida de la autoestima se auto-impone, se cambia, y, la parte buena es que se puede mejorar.
Se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo, asimilando e interiorizando durante nuestra vida.
En lo más profundo de nuestro ser existe una imagen que nosotros hemos creado, aunque no estemos plenamente conscientes de ello, que refleja la idea que nosotros nos hemos forjado de quiénes somos como personas, y cuán valiosos somos con respecto a otros. Se corresponda o no con la realidad, esta imagen es nuestro punto de referencia con respecto al mundo que nos rodea, es nuestra base para tomar decisiones, y es nuestra guía para todo lo relacionado con nuestro diario gestionar en la vida.
Es a partir de los 5 o 6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven nuestros mayores, padres, maestros, compañeros, amigos, etc.
La autoestima es el núcleo principal alrededor del cual orbita cada aspecto de nuestras vidas. Es muchísimo más importante de lo que podamos imaginar. Más del 90% de los problemas personales proceden de una insuficiente autoestima.
Según como se encuentre nuestra autoestima, ésta es responsable de muchos fracasos y éxitos, ya que estos están intrínsecamente ligados. Una autoestima adecuada, vinculada a un concepto positivo de mí mismo, potenciará la capacidad de las personas para desarrollar sus habilidades y aumentará el nivel de seguridad personal; también es la base de una salud mental y física adecuada, mientras que una autoestima baja encauzará a la persona hacia el sentimiento o la realidad de la derrota y el fracaso.
La persona va creciendo y formando su personalidad dentro del ambiente familiar, que es uno de los principales factores que influyen en la formación de la misma, ya que le incorpora a ésta valores, reglas y costumbres que, a veces, suelen ser contraproducentes. Algunos de los aspectos ya mencionados son incorporados, a la familia, por medio del "modelo" que los educadores y la sociedad nos presentan, y éste es asimilado por todos los grupos sociales. Pero la personalidad de cada uno, no sólo se forma a través de la familia, sino también, con lo que ésta cree que los demás piensan de ella y con lo que piensa de sí misma.

AUTO-CONCEPTO:

Son una serie de creencias acerca de nosotros mismos, que se manifiestan en nuestra conducta. Incluye lo que somos, lo que pensamos y lo que hacemos en la vida diaria, individual, familiar, laboral y social.

¿DE QUÉ DEPENDE?

En nuestro auto-concepto intervienen varios componentes que están interrelacionados entre sí: la variación de uno afecta a los otros (por ejemplo, si pienso que soy torpe, me siento mal, por tanto hago actividades negativas y no soluciono el problema).

NIVEL COGNITIVO-INTELECTUAL:

Constituido por las ideas, opiniones, creencias, percepciones, y el procesamiento de la información exterior. Basamos nuestro auto-concepto en experiencias pasadas, creencias y convencimiento sobre nuestra persona.

NIVEL EMOCIONAL AFECTIVO:

Es un juicio de valor sobre nuestras cualidades personales. Implica un sentimiento de lo agradable o desagradable que vemos en nosotros.

NIVEL CONDUCTUAL:

Es la decisión de actuar, de llevar a la práctica un comportamiento consecuente.
Los factores que determinan el auto-concepto son los siguientes:

•   La actitud o motivación: es la tendencia a reaccionar frente a una situación tras evaluarla como positiva o negativa. Es la causa que impulsa a actuar, por tanto, será importante plantearse los porqués de nuestras acciones, para no dejarnos llevar simplemente por la inercia o la ansiedad.
•   El esquema corporal: supone la idea que tenemos de nuestro cuerpo a partir de las sensaciones y estímulos. Esta imagen está muy relacionada e influenciada por las relaciones sociales, las modas, complejos o sentimientos hacia nosotros mismos
•   Las aptitudes: son las capacidades que posee una persona para realizar algo adecuadamente (inteligencia, razonamiento, habilidades, etc.).
•   Valoración externa: es la consideración o apreciación que hacen las demás personas sobre nosotros. Son los refuerzos sociales, contacto físico, reconocimiento social, halagos, expresiones gestuales, etc.


ORIGEN DE LA AUTOESTIMA

La persona no nace con un concepto de lo que es, sino que éste se va formando y desarrollando progresivamente. Nuestra percepción del mundo que nos rodea como un lugar seguro o peligroso, y nuestra predisposición a interactuar con él de manera positiva o negativa, es determinada en torno a los 5 o 6 años.

Este concepto se va formando y está marcado por dos aspectos:

-  Por el auto-conocimiento que tenga la persona de sí, es decir, del conjunto de datos que tiene la persona con respecto de su ser y sobre lo que no se aplica un juicio de valor.
-  Por los ideales a los que espera llegar, es decir, de cómo a la persona le gustaría o desearía ser. Esto se ve fuertemente influenciado por la cultura en que se está metido. En el ideal que cada uno tiene de sí mismo se encuentra el modelo que la persona tiene que enfrentar, enjuiciar y evaluar. El ideal de sí mismo le imprime dirección a la vida. Pero también es la trampa, porque si el ideal es irrealizable se vuelve en contra de la autoestima y la desvaloriza.

