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 36 – CONOCER A DIOS



Junio 18, 2020, 06:23:12 am
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Desconectado Francisco de Sales

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36 – CONOCER A DIOS
« en: Junio 18, 2020, 06:23:12 am »
CAPÍTULO  36 – CONOCER A DIOS

Este es el capítulo 36 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.



"Tenemos la obligación de diseñar nuestra propia religión y nuestro propio Dios, o sea, nuestra propia idea de Dios, porque cada uno debe entender a Dios a su modo. Unos necesitan que sea comprensivo y les transmita Su calma; otros lo desean combativo y revolucionario, o riguroso y exigente, o dulce y cariñoso…
Es muy difícil aceptar un Dios que no te comprende,
o que te impone demasiadas dificultades, o que te niega la felicidad”.

“Ver a Dios cara a cara no es privilegio minoritario de unos pocos
 místicos, sino derecho elemental de todo cristiano”.
 (Tony de Mello)


Quien lo desee, quien quiera confirmar que existe, que concierte una señal con Dios para reconocerse, para saber cuándo están ambos en presencia mutua. Que se ponga en contacto con Él y le diga, por ejemplo: “cada vez que sienta un escalofrío sé que eres Tú y estás conmigo, o sea que cuando me quieras hacer saber que estás más aún conmigo, envíame un escalofrío y yo sabré reconocerte”.
Verá entonces, y muy a menudo, la confirmación de Su existencia.


¿CÓMO ES DIOS?

Dios no es azul, ni alto, ni pertenece a una religión en exclusiva y ni siquiera uno Le puede encerrar en su corazón.
Se puede dejar que more en él, pero dejando que pueda salir cuando quiera para compartirse.
Si a uno le resulta más fácil imaginárselo con forma humana, que lo haga.
No es necesario que sea ese ancianito con barba blanca que lleva un triángulo por montera. Si resulta más fácil, pues que sea joven y bien parecido, o mujer anciana, o el humorista que nos contagia su buen humor, o la persona cuya cara y presencia nos inspira a Dios.

HAY UN DIOS PARA CADA PERSONA.

DIOS ES DIOS, Y NO LA IDEA QUE TENEMOS DE ÉL.

Dios Es.
Y con estas dos palabras ya está todo dicho.

Creer en Dios basándose en la tradición familiar y cultural es una convicción de segunda mano que no vale gran cosa. Ésta es una creencia basada en un rumor que circula por el Mundo, y no en el acto de Conocerle e Integrarle a partir de su aparición y presencia constante, del sentimiento innegable que irradia y de esa nada sin forma que le permite ser todo.

Algunas personas cometen la osadía de defender a Dios, o de negarle, sin conocerle.
Hablan de Él como si le hubieran tratado desde siempre y supieran lo que piensa y el número de zapato que calza; hablan sin saber nada de Él fuera de los libros y las teorías, sin haberle dado las gracias personalmente por estar ahí.
Apenas han sentido en alguna ocasión una brisa de lo divino, y no saben si podrían distinguirlo de otra cosa, ni saben si les han escuchado atentamente, ni saben si sabrán encontrarle, pero opinan sobre Él, como autoridades competentes, sin haberle experimentado.
Lo dejan en una idea bastante difusa.
En un sueño o fantasía.
En una palabra.
La palabra agua no moja. La palabra luz no alumbra.  La palabra pan no quita el hambre. Y Dios, sólo en palabras, es nada.
Hay que ponerse a buscar al Dios de verdad, al innegable, al omnipresente, al que puede dar la paz y el amor, al protector, al mago, al amigo, al que siempre está esperándonos.
A Dios.


REFLEXIONES POCO REFLEXIVAS

Nos dicen que tenemos su misma esencia.
Y digo yo… si los hijos de los gatos son gatos, y los hijos de los elefantes son elefantes… ¿los hijos de Dios somos Dioses?

Si Dios está en mí… ¿Yo soy Dios?

¿De qué me sirve un Dios inaccesible que está en los cielos? Me va mejor un Dios que está dentro de mí, muy al alcance… entonces… lo que mejor me va es un Dios que soy yo.

Dios es Uno:
¿se refiere a una sola unidad de Dios?
¿o a que Dios es UNO MISMO?

Dice Dürkheim: "Al ir avanzando en el camino, el hombre se siente, a pesar de su imperfección, cada vez más ligado a lo divino y marcado con el sello de lo sobrenatural. Esto le hace ser mucho más dolorosamente consciente de lo "no divino" que sigue habiendo en él".

El Dios que somos se va mostrando con mayor intensidad y firmeza a medida que le permitimos expresarse.
¿Cómo se expresa Dios?,
¿a través de mí?,
¿soy capaz de sentirle dentro de mí?,
¿y soy capaz de sentir que, en pequeño, yo soy Dios?

Yo soy el Dios de mi Universo Personal -dice Enrique Barrios- y no es ningún disparate si quien dice esto es el SER y no el ego.

Hay un Universo que empieza y acaba en mí. En él hay demonios, dudas, esperanzas, miedos y Dios. Y yo soy todo eso. Soy el Todo de mi Universo. Soy un pequeño Universo que mora en otros Universos. Pero soy completo en mí. ¿Ya he dicho que yo soy también Dios?


