LA CONFIANZA EN DIOS
Debes entonces decirle: “Señor, soy tuyo. Puedes hacer conmigo lo que quieras”. Esta es, hermano, nuestra fuerza y ésta es la alegría del Señor.
El abandono total en Dios consiste en darse a Dios en forma plena, porque Él se dio a nosotros primero. Y debemos entregarnos de manera absoluta si queremos responder a la magnitud de su entrega hacia nosotros. Sólo si renuncio a mí misma puedo llevar a Dios a vivir en mí.
Cuando renuncio ofrezco mi libre voluntad, mi razón, mi propia vida. Y todo por amor, ya
que cuanto más renunciamos a nosotros mismos, más podemos amar a Dios y a los hombres.
LA SANTIDAD
La santidad es hacer siempre, con alegría, la voluntad de Dios. Para eso es necesaria la fidelidad a sus deseos, y es esta fidelidad la que hace a los santos.
A través de la vida espiritual nos unimos con Jesús: lo humano y lo divino se ofrecen uno al otro.
El primer paso hacia la santidad es querer serlo. ¿Qué es un santo sino un alma resuelta, que hace uso de su fortaleza para actuar?
Ser santo no significa realizar cosas extraordinarias, descifrar misterios, sino únicamente
un aceptar incondicional, dado que me he entregado por completo a Dios, porque le pertenezco por entero.
Entréguense eternamente a Jesús... y Él se servirá de ustedes para hacer grandes cosas, a fin de que crean mucho más en su amor que en su debilidad. Crean en Él... confíen en Él
con una fe ciega y absoluta, seguros de que Él es el Señor. Convénzanse de que únicamente Jesús es el secreto de la vida y que la santidad no es otra cosa que el propio
Jesús que vive en su interior por su gracia.
Ustedes deben permitir que el Padre sea un jardinero, que corta y poda. Si sienten que son podados no se preocupen. Él tiene sus motivos para hacerlo. Ustedes deben dejar que lo haga.
Si con toda conciencia y diligencia aspiramos a la santidad, después de nuestra oración ha de penetrarnos un sentimiento de auto-renuncia. La forma más elemental de renuncia del propio yo es el control de nuestros sentidos.
“Seré santo” quiere decir: me despojaré de todo cuanto no es Dios. Despojaré mi corazón y lo vaciaré de toda cosa creada; viviré en la pobreza y en el desprendimiento. Renunciaré a mi voluntad, a mis inclinaciones, a mis sueños y a mis fantasías y me convertiré en un esclavo voluntario de Dios.
Nuestro ideal no puede ser nada distinto de Jesús. Debemos pensar como Él piensa, amar como Él ama, desear como Él desea. Debemos permitirle que disponga y se sirva totalmente de nosotros.
Jesús quiere que seamos santos como su Padre. Podemos llegar a ser grandísimos santos con sólo quererlo. La santidad no es un lujo para unos pocos, sino una sencilla obligación también para ti y para mí.
La revolución del amor comienza con una sonrisa. Sonríe cinco veces al día a quien en realidad no quisieras sonreír. Debes hacerlo por la paz.
EL SUFRIMIENTO
Cuando recibimos aunque sólo sea una pequeña observación poco caritativa, o cuando nos sentimos víctimas de una falta de consideración, con qué facilidad nos olvidamos de que ¡éste es justamente el momento de compartir con Él la ofensa y el sufrimiento!
Recuerden que la Pasión de Cristo desemboca siempre en la alegría de la Resurrección, para que cuando sientan en su corazón los sufrimientos de Cristo, tengan bien presente que luego llegará la resurrección.
Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en
Él.
AMAR A DIOS
Nunca digas adiós, si todavía quieres tratar. Nunca te des por vencido si sientes que puedes seguir luchando. Nunca le digas a una persona que ya no la amas, si no puedes dejarla ir. El amor llega a aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado; a aquel que aún cree, aunque haya sido traicionado: a aquel que todavía necesite amar, aunque antes haya sido lastimado y aquel que tiene coraje y la fe para construir la confianza de nuevo.
