En nuestra infancia y adolescencia nos hemos visto obligados a crear un Yo Ideal que cumpliera las expectativas que los otros han puesto en nosotros, o lo que pretendemos alcanzar ser porque creemos que así nos sentiremos mejor.
En ese Yo Ideal todo es perfecto, completo, excelente. La realidad nos demuestra que eso es imposible de cumplir. Y eso, al ego le causa frustración.
Pero uno no es su ego, sino el Ser Humano: la completitud de aunar lo Humano con lo Divino, y el reconocimiento de ambos como parte indisoluble en este momento.
El ego, y el Yo Ideal, tratan de agradar a los otros para recibir su reconocimiento y sentirse entonces mejor; el incumplimiento de las expectativas de otro, o de la sociedad, o del ego, o del Yo Ideal, provoca una insatisfacción personal de cualquiera de ellos, o de todos, y eso se traslada a una sensación de incomodo, o de insatisfacción personal, en la que el Ser Humano se siente afectado, o involucrado, cuando en realidad no tiene nada que ver con ello.
Aprender a distinguir esto es beneficioso para la estabilidad personal y para el estado de la Autoestima.
El conflicto del Ser Humano comienza cuando acepta ser lo que los otros le dicen que es, o sea, cuando deja de ser él mismo para convertirse en el personaje.
El reto es dejar de ser el personaje para ser uno mismo, sea quien uno sea, o lo que se uno sea. Pero ser uno mismo.
Más información sobre el Yo Ideal:
http://www.scribd.com/full/36893655?access_key=key-2haxp7xt3a4k3x1fg2cg(Basado en ideas de Antonio Blay)