CAPÍTULO 95 - HACER UN NOVIAZGO DEMASIADO CORTO
-LO QUE PUEDE PASAR POR NO SABER-
Este es el capítulo 95 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER
El noviazgo no debería ser otra cosa que un período de conocimiento y prueba, cuyo objetivo es acumular la máxima información sobre el otro de cara a conocer las afinidades o las incompatibilidades que llevarán la convivencia a buen término o al fracaso.
Debería ser casi una disección fría y analítica del otro y de todas sus características y concurrencias, de cara al éxito del posterior entendimiento cuando estén juntos. Porque el amor es importante pero no es suficiente. Aunque esto suene tan exento de romanticismo, es cierto. También hay que valorar, por supuesto, y mucho, el grado de amor real y consolidado -no de enamoramiento- que haya entre ambos.
Lo que pasa es que, en mi opinión, el enamoramiento –que es un batiburrillo en el que se mezcla algo que es parecido a lo que se supone que es el amor junto con el deseo sexual, más el interés por tener pareja, con el añadido de la ensoñación de lo que se desea que se convierta en eterno, y la ilusión por ser el centro de interés y atención del otro, junto con otros variados ingredientes-, desplaza a la razón y atolondra a la realidad, y hace perder la parte de objetividad que toda relación amorosa también requiere.
El enamoramiento puede suplantar incluso al amor, y hacer que lo confunda quien no es experto en ello. O sea, casi todos.
Porque no basta con la magia que el enamoramiento aporta a la pareja, con ese estado maravilloso y casi irreal que produce, ni con la buena voluntad que se les supone a ambos: hace falta tener la firmeza constante de querer sacar la relación adelante, y disponer de grandes reservas de amor auténtico –amor, y no solamente enamoramiento- para lograrlo.
Quien está enamorado está viviendo unas sensaciones y satisfacciones que hasta ese instante no tenía, y le entra una urgencia loca por emparejarse, para que eso que está viviendo en los ratos en que se ven, en los ansiados ratos que está con él, o con ella, sean continuos cada segundo de su vida. (Hasta ahí, es el deseo. Ya vendrá más adelante la realidad a poner las cosas en su sitio)
Considero que invertir en el noviazgo todo el tiempo que sea necesario hasta atravesar la deslumbrante y posiblemente embaucadora etapa de enamoramiento, para poder llegar a comprobar que el amor idealizado no solo no se apaga sino que se consolida en amor cierto, es imprescindible.
Considero que alargarlo hasta que la certeza y la confianza se instalen definitivamente y se asienten con visos de permanencia definitiva, por esa seguridad irreductible que aporta el amor verdadero, es una buena inversión.
Por eso es conveniente evitar cualquier circunstancia que precipite lo que no se debe precipitar. Me refiero a intromisiones de desconocida intención por parte de otros, familiares y amigos, alentando una urgencia por consolidar la relación. Y me refiero, también, a cualquier otro acontecimiento, como, por ejemplo, un embarazo no deseado y antes de tiempo que puede precipitar que se tome una decisión que, tal vez, con un poco más de tiempo se hubiera demostrado que no era la acertada.
El noviazgo es el tiempo de hacer la máxima cantidad de comprobaciones que puedan avalar la perdurabilidad de la pareja en ciernes. Es tiempo de dialogar hasta la saciedad para conocerse, tiempo de preguntar y preguntarse todo, tiempo de mostrarse natural y auténtico tal como se es, de exponer claramente anhelos y necesidades, lo que se está dispuesto a ceder o no, lo que es innegociable, lo que se va a aportar y lo que se espera; de dotar de la máxima transparencia y de la máxima firmeza a la relación; de construir sólidamente, con verdad y con ganas, de marcar el comienzo de lo que se espera llegue a ser un futuro lleno de cosas buenas y carente de arrepentimientos y dolor.
Tiempo de auténtica verdad en el queda prohibido cualquier tipo de mentira o de auto-engaño.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- Hay que permanecer en el noviazgo hasta tener absolutamente claro que la persona con la que uno se quiere emparejar es la adecuada.
- Conviene aceptar a la persona tal como es, y no reservar para después de la boda una intención escondida de querer cambiarle. Piénsalo… ¿prefieres que te cambien al gusto de la otra persona o seguir siendo tú mismo?
- “Conmigo cambiará, por amor” es un autoengaño inaceptable. Las personas sólo cambian si ellas quieren cambiar. Nada más.
- El noviazgo es el tiempo de conocimiento –en TODAS las facetas- y evaluación. Es la etapa en la que no hay un compromiso consolidado y se puede abandonar sin los traumas que causará un abandono después de la boda o del compromiso de emparejamiento.
Francisco de Sales