Hemos de amar a Dios, haciéndonos cargo de las ofensas que le hemos provocado.
A lo largo del día, repitamos con frecuencia: “Lávame, Señor, de mis pecados y límpiame de toda iniquidad”.
Tienen que ejercitarse en el sufrimiento, porque cuando fijen su mirada en la cruz, verán que Él tiene inclinada la cabeza, porque quiere besarlos y tiene lo brazos abiertos porque quiere abarcarlos en un fuerte abrazo.
¿Lo han comprendido, hermanos? Sufrimiento, dolor, humillación, son besos de Jesús.
Acérquense tanto a Jesús en su Cruz, que Él pueda besarlos.
PRESENCIA DE DIOS
Si día tras día nos consagramos eternamente al cumplimiento perfecto de nuestros deberes espirituales, Él nos hará entrar gradualmente en una intimidad más profunda, en la que, incluso fuera del tiempo de oración, no tendremos dificultad alguna en mantener una lúcida conciencia de su Presencia Divina.
El propósito de un retiro no es otro que el empeño de progresar en la conciencia y el amor de Dios, de purificar nuestra propia persona, de enmendar y transformar nuestra vida en conformidad con la vida de nuestro modelo, Jesucristo.
LA VIRGEN MARÍA
La grandeza de María reside en su humildad. Jesús, quien vivió en estrechísimo contacto
con ella, parecía querer que nosotros aprendiéramos de Él y de ella una lección solamente: ser mansos y humildes de corazón.
Supliquemos a María que haga nuestro corazón “manso y humilde” como modeló el corazón de su Hijo. Pues por medio de ella y en ella fue como se forjó el corazón de Jesús.
LA VIRGEN MARÍA, CAMINO DE RECONCILIACIÓN
María está siempre atenta para traer al mundo la alegría, la paz y la reconciliación. Ella nos conduce hacia Dios, y con sus ruegos amorosos intercede por nosotros.
Elevemos hacia ella nuestros corazones para que nos ayude a reconciliarnos, cada vez que nos alejemos del amor de Dios.
Dirijamos a ella nuestros ojos para implorarle por la paz; a ella, que sólo tiene cabida en su corazón para la paz y el perdón.
LA FAMILIA
Prometamos convertir nuestra comunidad en un nuevo Belén, en otro Nazaret. Amémonos mutuamente como amamos a Jesús. En el hogar de Nazaret se respiraba amor, unidad,
oración, sacrificio y trabajo infatigable; pero, sobre todo, una profunda comprensión, mutua estima y permanente solicitud de todos por todos.
En todo el mundo se comprueba una angustia terrible, un espantoso hambre de amor.
Llevemos, por tanto, a nuestras familias la oración, llevémosla a nuestros niños, enseñémosles a rezar. Pues un niño que ora, es un niño feliz. Familia que reza es una familia unida.
Hemos de procurar ser santos no porque queramos sentirnos santos, sino porque Cristo debe poder vivir plenamente Su vida en nosotros.
EL SUFRIMIENTO Y LA FELICIDAD
Las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo. Solo sacan lo mejor de todo lo que encuentran en su camino. La felicidad espera por aquellos que lloran, aquellos que han sido lastimados, aquellos que buscan, aquellos que tratan.
Porque solo ellos pueden apreciar la importancia de las personas que han tocado sus vidas. No puedes ir feliz por la vida hasta que dejes ir tus fracasos pasados y los dolores de tu corazón.
Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces
miramos tanto tiempo aquella puerta que se cerró que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros.
Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos.
Espero que tengas suficiente felicidad para hacerte dulce. Suficientes pruebas para hacerte fuerte. Suficiente dolor para mantenerte humano. Suficiente esperanza para ser feliz.
LA VIDA
Toda vida es la vida de Dios que se hace presente entre nosotros, aún en un niño que todavía no ha nacido. Nadie tiene derecho a levantar su mano para segarla.
Yo imagino que el grito de esos pobrecitos que son asesinados antes de nacer debe llegar hasta Dios.
