Padre mío
que estás dentro de mí,
y eres yo también.
Glorificados sean tu nombre y tu intención.
Siga instalado en mí tu Reino,
y hágase tu voluntad
en lo Divino y en lo Humano.
Dame hoy sabiduría.
Perdona que no siempre te reconozca,
como yo trato de perdonármelo;
no me dejes caer en el olvido de ti,
y líbrame de mi abandono.
Así sea.