Hay que tener precaución al hacerse la pregunta.
Si nuestra mente oye ¿Quién soy yo? Enseguida aportará una respuesta absolutamente mental, racional, intelectualizada, en la que abundarán las definiciones, estatus sociales, o adjetivos.
Si nuestro ego oye ¿Quién soy yo? Enseguida se enredará en divagaciones, comparaciones, justificaciones, y su necesidad de ser “algo”.
La respuesta a esta pregunta ni siquiera está relacionada con la humildad, o con la modestia y sus sinónimos.
Para mí, está exenta de palabras. Es un sentimiento, una sensación, algo indefinible, pero no porque no existan palabras para definirlo, sino porque no necesita ser definido, es sólo el sentimiento que uno tiene de sí mismo.
Creo que la única respuesta en palabras admitida, si se siente de verdad lo que quiere decir, sería: soy.