DESDE EL BALCÓN
Ella me miraba desde el balcón
y yo le devolvía la mirada
y una sonrisa
desde la calle,
donde jugaba.
Entonces no sabía
cuánto iba a añorarla después
a ella
y a su sonrisa.
Porque después,
cada vez que quería recordar a mi madre
ella se asomaba al balcón,
me amaba con su cuidadosa vigilancia,
me alentaba con su sonrisa,
me lanzaba un beso con su mano
y hacía el gesto de que me abrazaba.
La carencia de esos abrazos
en los que rendirme mansamente
es el dolor más grande que conozco.
No poder decirte que te quiero,
madre,
me quema en la garganta
y en el alma
y en la vida.
Francisco de Sales
(Más poesías y prosa en
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