Toda vida pertenece a Dios, y si Jesús nos dijo que éramos más importantes a los ojos de su Padre que todo lo creado, y Él cuida eso, cuánto más cuidará de nosotros! El aborto va en contra del mandamiento del amor.
El aborto mata la paz del mundo...Es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, ¿qué me impide matarte? ¿Qué te impide matarme? Ya no queda ningún impedimento.
A todos los jóvenes les digo: Ustedes son el futuro de la vida familiar; son el futuro de la alegría de amar. Mantengan la pureza, mantengan ese corazón, ese amor, virgen y puro, para que el día en que se casen puedan entregarse el uno al otro, algo realmente bello: la alegría de un amor puro.
Pero, si llegaran a cometer un error, les pido que no destruyan al niño, ayúdense mutuamente a querer y a aceptar a ese niño que aún no ha nacido. No lo maten, porque un error no se borra con un crimen. La vida del fruto de ese amor pertenece a Dios, y ustedes tienen que protegerla, amarla y cuidarla. Porque ese niño ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y es un regalo de Dios.
La vida de cada ser humano, como que ha sido creación de Dios, es sagrada y de infinito
valor, porque Él nos ha creado a todos nosotros, incluso al niño recién concebido. La imagen de Dios está en ese niño que aún no ha nacido.
Por eso, pienso que aquellas naciones que destruyen la vida legalizando el aborto son las más pobres, porque temen alimentar a un niño más y, por eso, agregan un cruel asesinato más a este mundo.
En Calcuta tratamos de combatir el aborto mediante la adopción. Me gustaría abrir muchos de estos centros para niños en los países que han aceptado el aborto. En los que tenemos por toda la India nunca tuvimos que rechazar a ningún niño, y todos están felices en sus nuevos hogares.
Es maravilloso pensar que Dios ha creado a cada niño. Leemos en las Escrituras que Dios nos dice: "Aún si una madre llegara a olvidar a su hijo, yo no te olvidaré. Te llevo grabado en la palma de mi mano. Eres valioso para mí. Y te he llamado por tu nombre."
Estoy convencida de que los gritos de los niños cuyas vidas han sido truncadas antes de su nacimiento, hieren los oídos de Dios.
Muchos se manifiestan preocupadísimos por los niños de la India o por los de África,
donde tantos mueren, sea por desnutrición, hambre o lo que fuera. Pero hay millones deliberadamente eliminados por el aborto.
Por eso elevo mi voz en la India y en todas partes; hagamos que todo niño, nacido o no, sea un niño deseado. El aborto va en contra del mandamiento del amor.
Creo que si los países ricos permiten el aborto, son los más pobres y necesitan que recemos por ellos porque han legalizado el homicidio.
Jesús entregó su vida por amor a nosotros. Así, una madre que está pensando en abortar debería ser ayudada a amar; es decir, a poner en segundo lugar sus proyectos y su tiempo libre, y a respetar la vida de su hijo. También el padre del niño, quien quiera que sea, debe mostrarse disponible.
Todo país que acepta el aborto es porque su gente no ha aprendido a amar, sino que recurre a la violencia para obtener lo que quiere.
Jesús dijo: "El que recibe a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe." Al adoptar un niño, esas parejas reciben a Jesús; por el contrario, al abortar, rechazan a Jesús.
Por favor no matéis a los niños, yo los quiero. Con mucho gusto acepto todos los niños que morirían a causa del aborto.
El aborto empobrece a la gente desde el punto de vista espiritual; es la peor pobreza y la más difícil de superar.
Cuando le dicen a la Madre Teresa que hay demasiadas criaturas en la India, ella responde: ¿Piensa usted que hay demasiadas flores en el campo? ¿Demasiadas estrellas en el cielo? Mire a esta niña, es portadora de la vida; ¿no es una maravilla? ¿Cómo no quererla?
El aborto es un homicidio en el vientre de la madre. Una criatura es un regalo de Dios. Si no quieren a los niños, dénmelos a mí.
LA EUCARISTÍA
Cristo se convirtió en el Pan de Vida porque comprendió la necesidad, el hambre que teníamos de Dios. Y nosotros debemos comer este Pan y la bondad de su amor para poder compartirlo.
