CAPÍTULO 16 - NO SER SINCEROS
- LO QUE DEBIERA SER INTOLERABLE -
Este es el capítulo 16 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
“No me molesta que me hayas mentido, lo que me molesta es que ahora no puedo confiar en ti”.
La realidad es que la sinceridad es muy importante en la relación. Es más que importante: básica e imprescindible. Se puede decir que una relación no va bien si la sinceridad no está presente siempre.
Mentir es un delito que atenta a la venerable institución que se ha formalizado al convertirse dos personas en una pareja vinculada por una reciprocidad amatoria.
Mentir –que así se llama no ser sincero- siempre lleva implícita una parte de maldad porque cuando uno miente lo hace para beneficiarse de algún modo o para eludir la responsabilidad correspondiente a un acto deshonesto cometido. Cuando uno miente es consciente de que está cometiendo un acto indigno ya que lo hace a sabiendas de estar faltando a la verdad. Omitir una información que el otro debe conocer también es mentir.
Mentir es un arte. Es malvado, pero es un arte porque requiere una habilidad especial. Y mantener una mentira en el tiempo es complicado y puede depender de otras personas que sean, conscientemente o sin saberlo, cómplices de ella. Es difícil crear una mentira y mantenerla en el tiempo sin que un azar, una contradicción, o un descuido, la descubra.
Mentir requiere una memoria privilegiada y la confabulación de muchas cosas para no ser descubierto. Demasiado arriesgado. Decir la verdad, aunque sea dura a veces, es lo correcto y lo más sensato.
Ser sincero es un gesto noble y humano. Lo mismo que es humano equivocarse, o hacer algo inadecuado –siempre que no se haga de un modo malintencionado-, por ese motivo si uno ha hecho algo que sabe que no va a ser del agrado de su pareja lo adecuado es encontrar el modo y el momento y hacérselo saber. Con sinceridad.
Ambos están expuestos a equivocarse, a no hacer todas las cosas del modo adecuado, pero eso es algo con lo que ya se cuenta en la relación y por ello hay una predisposición generosa y amorosa a comprenderlo, a aceptarlo, porque todo el tiempo que dura una relación es un tiempo de aprendizaje en la perfección de la pareja, y esto parece ser que cuesta toda una vida aprenderlo.
Los desaciertos, cuando no llevan mala intención, quedan despenalizados. Los desaciertos adquieren la inmoralidad cuando se esconden o se tergiversan, cuando se encubren siendo conscientes de que ocultándolos se perjudica al otro de algún modo, o cuando hay mala voluntad y se callan o se adulteran y de ese modo se convierten en mentira.
La sinceridad es el lenguaje del corazón. Ser sincero es abrirse, con naturalidad y humildad, y contar las cosas como son o como han sido. En una relación que se presupone ha durar mucho tiempo, con la persona que uno ha decidido libremente compartirlo todo –hasta la verdad-, no han de inmiscuirse la falsedad y la deslealtad, ni siquiera otros hermanos pequeños como son la hipocresía o la ambigüedad.
“Perdona”, ” lo siento”, “me equivoqué”,” ha sido sin querer”, ”lo lamento”,” me comprometo a que no volverá a pasar”… cada uno ha de usar las palabras o las formas que le parezcan adecuadas, pero esas razones –que no excusas- han de estar presentes para ser utilizadas cuando sean necesarias.
A corazón abierto, uno, y con el corazón abierto para recibirlo, el otro.
Es más fácil comprender y perdonar a quien es sincero que a quien es falso a conciencia.
Francisco de Sales