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Si a estas alturas ya tienes claro que eres Dios, o por lo menos lo intuyes y le das unos mínimos visos de realidad, deberás deducir ya que a ese Dios que adoras, o que temes, que suplicas con humildad o imploras con firmeza, que buscas o abandonas, eres tú mismo.
¿Serás capaz ya de tratarte como a Dios?

¿Cómo hablar de Dios?, ¿cómo explicarle a un ciego lo que es el color rojo?, ¿cómo definir lo indefinible?, ¿cómo pretender encerrar en una definición lo que es infinito?, ¿cómo hablar con la mente de un asunto que es del alma?, ¿cómo intentar compartir una experiencia que es personal, intransferible e inexplicable?, ¿cómo acometer otro camino que no sea el de manifestarse del modo que lo hacen los que han tenido la experiencia de encontrarse con Él?, ¿cómo pretender teorizar sobre la experiencia más íntima y más profunda a la que se puede aspirar?, ¿cómo tener la osadía de auto-proclamarse erudito en Dios?


ATENCIÓN

El mayor error del religioso es llegar a convertirse en idólatra.
Es el mayor peligro: adorar a una imagen, o sea, a una idea, una apariencia, una representación sólo figurativa, pero no a Dios, cuya forma, si la tiene, no la conocemos.

Quizás debamos aprender a pensar en Dios sin ponerle una barba blanca y un triángulo sobre la cabeza, y debamos dejarlo en una grandiosidad sin forma ni límites y que sea sólo la sensación placentera que produce saber que existe y está ahí.
Lo importante es saberse protegido, sentirse especialmente cuidado por Él, tener la seguridad de que sólo desea lo mejor para cada uno y que sólo va a hacer lo que es mejor para cada uno, aunque a veces lleve tiempo y cueste comprenderlo de ese modo.
El mayor dolor es estancarse en la figurita, y no seguir en el Ccamino para el encuentro con Él.


POR SI NO LO SABES

“Quizás una prostituta pueda entrar en el Cielo antes que una monja, porque la prostituta, a fuerza de vivir y conocer la vida, puede llegar a amar, pero la monja, puede, por buscar amar a Dios, dejar de amar a todo el mundo”, decía Tony de Mello.

¿Amar a Dios? Sí, por supuesto.
Pero amar al prójimo por lo menos con la misma intensidad que a Él.
Seguro que Dios se siente orgulloso de que compartamos su amor con los demás.
Y seguro que Dios, que tiene amor de sobra, se siente feliz de que demos amor a quienes lo necesitan


CARTA A DIOS

¡Ay, Dios!
¿Quién eres Tú?
¿Quién eres?
Que cuando te presentas y me coges distraído en mis preocupaciones me estremeces de una forma que no sé describir… como el mejor amante… como la sensación más tierna… como la paz, como el amor, como la vida…
Dime quién eres, ya que no te encuentro ni en las definiciones ni entre otros sentimientos que tengo archivados. Dime por qué tus escalofríos son más intensos que los del invierno, por qué a veces te siento sobre mí y sólo me apetece cerrar los ojos, abrazarme sin vergüenza, perderme del mundo, asirme a esa emoción y que me lleve donde quiera.
Dime por qué cuando me provocas lágrimas son tan distintas de las que he probado en todos los sufrimientos y todas las felicidades.
Dime quién eres Tú… ¿cómo lo haces?... ¿de qué estás hecho?
Dime por qué tu presencia se capta y se distingue, por qué sé que eres Tú cuando estás en mí, por qué ansío abrazarte si aún te desconozco.
Dime qué promesa me has hecho que cuando pienso en Ti sólo quiero estar a tu lado y reunirme contigo donde quiera que estés.
Dime lo que quieras, cuéntame algo, envíame noticias.
Recuérdame, constantemente porque sabes que soy frágil de memoria, que también estás conmigo cuando estoy distraído o cuando estoy durmiendo; recuérdame que escuchas todas las canciones que tarareo y que te enteras de primera mano de mis pensamientos; recuérdame que te llevo en el alma y en el bolsillo; recuérdame el pacto que hicimos de amarnos hasta el final de cualquiera de los dos y, sí, ya sé que no siempre lo estoy cumpliendo; recuérdamelo con Tu toque suave, con Tu dulzura de abuela tierna, con Tu mino de madre, con Tu sola presencia.
¡Ay, Dios!
¡Qué historia la nuestra!
Cuántas desatenciones de mi parte has tenido y cuántos momentos contigo me he perdido.
Te pediría, si me atreviera, que te claves en mis ojos para que te vea de continuo, que Te instales en mi mente y salgas bañando cada pensamiento, que tu voz resuene continuamente en mis adentros diciéndome, siempre, cuánto me amas.

Voy a atreverme… Dios mío, todo eso te pido.


RESUMIENDO

Se nos queda tan grande, y tan imposible, intelectualizar acerca de Dios que es mejor no insistir y no seguir por ese camino. A Dios sólo se le puede conocer, o tratar, desde el corazón, desde las emociones, desde las sensaciones… desde algo que no necesita de las palabras para convencer. Es algo que está arraigado y no precisa ni siquiera tener que decirlo, afirmarlo, gritarlo… es un sentimiento. Es un asunto de fe o de seguridad que no necesita de explicaciones o de justificaciones. Se Le siente, y ya está.
Lo paradójico es que a veces uno Le siente dentro, pero Le sigue buscando fuera.


Francisco de Sales



 

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