CAPÍTULO 26 – NI CRITICAR, NI MENOSPRECIAR.
- LO QUE NO ES APROPIADO -
Este es el capítulo 26 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
Cuando se dialoga con la pareja conviene tener muy presente el amor que ambos se tienen, y ha de estar presidiendo todo el tiempo el diálogo. De no hacerlo así, se corre el riesgo de tratar a quien es la pareja como a un colega, como a un subordinado, o como alguien a quien se odia, y eso no es lo adecuado.
La libertad de expresión debe estar vigente a todas horas en la relación, y cada uno ha de sentirse con absoluta libertad para expresar lo que considere oportuno sin tener que comedirse o frenarse para evitar que el otro lo pueda utilizar en su contra. Nada de recelos.
Las personas, todas, tenemos hermosos sueños, malos momentos, alegrías, miedos, pesimismo, dudas, pensamientos, ilusiones, preguntas…y debemos sentir la libertad plena de poder compartirlos con la persona con quien también compartimos nuestra vida y nuestro cuerpo.
Cuando escuchamos a nuestra pareja –y esto es válido en todo tipo de relaciones- tenemos que saber distinguir –y si no somos capaces de distinguirlo entonces lo preguntamos- y diferenciar si simplemente nos está exponiendo lo que le pasa, para escucharse en voz alta y tratar de aclararse, o si nos está pidiendo nuestra opinión. Y si nos pide nuestra opinión, que sea solamente eso: una opinión. No es el momento de burlarse de sus cosas, de criticarle, regañarle, menospreciarle, despreciarle, ni tampoco juzgarle, y menos aún de condenarle; no es el momento de “vengarse” y ser agresivo y ofensivo con frasecitas del estilo de “ya te lo advertí…”, “si es que siempre estás igual, no espabilas…”, “eso son tonterías tuyas…”, “¿ves como siempre te equivocas?”
La mejor manera de comportarse es atender y entender, ser comprensivo y respetuoso con su estado o sus sentimientos, escucharle con empatía y con el corazón y los brazos abiertos; hablarle con amor, acogerle y acoger su estado con cariño, con discernimiento y compasión, con ternura, y, en la medida de lo posible, ser sabio a la hora de dar la opinión si se ha solicitado.
Esto quiere decir que al opinar no hay que hacerlo mirando lo que a uno le interese en ese momento ni desde los propios condicionamientos, sino siendo absolutamente neutral. Y hacerlo así es una buena demostración de amor.
El otro, como persona se merece todo nuestro respeto y consideración. Y, como pareja, todo nuestro apoyo, nuestra comprensión, y nuestro ánimo.
¿Criticar o menospreciar?, no.
Comprender y respetar, sí.
Francisco de Sales