CAPÍTULO 135 - NO IR EN IGUALDAD DE CONDICIONES A LA RELACIÓN
-CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA-
Este es el capítulo 135 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER
Este asunto ya es muy repetitivo. Se da en demasiadas ocasiones.
Sucede, sobre todo, en países donde la cultura machista está muy extendida, o donde la mujer no tienen acceso a una buena educación o a tener una profesión que le permita mantenerse por sí misma, y se repite continuamente en mujeres con baja autoestima, en mujeres que ya han sufrido un abandono o una ruptura sentimental –y no quieren volver a pasar por el trance-, y en las que consideran como un inconveniente que las minusvalora el hecho de que no son muy agraciadas físicamente o que ya son un poco mayorcitas.
Estas mujeres, en algunos casos, ven la relación como un modo de no estar solas el resto de su vida –aunque acaben con un hombre a su lado, pero mucho más solas- y, en otros casos, lo ven como una forma de tener garantizado un techo y comida aunque el precio a pagar por ello sea, emocionalmente y por las renuncias, demasiado elevado.
Sin duda, acuden a la relación en inferioridad de condiciones, renunciando veladamente a sus derechos, y conformándose con las migajas de amor o atención que el otro les quiera dar.
No van del modo apropiado ni en las condiciones adecuadas.
En mi opinión, la relación no ha de ser la unión de dos personas que completan el ciento por ciento sumando lo que aportan entre ambas, sino que ha de componerse de la aportación de un cincuenta por ciento por parte de cada una de ellas. Eso en cuanto a la parte emocional o sentimental de la relación. Otra cosa es que luego cada uno de ellos aporte más porcentaje en economía o en cuidado de la familia, pero en la parte amorosa –que es la base y el motivo de la unión- ambos han de aportar por igual, porque no hacerlo así no es algo que se pueda compensar con otra cosa. No es válido justificarse con algo del estilo de: “Tú eres la que más amas de los dos y la que más hace en la casa y por la familia, pero yo soy el que aporta el dinero para que podamos vivir aquí y con eso ya cumplo mi parte”.
Por eso no es buena idea incorporarse a una relación yendo de antemano minusvalorada y vencida, menospreciada o acomplejada, deprimida o desesperanzada, o en un mal momento de la vida, porque se corre el riesgo de conformarse con cualquier persona y cualquier situación antes que seguir como se está; de ese modo se está planteando la relación equivocadamente desde el principio, porque uno tal vez no está buscando amor, sino cuidado, acogida, compañía, alguien que le solucione los problemas, y eso no es más que un parche provisional, porque cuando un día salga de ese estado de problema y confusión, y se pregunte dónde está el amor, comprobará que no está a su lado, y eso le dejará muy triste.
En mi opinión, cuando uno va a compartir su vida con otra persona, debería hacerle un planteamiento parecido a este: “Préstame mucha atención, estate muy pendiente de mí y cuídame como a un tesoro, porque soy una persona excelente y para ti he de parecer un Ser Humano excepcional. Y tú vas a ser, de entre todas las personas del mundo, quien tenga el privilegio y la dicha de disfrutar de mí, de mi compañía, de mis atenciones. Siéntete muy satisfecho y orgulloso por haber sido el elegido. Pero no decaigas en tu atención, porque si no me tratas del modo adecuado te dejaré y será otro quien tenga el honor de ser mi compañero”.
Tan rotundo. Tan exigente. Esta es la idea.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- La relación ha de ser enriquecedora PARA AMBOS.
- Cada uno ha de mostrar su dignidad en la relación, y cada uno debe ADMIRAR al otro –en alguna faceta- como condición indispensable. Me costó mucho comprender esto, pero el día que lo comprendí cambió mi concepto de la relación y de la otra persona de la pareja.
- Como Seres Humanos todos tenemos valor. El valor de cada persona no lo determinan los conocimientos ni la riqueza ni la posición social, sino su conducta y su esencia.
Francisco de Sales