CAPÍTULO 20 - REPRIMIR LOS SENTIMIENTOS
- LO QUE DEBIERA SER INTOLERABLE -
Este es el capítulo 20 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
Los Seres Humanos somos muy complejos.
En cada uno de nosotros conviven, y en muchas ocasiones de un modo contradictorio, algo tan dispar como son los asuntos racionales y los sentimientos. Cada uno de ellos mantiene y defiende su postura, su forma de ver o sentir el amor y la relación, y cada uno de ellos trata de imponer su opinión como la más adecuada. El embrollo es ese: la disparidad en el punto de vista y de los intereses.
No sé por qué se le da prioridad a la mente, como si ella, por eso de que puede manejar los pensamientos –que parecen ser el motor que nos mueve por la vida-, tuviera más capacidad para hacer las cosas bien, cuando en muchas ocasiones -una tras otra, muy a menudo-, demuestra su ineficacia en ciertas tareas.
Lo adecuado sería encontrar un punto de equilibrio en el que ambos, mente y sentimientos, estuvieran de acuerdo, y que cada uno de ellos respetara lo que el otro aporte de útil o interesante.
Los sentimientos, en asuntos afectivos, suelen tener prioridad ante la mente. Por supuesto que eso ha de ser dependiendo de cada persona y de la libertad que se les haya concedido para expresarse habitualmente, de cómo sepa uno manejarse con ellos, –porque eso hará que se interprete mejor su manifestación-, y, por supuesto, de que hayan demostrado algo de sensatez y sabiduría.
Los buenos momentos de la vida, los que dejan huella y se recuerdan para siempre, están relacionados con emociones o con sentimientos; con momentos de agradables estremecimientos del alma, con instantes en que un terremoto le ha recorrido a uno de arriba abajo, o en que uno se estremece por un escalofrío de esos que producen la sensación de contacto con la divinidad o con un momento prodigioso, o lo que se siente al coger a un hijo recién nacido o un nieto en brazos, con ese cosquilleo que producen los besos del amado o los abrazos de un ser al que se lleva tiempo sin ver, con un orgasmo, con las palpitaciones del corazón cuando ama… en cambio, es extraño que un momento racional, intelectual, o mental -que no llevan sentimientos por ninguna parte-, provoque un recuerdo imborrable de esos que hacen que la vida adquiera un estado de grandeza.
Los sentimientos forman parte indisoluble de uno, y reprimirlos es bloquear la manifestación de una parte importante y humana de sí mismo.
Abogo por llenar la vida de sentimientos, por permitirse vivirlos siempre –cuando no se convierten en auto-agresivos, claro-, por sacarles todo el jugo y expresarlos. Siempre teniendo cuidado de no herir a los otros con ellos, pero también valorando que no sea uno mismo quien resulta afectado por no expresarlos. Manifestarlos siempre es bueno si se hace del modo adecuado.
Tenemos que aceptar los sentimientos de los otros, y respetarlos –no obligatoriamente acatarlos-, y comprender que puedan vivir las cosas de un modo distinto en intensidad y actitud de como lo haríamos nosotros. Así que cuando el otro manifiesta lo que bulle en su interior, lo que le preocupa, lo que le emociona… es digno de todo el respeto.
Se dice, de un modo que puede ser algo más que metafórico, que los sentimientos no expresados se convierten en un cáncer del alma.
Callar, callarse, acallarse, puede llegar a ser más grave que expresarse.
Francisco de Sales