La eucaristía es el signo más tangible del amor de Dios por el hombre, ya que renueva permanentemente su sacrificio por amor a nosotros. Y es la Misa, nuestra oración diaria, el lugar donde nos ofrecemos con y por Cristo para ser distribuidos entre los más pobres de los pobres.
La eucaristía es el misterio de nuestra unión profunda con Cristo.
LA ESPERANZA
Lo único que Jesús nos pide en todo momento es que nos entreguemos absolutamente a
Él, que confiemos en Él plenamente, renunciando a nuestros deseos para cumplir con el camino que nos va trazando.
No es necesario que veamos claro si vamos progresando o no en el camino de la santidad. Lo importante es ir caminando en el Señor.
El camino a la santidad comienza dejándonos vaciar y transformar por el mismo Jesús, para que Él llene nuestro corazón y podamos luego dar de nuestra abundancia.
Buscándolo, porque su conocimiento nos hará fuertes.
Amándolo sin mirar atrás, sin temores, creyendo que sólo Jesús es la vida.
Sirviéndolo, rechazando y olvidando todo lo que nos atormenta, porque es Él quien nos ayudará en el camino elegido. No estamos solos. Confiemos en Él.
LA SOLIDARIDAD
Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios.
Dios siempre cuida de sus criaturas, pero lo hace a través de los hombres. Si alguna persona muere de hambre o pena, no es que Dios no la haya cuidado; es porque nosotros
no hicimos nada para ayudarla, no fuimos instrumentos de su amor, no supimos
reconocer a Cristo bajo la apariencia de ese hombre desamparado, de ese niño abandonado.
No cierren las puertas a los pobres; porque los pobres, los apestados, los caídos en la vida, son como el mismo Jesús.
SER FIELES EN LAS COSAS PEQUEÑAS
Seamos fieles en las cosas pequeñas, porque ahí estará nuestra fortaleza. Miremos el ejemplo de la lámpara que arde con el aporte de pequeñas gotitas de aceite, y sin embargo da mucha luz. Las gotitas de aceite de nuestras lámparas son las cosas pequeñas que realizamos diariamente: la fidelidad, la puntualidad, las palabras bondadosas, las sonrisas, nuestra actitud amorosa hacia los demás.
No hay nada que sea pequeño a los ojos de Dios, y Él mismo se tomó la molestia de hacerlas para enseñarnos cómo actuar. Por eso se transformaron en infinitas.
Las tentaciones las tenemos todos. Pero si Jesús es una realidad viviente en mi vida, entonces ya no tengo miedo.
Somos pequeños instrumentos, pero muchos pequeños instrumentos en las manos de
Dios puede hacer milagros.
Yo soy el lápiz de Dios. Un trozo de lápiz con el cual Él escribe aquello que quiere.
Empieza transformando todo lo que haces en algo bello para Dios.
CONOCERSE A SÍ MISMO
Nuestro examen de conciencia es el espejo en el que vemos nuestros logros y nuestras dificultades. Por eso debemos afrontarlo con sinceridad y amor. No perdamos el tiempo mirando nuestras propias miserias; elevémonos en la luz de Dios y busquemos la manera de hacer las cosas cada vez mejor.
Conocerse a sí mismo es muy importante para el amor, porque conocer a Dios trae el amor, y conocernos a nosotros mismos, la humildad. Por eso los santos pueden decir que se sienten grandes criminales, porque vieron a Dios y se vieron a sí mismos, y notaron la terrible diferencia.
Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado. Un alma sincera para consigo misma nunca se rebajará a la crítica. La crítica es el cáncer del corazón.
LA POBREZA DE ESPÍRITU
Dios no puede derramar algo donde ya está todo lleno de otras cosas. Jesús lo dijo: "No se puede servir a dos señores", refiriéndose a Dios y al dinero.
La pobreza, el desprendimiento de todo lo que nos ata y nos aleja de Dios, sea o no material, nos deja "vacíos", para que Dios puede entrar plenamente en nuestro corazón.
Las cosas deben ser siempre un medio, nunca un fin en sí mismas.