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 CAPÍTULO 104 - BUSCAR LA PAREJA PERFECTA



Diciembre 13, 2020, 06:51:49 am
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Desconectado Francisco de Sales

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CAPÍTULO 104 - BUSCAR LA PAREJA PERFECTA
« en: Diciembre 13, 2020, 06:51:49 am »
CAPÍTULO 104 - BUSCAR LA PAREJA PERFECTA
-LO QUE PUEDE PASAR POR NO SABER-

Este es el capítulo 104 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER


No existen.

Así de claro.

El hombre perfecto, no existe.
La mujer perfecta, no existe.
La pareja perfecta, tampoco.

Y mientras antes se acepte esto, será mucho mejor. Se evitará el derroche de una gran pérdida de tiempo y se le evitarán unas cuantas taquicardias al corazón.

Toda persona, por el hecho natural de Ser Humano, ineludiblemente es imperfecta. No se puede evitar. Siempre ha sido así, es así, y será así.


Es interesante que la pareja sea una de esas personas que están en un Proceso de Autodescubrimiento, o en un Camino de Espiritualidad y Desarrollo Personal, porque con ello ya se demuestra que, aunque no llegue a la perfección, hace todo lo posible por evolucionar y ser mejor cada día. Es mejor pensar en quien sea inteligente, quien sepa relacionarse y comunicarse bien, quien tenga un concepto claro de lo que es una relación y esté dispuesto a aportar lo que se necesita para ello, que sea receptivo y abierto, que sepa escuchar y comprender sin juzgar, que no sea criticón… que tengan tantas cualidades que, aunque no sea perfecto, tampoco se eche mucho en falta.

La relación de pareja perfecta puede existir o no existir. Sí existe, o no existe, dependiendo de que se quiera imponer un criterio muy exigente de perfección, en cuyo caso la respuesta es NO; SÍ existe si ambos tienen claro lo que es su relación, y lo que quieren, y ambos cumplen y aportan su parte del compromiso. NO existe si lo que se espera es que él sea Don Perfecto en todo lo que hace, y ella la Maga Adivina que conoce lo que uno desea y lo convierte en realidad antes de que lo pronuncie. SÍ existe, si ambos tienen una capacidad ilimitada de amor para el otro y una comprensión generosa que sabe percibir los estados de ánimo e intuye cómo debe comportarse en los momentos delicados y cuándo es mejor sólo escuchar y callar y cuándo hay que dar un abrazo.

La ansiedad por tener una pareja que sea perfecta condena al fracaso cualquier relación porque, repito, no existe lo perfecto. Todas las relaciones que se inicien con esa exigencia irrealizable fracasarán, porque no llegarán a ser tan perfectas como cuando se idealiza.

Y esa misma ansiedad por la excelencia provocará un estado alterado en el que uno no se mostrará con la naturalidad que lo haría desde una situación normal o relajada; se comportará de un modo angustioso, y el otro se encontrará con una mujer alterada, apesadumbrada, o con un hombre desazonado, inquieto… y sólo pensará en salir corriendo, porque la posibilidad de pasarse el resto de su vida con uno alguien así asusta a cualquiera.

Hay otros valores que igualan o mejoran a la idea de perfección. Por ejemplo:

Sensato, Maduro, Realista, Razonador y Razonable, Formal, Ponderado, Discreto, Amable, Sereno, Juicioso, Inteligente, Capaz, Prudente, Reflexivo, Equilibrado, Objetivo, Práctico, Honrado, Legal, Justo, Bueno, Bondadoso, Comprensivo, Asequible, Tolerante, Amistoso, Complaciente, Ecuánime, Íntegro, Honesto, Decente, Digno, etc. Y lo mismo, en femenino.

Si tiene bastantes de estas cualidades o características, puede ser más que suficiente.

Y es mejor ser realista que fracasado.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

- Está bien aspirar a que la relación sea la mejor posible, pero empeñarse obsesivamente en la perfección –y no conformarse con menos- puede ser contraproducente.
- Es mucho mejor una leve pero tenaz insistencia en que ambos aporten lo mejor, y disfrutar lo que se logre, que sufrir por no alcanzar un esplendor que puede ser imposible.
- Las personas que no admiten en el otro las imperfecciones se perderán las virtudes.
- Buscar la pareja perfecta con una rigurosa exigencia puede ser una condena a una vida sin pareja.


Francisco de Sales



 

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