Si ambos aspectos se acercan, la autoestima será cada vez más positiva.
Nuestra autoestima se desarrolla a lo largo de nuestras vidas a medida que formamos esa imagen de nosotros mismos que llevamos en nuestro interior, y lo hacemos a través de nuestras experiencias con otras personas y las actividades que realizamos.
Por eso las experiencias vividas durante la infancia juegan un papel predominante en el establecimiento de nuestra autoestima, y la calidad de estas experiencias influye directamente sobre nuestro nivel de autoestima
Durante estos primeros años de vida, nuestros éxitos y tropiezos, y como fuimos tratados en cada ocasión como resultado de ellos por los miembros de nuestra familia inmediata, nuestros maestros, nuestros amigos, etc. contribuyeron a la creación de esa imagen de nosotros mismos que llevamos dentro, y en consecuencia, a establecer nuestro nivel de autoestima.
Teniendo esto presente, las personas que tienen a su cargo el cuidado de los niños, pueden hacer la diferencia, al estar conscientes, de las consecuencias para los niños de cada cosa que ellos dicen, hacen o piensan. De esta manera estarán contribuyendo a crear una generación de seres humanos con mayor o peor bienestar general en sus vidas.

LOS PILARES DE LA AUTOESTIMA SEGÚN NATHANIEL BRANDEN SON: 

AUTO-EFICACIA:
•   Un sentido de eficacia personal.
•   Confianza en el funcionamiento de la mente, en la capacidad de pensar, en los procesos por los que se juzga, elije, decide; confianza en la capacidad de comprender los hechos de la realidad que entran en la esfera de los intereses y necesidades.
Por tanto, predisposición a experimentarse de un modo competente para afrontar los desafíos de la vida; en consecuencia, confianza en la propia mente y en sus procesos.

AUTO-DIGNIDAD:
•   Un sentido de mérito personal.
•   Seguridad del valor, una actitud afirmativa hacia el derecho a vivir y ser feliz; comodidad al expresar apropiadamente los pensamientos, necesidades, deseos; sentir que la alegría es un derecho natural.
Por tanto, predisposición a experimentarse como digno de éxito y felicidad; en consecuencia, la percepción de nosotros mismos como personas para quienes el logro, el éxito, el respeto, la amistad y el amor son apropiados. La influencia de los otros en la formación de la autoestima

¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE?

Este tema tiene una enorme importancia, ya que de la valoración que uno haga de sí mismo dependerá lo que haga en la vida y su participación en ella. Además, condiciona el proceso de desarrollo de las potencialidades humanas y también la inserción de la persona dentro de la sociedad. Desarrollar una actitud positiva hacia nosotros mismos, es lo correcto, y nunca resultará algo excesivo.
Una autoestima positiva facilita una mejor percepción de la realidad y comunicación interpersonal, ayuda a tolerar mejor el estrés, la incertidumbre, y a vivir los procesos de cambio.
Las personas que uno valora influyen en el auto-concepto. Lo que opinen de uno, ya que uno no siempre sabe quién es ni cuánto vale como persona, es determinante para valorarse.
El auto-concepto no se consolida para siempre, se cambia en las diferentes etapas de la vida de una persona.
El auto-concepto y la autoestima juegan un importante papel en la vida de las personas. Los éxitos y los fracasos, la satisfacción de uno mismo, el bienestar psíquico y el conjunto de relaciones sociales llevan su sello.
La autoestima hace reaccionar buscando la superación de los fracasos; al contrario, el recuerdo de la incompetencia, nos deja al borde del desvalimiento.

•   Fundamenta la responsabilidad. La responsabilidad no crece con la auto-descalificación y el desprecio personal. Sólo se compromete quien tiene confianza en sí mismo.
•   Apoya la creatividad.

La persona creativa sólo crece desde la confianza en sí misma, en su originalidad y capacidades, desde la auto-valoración, y la vivencia de la propia valía. Los grandes hombres y mujeres han creído siempre en sí mismos, dentro de un gran sentido de la realidad.

•   Determina la autonomía personal. Quien se acepta a sí mismo es capaz de tomar decisiones con autonomía y seguridad. En vez de obedecer, actúa asertiva y autónomamente.
•   Facilita buenas relaciones sociales. Quienes se aceptan a sí mismos hacen que se sientan cómodos quienes se relacionan con ellos.
•   Es garantía de futuro Quien confía en sí, madura cada vez más viviendo intensamente el presente, reinterpretado el pasado y anticipando el futuro personal. A la vez contagia esperanza pues tiene energía, y no se conforma con la satisfacción ni se instala en el conformismo.
•   Lleva a la auto-realización. Frente a las crisis de sentido, la persona que se autoestima encuentra también su auto-realización. Y eso es educar.
•   Enriquece su vida.

Tener gente feliz alrededor es una cosa apreciada. Siendo feliz podrá encontrar más amigos. Sintiéndose mejor consigo mismo y siendo más abierto, establecerá relaciones más estrechas.


