A lo largo de la vida, al sentirnos “atacados”, en numerosas ocasiones hemos reaccionado de mala manera y después lo hemos lamentado.
Esto nos ha pasado a todos.
La reacción es una respuesta automática e inmediata que no lleva meditación previa. El más grave de sus inconvenientes es que nunca están actualizadas esas respuestas automáticas, y en la mayoría de las ocasiones nos causan problemas e insatisfacciones.
Las reacciones, además, varían a veces en función del estado de ánimo, y casi nunca son adecuadas.
La única reacción correcta sería, quizás, la de no reaccionar.
Asociamos una ofensa a una respuesta inmediata, y además que sea, cuanto menos, tan ofensiva como la que acabamos de recibir.
Y no es lo adecuado. Ya sabes: mejor respirar diez veces o contar hasta cien, o darse un paseo lo más tranquilo que se pueda para que dé tiempo a serenarse y poner todo en su justo sitio.
Una actitud correcta sería decir que en ese momento no vas a dar una respuesta porque te sientes mal o indignado, y prefieres pensar detenidamente en la situación que se ha producido.
Es más adecuado mantener el silencio, aunque el otro siga insistiendo.
Evitar ser arrastrado por las emociones es muy difícil, pero quien está en un Camino de Crecimiento Personal tiene que demostrarlo en esos momentos.
Que no sean los otros quienes te digan cuándo ni cómo tienes que responder a sus agravios.
En una ocasión, por un asunto de tráfico en el que la otra persona estaba muy alterada, me dijo “hijo de puta”. No me ofendió. Pero, eso sí, le hice ver que no estaba en condiciones de emitir esa opinión dado que no conocía a mi madre.
Otra vez, no recuerdo por qué, alguien me insultó y le contesté algo parecido a “si realmente me conocieras, no tendrías esa opinión de mí. Yo sí sé quién y cómo soy, y tú no lo sabes”.
Si te relacionas con personas que te hacen daño, y te hacen reaccionar de mala manera, es mejor que les digas que no estás dispuesto a aceptar esa situación ni sus modos. Y, por supuesto, pasa el menor tiempo posible con ella.
Cambiar a los demás no es tu papel, pero sí vivir de la mejor manera posible y mantener tu coherencia.
Estate preparado para cuando surja una situación en la que preveas que va a haber una reacción incontrolable por tu parte.
Reflexiona.
Ten claro que tu reacción ha de ser la de calmarte, valorar con juicio lo que ha pasado, tratar de percibir si tú hubieras hecho lo mismo que ha hecho el otro si te hubieras encontrado en su caso, y demostrarte que estás por encima de ciertos impulsos.
La vida cotidiana puede ser peligrosa, o por lo menos desagradable, si no somos capaces de controlar nuestras reacciones inconscientes.
No olvides que una sonrisa puede llegar a ser tu mejor arma.
(Tadeo Rivas, basado en un texto de Mar Cantero Sánchez)
