¿PORQUÉ NO PUEDO SER FELIZ?
En mi opinión, la felicidad y la infelicidad son estados absolutamente subjetivos. Ya se sabe que la misma cosa que a uno le hace feliz o infeliz no siempre consigue el mismo resultado en otra persona, lo que confirma que no es “la cosa” la causante, sino cómo ve o cómo recibe o cómo clasifica cada uno esa cosa o los sucesos o los pensamientos.
Se sabe que LO IMPORTANTE NO ES LO QUE TE PASA SINO LO QUE TÚ HACES CON LO QUE TE PASA, que viene a ser lo mismo del párrafo anterior pero dicho con otras palabras.
Uno decide, consciente o inconscientemente -más a menudo esto último-, a qué cosas les da autorización para que uno mismo responda ante ellas con agrado o con espanto, y qué cosas permite que le encanten y cuáles le tienen que provocar rechazo.
Si sentir una u otra cosa fuese siempre una decisión consciente, se eliminarían gran parte de los problemas que causan las emociones cuando las convertimos en sentimientos, porque de ese modo uno seleccionaría y autorizaría a ciertas cosas a provocarle sensaciones agradables -similares a la felicidad- y otras cosas las descartaría sin permitir que le afectasen de algún modo.
Un buen control de la mente permitiría seleccionar ante qué cosas emocionarse y sentir que tocan ese punto que le corresponde a la felicidad, y cuáles no tienen que afectar. Sí, lo sé, somos humanos y tenemos emociones pero podemos permitirnos vivir la emoción hasta su extinción sin autorizarla a que se convierta en sentimiento y de ese modo nos perjudique.
¿Qué es la felicidad realmente? Esta pregunta conviene encararla añadiendo algo que es vital: “…para mí”, porque no es importante la definición académica de la palabra ni el concepto que tienen otros, porque ya hemos visto que es algo subjetivo.
Según el diccionario es un “estado de grata satisfacción espiritual y física”, pero se ha comprobado que los que no tienen en cuenta la espiritualidad, ni les importa, también pueden alcanzar la felicidad y una satisfacción física tampoco aporta la felicidad. Una satisfacción física puede ser una buena comida y eso da placer, pero no produce felicidad en el concepto real de felicidad. Dice el diccionario que también es la “ausencia de inconvenientes y tropiezos” y supongo que estaremos todos de acuerdo que esa ausencia puede producir tranquilidad, incluso bienestar, pero no felicidad.
¿QUÉ ES LA FELICIDAD PARA MÍ?
En parte la felicidad depende de la personalidad que uno va desarrollando; el autoconcepto y la autoestima influyen claramente en tener el acceso más fácil o complicado; el conformismo y la aceptación natural de las cosas o la excesiva autoexigencia lo ponen más accesible o casi imposible, porque a veces se ponen demasiadas condiciones que son difícilmente alcanzables; ser optimista es interesante y el hecho de tener buen humor le hace vivir a uno situaciones y estados que se asemejan mucho a la felicidad y que se pueden sentir como felicidad. Si uno siente esos estados a menudo, puede llegar a creer que es feliz; la creencia en que uno es feliz facilita la presencia de la auténtica felicidad.
¿Qué es la felicidad?, ¿qué es la infelicidad? al no tener entidad propia no son más que reacciones emocionales ante ciertos sucesos o estados. La aceptación o el rechazo ante lo que sucede pueden decantar el mismo hecho hacia un sitio u otro.
El acceso fácil o dificultoso a la felicidad depende en gran parte de cada uno, de su nivel de exigencia a la vida y de autoexigencia hacia sí mismo, de que comprenda el sentido real de la felicidad o que se conforme con el sucedáneo que son las risas, la diversión, o el placer, que son muy agradables, necesarios, enriquecedores y satisfactorios, pero la conformidad con esos deleites externos pueden impedir seguir indagando en el objetivo real, en la fuente del bienestar y la buena autoestima, que está en la felicidad interna, la que uno siente en el interior.
Se puede entender mejor si somos capaces de imaginarlo en dos niveles: el que corresponde a lo externo, a lo que se manifiesta solamente en la cara o con una carcajada, que es lo que aporta una satisfacción explosiva, inmediata, visible, y que serían los placeres más corporales.
El otro nivel no conlleva necesariamente esa manifestación notable externamente, es más una sensación de agrado y complacencia general y no está centrada en una sola cosa sino que es más una sensación general de beatitud, de completitud; el hecho de sentir esa felicidad le hace a uno sentirse pleno, colmado, no necesitado de otra cosa.
Ese estado que se puede llamar de felicidad/plenitud está más asentado y firme, no se bambolea en función de los estados externos, de las alteraciones por los disgustos o la no realización de proyectos y deseos, sino que es algo que pervive por encima de los altibajos de las circunstancias. Cuando uno alcanza ese estado en que se sabe feliz lo sigue siendo en los momentos de disgustos, cuando llora y mientras duerme. No necesita de motivaciones satisfactorias externas para saberlo: uno no “se siente feliz”, sino que uno es feliz.
Relacionarse a menudo con la infelicidad depende en gran medida de cada uno, de la excesiva autoexigencia y las excesivas condiciones que uno imponga para serlo. Si uno se instala en las cosas que le hacen infeliz eso hará que lo que le vaya sucediendo se etiquete directamente con un adjetivo que se va a interpretar como agresivo y destructivo de la paz.
Te sugiero que no caigas en ese error habitual de buscar la felicidad fuera de ti mismo. Recuerda que fuera están los placeres, pero no la felicidad.
Ya lo sabes: la felicidad y la infelicidad dependen exclusivamente de ti, de las condiciones que impongas a ambas para que se instalen en ti. Eso quiere decir que una y otra dependen de tu apertura a cada una de ellas. Tú eliges. Y si eres consciente de la transcendencia vital que tiene este asunto… lo hará con mucha precaución. Personalmente recomiendo que escojas la felicidad como principio básico de vida.
Te dejo con tus reflexiones…