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 CAPÍTULO 99 - ¿DISCUTIR O NO DISCUTIR?



Diciembre 06, 2020, 06:40:36 am
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Desconectado Francisco de Sales

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CAPÍTULO 99 - ¿DISCUTIR O NO DISCUTIR?
« en: Diciembre 06, 2020, 06:40:36 am »
CAPÍTULO 99 - ¿DISCUTIR O NO DISCUTIR?
-LO QUE PUEDE PASAR POR NO SABER-

Este es el capítulo 99 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER

“En una discusión no importa si uno gana y otro pierde, lo que es importante y es seguro –si no se hace bien- es que la relación pierde”.

“Las discusiones indican que hay algo que se puede y se debe mejorar”.

“Las parejas que jamás discuten están calladas en el fondo de algún lodazal del que algún día uno de los dos saldrá –y se marchará- para poder seguir respirando”.

DISCUTIR: (Del lat. discut?re, disipar, resolver). Dicho de dos o más personas: examinar atenta y particularmente una materia.

Generalmente, cuando hablamos de “discutir”, en general lo asociamos más a pelearse, a una lucha acalorada, a gritar como posesos, a reprochar, a criticar, a agredirse física o verbalmente, y a acabar mal. Muy mal.

La palabra, según dice la Real Academia Española, en su origen significa disipar y resolver. Y ambas cosas son excelentes cuando se pretende clarificar cualquiera de los malentendidos o inconvenientes que se derivan, casi inevitablemente, de cualquier relación entre dos personas                –distintas entre sí- que conviven juntas. Disipar, mediante el diálogo constructivo y respetuoso, y resolver, mediante la aclaración y el discernimiento.

La teoría de una discusión es muy buena: tenemos un desacuerdo, nos sentamos tranquilamente, nos miramos a los ojos, nos cogemos de las manos, sonreímos, cada uno habla en su turno sin interrumpir al otro –o solamente cuando hay que pedir más información para aclarar algún concepto-, usamos para ello por favor y gracias, mantenemos un tono de voz cordial y animoso, somos respetuosos y comprensivos, ponemos toda nuestra empatía en juego, volvemos a sonreír, solucionamos el asunto, nos abrazamos, nos besamos, y suena de fondo una banda sonora romántica.

La realidad es otra. Si no respetamos las normas básicas de educación y convivencia, ni respetamos al amor que nos profesamos, acabamos utilizando ese asunto que teníamos que tratar como lanzadera de todo cuanto tenemos acumulado pendiente de encontrar la ocasión para explotar.

La discusión, bien llevada, es sana y aporta a la relación, porque se pueden sacar conclusiones interesantes o se pueden aprender cosas que sin duda enriquecerán a la pareja.

Lo que hay que vigilar antes y durante una discusión es que el motivo inicial no esté escondiendo en realidad otro motivo que sea distinto. Casi todos tenemos algo -algún detalle pequeño o grave- que no nos termina de gustar de nuestra pareja. Lo callamos porque la amamos, porque somos comprensivos, o para evitar conflictos, pero cuando llega un momento en una discusión en que uno pierde el control –cosa que no debería pasar pero a veces pasa- y la discusión amable se convierte en un enfrentamiento directo, salen a relucir cosas acalladas pero en un tono y momento que no es el adecuado y de un modo que no es el correcto. Es curioso, pero casi nunca se pelea por el motivo que se cree. Casi siempre hay “algo más”.

Lo que sí conviene tener presente en toda discusión es que haya un acuerdo al final. Que sirva para algo positivo y que no sea otra brecha más en la relación, una distancia que se acrecienta, o el inicio de unos cuantos días sin hablarse, reconcomiéndose por dentro y encharcados en el rencor.

No hay que perder de vista que el motivo de una discusión siempre es o ha de ser la mejora de la relación. El beneficio para la pareja como tal. Por eso se discute. Para aclarar, para modificar, para resolver, para estrechar más los lazos, para mejorar la convivencia.

¿Discutir?, Sí. Pero respetando al otro, respetando a la pareja, y respetándose uno mismo.

¿Es mejor callar y sufrir antes que discutir? No. Hay que discutir hasta que las cosas se aclaren. Pero si alguno de los dos se da cuenta de que la discusión está siendo otra cosa distinta, entonces sí es mejor pararla y seguir en otro momento.

Eso sí, tal vez no esté de más recordar y acordar ambos las normas básicas antes de ponerse a discutir, y tranquilizar al otro si se sale de sus casillas en vez de contraatacarle.

Y no olvidar: en una discusión se trata de encontrar una solución y no de encontrar un culpable. Una opción tan interesante como es una discusión ha de tener una utilidad positiva y no quedarse en un desgaste emocional y de la relación como tal.

En la vida real, todas las parejas, antes o después, más o menos, mejor o peor, discuten. Lo que convierte en espinoso a las discusiones es qué es lo que las provoca y cómo las afrontan.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

- No hay que perder de vista que el motivo de una discusión siempre ha de ser la mejora de la relación. Si no es con esa intención, se convierte en  una discusión inútil que sólo destruye la relación.
- En una discusión se trata de encontrar una solución y no de encontrar un culpable.
- Discutir, sí. Pelearse, no.
- La prudencia y el amor han de estar presentes es una discusión.
- Discutir es exponer, preguntar, negociar, comunicación, resolver.


Francisco de Sales




 

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