CAPÍTULO 64 - DECIR LO MALO CUANDO SE ESTÁ ENOJADO
- LO QUE NO ES APROPIADO -
Este es el capítulo 64 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
Cuando haya que aclarar alguna asunto con el otro miembro, que generalmente es algo que ha sucedido o se ha hecho de un modo inadecuado, conviene esperar hasta serenarse, hasta que ambos estén en un momento en que puedan hablar de lo que haya sucedido sin alterarse y con la intención de encontrar entre ambos una solución y adquirir ambos un compromiso de solución.
Si uno de los dos está de mal humor, enojado, iracundo, o muy alterado, entonces la charla se puede convertir en una mala discusión que se llevará adelante incluso a sabiendas de que no es lo correcto. La mayoría de estas discusiones acaban convirtiéndose en una contienda. En esas peleas –porque acaban siendo peleas verbales- cada uno trata de imponer sus razones o criterios y le importa poco lo que diga el otro, porque no está receptivo a escuchar sino que está solamente atento a manifestar su enojo y a defender lo que considera que es su razón; no importa lo que piense o sienta el otro porque no se le escucha: sólo existe el interés por imponer el criterio propio y se está sordo a lo que el otro alegue –en ese momento uno se olvida del amor que le tiene y no piensa en la tontería disparatada que está cometiendo-, con lo cual el enfurecimiento va a más, ya que no se siente escuchado o comprendido, y de ese modo se forma una gran bola de nieve que rueda por una pendiente creciendo y creciendo camino de estrellarse… como se van a estrellar los dos.
El resultado es el distanciamiento, de posturas y en lo personal, y algo aún peor, y es que en ese momento se suele aprovechar para sacar otros trapos sucios y otras quejas que vienen de antes; se aprovecha para echar en cara todo lo negativo –olvidándose de lo positivo que también existe- y la situación se escapa de control: uno está fuera de sí y dice cosas de las que se va a arrepentir después. No por la cosa en sí, que puede ser cierta, sino por el modo en que lo hizo.
¡Con lo distinto que hubiera sido si se hubiera esperado hasta que se calmara el mal humor!
El otro, con el que se acaba de discutir, es el ser querido, es la persona con la que uno ha decidido pasar el resto de su vida. Es el amado, aunque ahora el mal humor tape todo eso y no permita que la objetividad y el amor estén presentes, y se merece respeto y ser bien tratado. Como a uno le gustaría ser tratado. Y quien no piensa en esto antes, que se imagine que hubiera sido él quien hizo algo que le puso de mal humor al otro y fuera tratado como él ha tratado al otro. Ya se sabe: no trates al otro como no te gustaría que te trataran a ti. Y, además, también se sabe, por las buenas se consiguen más cosas y mejores que por las malas.
Y aunque la relación ya esté en un momento tenso, o a punto de finalizar, tampoco esos son modos de hacer las cosas. Sólo por respeto al amor que hubo, a lo que queda de lo que hubo en común, y a que posiblemente haya que seguir en contacto por algún motivo, conviene hacer las cosas bien, de un modo correcto, respetuosa y educadamente.
Se puede esperar otro momento u otro lugar para hablar de los asuntos que son delicados o espinosos, y se puede y debe hacer desde la asertividad, que produce mejores resultados que los gritos y las descalificaciones.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- Contar hasta 10 o hasta 100.000 antes de discutir acaloradamente.
- Tener un pacto de no hablar de asuntos espinosos mientras no están ambos en calma y receptivos al diálogo constructivo.
- Saber escuchar ambos para poder escucharse bien ambos.
- La discusión fuerte y ofensiva es perjudicial para la relación.
Francisco de Sales