CAPÍTULO 84 - SI NO CEDE ÉL, NO CEDO YO
– EQUIVOCACIONES HABITUALES -
Este es el capítulo 84 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
“En el verdadero amor no manda nadie; obedecen los dos”.
(Gabriel García Márquez)
“Pues si no me habla él, yo tampoco le hablo. Eso es lo que voy a hacer.” Extraña situación y extraña decisión. Pero así sucede a menudo.
Si queda amor, y quedan ganas de solucionar los conflictos que van surgiendo, y si no hay en ello una sensación de sometimiento, o de sumisión y derrota, que vaya a causar un daño moral posterior, lo mejor es apearse de la intransigencia y proponer la reconciliación o la solución del conflicto a la mayor brevedad. Pero que no sea o no se interprete como una rendición, por lo desagradable que eso conlleva.
Si hay amor por amabas partes, el que cede es el más inteligente. Así de claro.
El que cede es el que se da cuenta de la inutilidad de una actitud de pataleta infantil que va poniendo más distancia entre ambos mientras más tiempo pase.
Si hay amor por amabas partes, el que cede demuestra amor.
Ser excesivamente riguroso en este aspecto –o cualquier otro similar- crea entre ambos un tipo de relación en la que prima la demostración de poder o de intransigencia, donde ninguno quiere ceder, y si no le queda más remedio que hacerlo, malhumorado y resentido se reserva el derecho de venganza para otro momento.
Ceder siempre y convertir eso en una costumbre tampoco es adecuado, porque eso puede hacerle creer al otro que puede repetir su actitud incorrecta una y otra vez con la seguridad de que va a ser el otro quien ceda.
Este es un asunto, como tantos otros, a tratar entre ambos para encontrar la solución apropiada.
La relación no ha de convertirse en una competición de testarudez, ni de soberbia, ni de altivez, y si ha de ser una competición que sea de ver quién ama más.
No se trata de quién ignora más a quién, sino de ver quién se anima a decir lo que realmente siente.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- El que cede es el más inteligente. Así de claro.
- El que cede demuestra más amor.
- Ceder siempre no es apropiado. Hay que vigilar que ceder a veces no le haga creer al otro que se va a ceder siempre y que es el poderoso.
- Está bien ceder pero no callando. Conviene hacer referencia a lo que ha sucedido, revisar qué ha llevado a esa situación de enojo, y dejar clara la postura y la opinión personal.
- Decir “cedo en esta ocasión, pero sigo pensando que no tienes razón o que no has actuado adecuadamente” puede ser apropiado.
Francisco de Sales