LA FAMILIA

La autoestima, además, es aprender a querernos y respetarnos; es algo que se construye o reconstruye por dentro. Esto depende, también, del ambiente familiar en el que estemos y los estímulos que nos brinda.
En la violencia familiar las víctimas y los victimarios poseen muy baja autoestima, ya que, por un lado, la víctima es alguien al que maltratan sin que pueda poner límites y no se da cuenta de que está siendo maltratada. Por otro lado, los victimarios compensan lo inferior que se sienten, maltratando y abusando; en este caso, de un familiar.
Muchas de las heridas emocionales que tiene una persona producidas en su niñez pueden causar trastornos psicológicos emocionales y físicos (cáncer, úlceras, hipertensión, trastornos cardíacos y alimentarios, problemas en la piel, depresiones…), produciendo dificultades en la vida de la misma (conflictos serios en el trabajo, disminución de la energía y de la capacidad creativa, relaciones matrimoniales desastrosas, no poder hacer o conservar amigos, poco entendimiento con las hijas e hijos…)
Existen padres, madres, docentes o cuidadores que humillan, desprecian, no prestan atención, se burlan o se ríen del niño cuando pide ayuda, siente dolor, tiene un pequeño accidente, necesita que lo defiendan, expresan miedo, piden compañía, etc.
Estas actitudes se completan con otras totalmente opuestas, demostrándole al niño que es "querido y bonito" creándole una gran confusión. Pero estas muestras de cariño son aparentes, adjudicándole un rotulo a su identidad, que trae como consecuencia un peso negativo en la formación y en el desarrollo de sus capacidades.
En el momento en que la persona afectada es adulta, transmitirá la humillación o el maltrato a personas más pequeñas o vulnerables. Es una cadena hereditaria de abuso y poder, ya que el desprecio y la vergüenza vivida en la infancia son la fuente de los problemas que afectan en la vida adulta, y los causantes de la baja autoestima.
La principal imagen y más generalizada forma de violencia es el maltrato emocional. Hay muchas maneras pasa asustar a un niño y hacerlo sentir culpable e intimidado, sin recurrir a la violencia física. El niño se atormenta con pensamientos y sentimientos que no puede comunicar ni compartir con nadie y aprende a soportar el dolor y el silencio.
La autoestima y la comunicación están muy relacionadas, porque según cómo se diga algo, el efecto será positivo o negativo, de aprendizaje o de resentimiento, y se transmite desde la infancia hacia el futuro. Por esta razón, se entiende que los padres y madres que dañan la autoestima de sus hijos no siempre lo hacen intencionalmente, ya que ellos fueron educados del mismo modo.
Cuando los padres quieren que sus hijos reaccionen como ellos desean, suelen comportarse de maneras particulares. Estas maneras pueden ser:

MÁRTIRES: Controlan al niño, haciéndolo responsable de su sufrimiento, y culpable por todo lo que pueda querer o hacer que no le caiga bien a estos mártires, a quienes nada les viene bien, y recurre a las quejas, los reproches, las lágrimas, las amenazas de que les va a dar una ataque, etc.
•   “Ves cómo me sacrifico por ti y no te importa”.
•   “Dejé todo para criarte y me lo pagas haciendo eso”.
•   “¿En que nos equivocamos que nos haces estas cosas?”.

LOS DICTADORES: Controlan al niño atemorizándolo cuando hace algo no autorizado; son estrictos y amenazantes para que obedezcan, y todo les enfurece. Condenan de manera inapelable al niño, con burlas, gritos, excesivo despliegue de poder y dominación.
•   “Cómo puedes ser tan estúpido… Cómo no te das cuenta de las cosas…”
•   “Te avisé y ahora vas a ver lo que te pasa por no obedecer”.
•   “Yo no tengo que darte explicaciones, lo haces porque te lo ordeno y punto”.
•   
A veces estos roles, mártir y dictador, se combinan o se alternan, y agregan más confusión al niño porque también van acompañados con demandas o manifestaciones de cariño. Y si un hijo llega a quejarse, a llorar o a reclamar por el trato que recibe puede volver a ser juzgado, culpado y descalificado.
Según se hallan comunicado nuestros padres con nosotros, así van a ser los ingredientes que se incorporen a nuestra personalidad, nuestra conducta, nuestra manera de juzgarnos y de relacionarlos con los demás.
Esas voces quedan resonando dentro de nosotros toda la vida. Por eso hay que aprender a reconocerlas y anular su poder para que no nos sigan haciendo sufrir, para liberarnos de esos mandatos distorsionados y para no volver a repetírselos a nuestros hijos.
Ninguna forma de maltrato es educativa y ningún mensaje o comunicación que culpabiliza, critica, acusa, insulta o reprocha es un buen estímulo para nadie. Y menos en la infancia, cuando no hay posibilidades de defenderse, protegerse o entender que es la impotencia y el desconocimiento de otras formas de trato lo que lleva a los padres y madres a asumir ese papel de mártir o de dictador.


 

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