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 CAPÍTULO 59 - SER DEMASIADO EXIGENTE



Octubre 27, 2020, 04:33:32 am
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Desconectado Francisco de Sales

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CAPÍTULO 59 - SER DEMASIADO EXIGENTE
« en: Octubre 27, 2020, 04:33:32 am »
CAPÍTULO 59 - SER DEMASIADO EXIGENTE
- LO QUE NO ES APROPIADO -

Este es el capítulo 59 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.



Hay personas tan exigentes que cuando se les aparece el Príncipe -o la Princesa- Azul, dicen que no es el tono de azul que querían.

Defiendo a ultranza que cuando uno busca pareja tiene que tener claros aquellos asuntos en los que quiere ser irreductible y que los defienda y reclame su cumplimiento estricto. Me parece tan loable como indispensable.

También me parece adecuado dejar un poco de margen para que si alguien se aproxima bastante a lo que se está buscando, pero bastante, se colabore con él ayudándole un poco rebajando el nivel.

Porque el riesgo que se corre es que, dado que se ha demostrado que la perfección no existe, uno sea tan exigente que las condiciones que tiene que cumplir el otro llenen páginas y páginas, y que haya que ser tan especial, tan exquisito, y tan excelente, que resulte imposible poder llegar.

Si alguien es de este tipo de persona será bueno que revise si con su excesiva exigencia está poniendo el listón demasiado alto precisamente para que no haya quien lo pueda alcanzar; tal vez con eso pretende acallar a quien desde dentro le reclama sinceramente una relación –“ya lo estoy intentando”, se dirá a sí mismo- y estará colaborando al mismo tiempo con la parte suya que tiene un miedo tremendo a que realmente aparezca ese hombre, o esa mujer, ya que si se lo pone fácil puede que se quede sin excusas para seguir rechazando la relación de pareja.

O sea, que esté engañándose a sí mismo. Boicoteándose y al mismo tiempo quedando –aparentemente- impune.   

La realidad en el amor, y en la relación, se parece poco a lo que sucede en las novelas pasionales y tampoco es como el amor romántico o el amor galante, ni está acompañado a todas horas por una de esas  bandas sonoras que hay en las películas, ni es todo-todo-todo maravilloso.

Hay que aceptar que en la relación se pasan muchas horas juntos y con diferentes estados de ánimo, y que hay momentos en los que es necesario enfrentarse a situaciones tensas que no estaban previstas, y hay periodos en los que el amor es algo que se sabe presente o rondando pero no se ve, porque hay que dedicar toda la atención a resolver algún asunto urgente que ha aparecido, o porque uno está tan enfrascado en la búsqueda de las soluciones de lo rutinario o tan atento a su trabajo que no le cabe nada más y la demostración del amor queda en espera, para cuando llegue el momento de estar con la pareja y amarse. El amor está, pero no se ve ni se manifiesta en todos los instantes de lo cotidiano.

Esto me hace recordar algo que me contó una mujer. Decía que, a veces, en determinados momentos tensos, flaqueaban sus sentimientos con la sensación de que no quería a su marido. Sabía que era un pensamiento ajeno producto de la tensión del momento. Me decía: “a veces creo que no amo a mi marido, pero no me importa esa sensación efímera porque sé que le amo tanto…”

Ser demasiado exigente y querer vivir el amor de un modo supremo que no existe, es auto-condenarse al fracaso: es –y esto es más grave- privarse del placer de amar de un modo real, de la delicia de ser amado de un modo real, y de la maravilla de disfrutarlo de un modo real.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

- Conviene ser consciente de las limitaciones de la relación.
- El amor intenso y apasionado de 24 horas al día es improbable.
- Una excesiva exigencia no deja espacio al amor.
- Uno tiene derecho a exigir lo mismo que esté dando, pero… no se puede obligar a amar ni a entregar más de lo que uno puede entregar.


Francisco de Sales



 

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