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 CAPÍTULO 69 - PERMITIR QUE EL AMOR SE CONVIERTA EN ODIO



Noviembre 06, 2020, 05:42:45 am
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Desconectado Francisco de Sales

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CAPÍTULO 69 - PERMITIR QUE EL AMOR SE CONVIERTA EN ODIO
« en: Noviembre 06, 2020, 05:42:45 am »
CAPÍTULO 69 - PERMITIR QUE EL AMOR SE CONVIERTA EN ODIO
- LO QUE NO ES APROPIADO -

Este es el capítulo 69 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.


Es posible que el amor que hubo y desapareció llegue a convertirse en una notable falta de interés, pero, por respeto a la persona que fue antes fue amada, o por respeto al amor que hubo, es mejor parar la relación antes de que llegue hasta el desamor más duro, ese que puede llegar hasta la crueldad desalmada, hasta el odio extremo, o hasta el deseo de la mayor maldad y los mayores infortunios contra el otro. Maldad que incluso puede llegar a hacer daño a uno mismo, como todas las maldades, porque en otro momento posterior más sereno, cuando haya pasado un tiempo y comience a aparecer la calma, tal vez la persona tenga que cargarse, además, con el punzante peso del mal que hizo intencionadamente.

Las relaciones pueden llegar a ser muy complicadas y en muchas ocasiones sólo el amor o el cariño permiten que sean más llevaderas, porque ayudan a que ambos sean comprensivos, amables, pacientes, o empáticos. Es bueno mantener el cariño vivo si la relación muere porque, lógicamente, hay que ponerle un final a todo lo que acaba, y conviene hacerlo bien.

Con esto quiero decir que –generalmente- el otro integrante no va a desaparecer evaporándose y llevándose todos los recuerdos de forma que no quede nada de su paso. Para mal, o para bien, va a seguir activa la relación durante un tiempo, o durante el resto de la vida, así que es mejor –por y para uno mismo y también por y para el bien de ambos- tratar de hacer que el contacto con el otro y con sus recuerdos sean respetuosos, para evitarse perjuicios y dolores.

Lo contrario al amor no es el odio, como algunas personas suponen, sino la indiferencia. Cuando una persona resulta indiferente no se siente hacia ella ni pasión ni repugnancia, así que es el estado ideal para tratar con quien fue la pareja y ya no lo es, para evitar que remueva todos los sentimientos.

Es más sencillo -y más cómodo y menos hiriente para uno mismo-, comenzar a envolverle en una capa de indiferencia para que al nombrarle o recordarle todo sea más manejable. ¿Cómo?, teóricamente es sencillo: no permitiendo que nos altere, tratando de comprenderle y comprender sus errores lo mismo que hemos de comprender los nuestros, enviándole amor –sí, soy consciente de lo que he escrito y no me he equivocado-, dándole libertad y permiso desde el corazón para que siga su vida. Desapegándose.

Si no salió bien, es mejor desligarse del asunto lo más rápidamente posible antes de que se convierta en hiriente y destructivo.

Odiar no sirve para nada bueno.

Resulta más perjudicado quien odia que quien es odiado.

Odiar requiere una tensión de rabia y un gasto de energía y de atención que se puede dedicar a otra cosa más positiva y benefactora, y además impide actuar inteligentemente.

La indiferencia es lo adecuado. Tratar de despojar al otro de cualquier sentimiento positivo o negativo que se tuviera hacia él o hacia ella, y de este modo quitarse un gran peso emocional de encima.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

- No acumular rencor: es autodestructivo.
- Odiar es un gasto innecesario de tiempo y energía.
- Pensar que mientras uno amó al otro fue feliz.
- El otro es un Ser Humano y se merece comprensión. No necesita nuestro odio cuando ya posiblemente tenga el suyo propio.
- Cuando uno se separa se queda consigo mismo, o sea con la mejor parte.


Francisco de Sales



 

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