CAPÍTULO 159 – QUERER VIVIR DEL AMOR YA MUERTO
-CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA-
Este es el capítulo 159 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER
No es bueno vivir en las ruinas de un amor roto.
El amor, cuando ya deja de ser amor vivo, se convierte en un vacío mortecino muy difícil de transitar y hasta se puede llegar a convertir en algo destructivo.
En el lugar que antes ocupaba el amor aparece un estado de una solitud dolorosa –más solitaria y más dolorosa que cuando no se estaba en la relación-; al principio desconcierta por la acumulación de sentimientos desordenados, en el que va brotando la rabia de la insatisfacción al mismo tiempo que minúsculos brotes de ira, una pena de la que uno mismo se culpabiliza aunque desconoce el motivo real de la pena, un revoltijo de emociones contradictorias presididas por una nube gris, y una sensación de que lo que se tiene está lejos de lo que se esperaba y es muy distinto, ya que no es suficiente y no cumple las expectativas.
Por mucho que se quiera estirar ese amor, que ya pertenece al pasado, resulta complicado seguir manteniéndolo como si estuviera vivo porque no lo está, y ni siquiera vale ni reconforta recurrir a lo que hubo ya que el paso del tiempo ha convertido en humo frío aquello que hubo, ni sirve la explicación conciliadora de que existe la obligación de cumplir con el compromiso adquirido –que se adquirió cuando eran otros los tiempos y otras las circunstancias-, ni el desánimo ayuda a evitar la sensación de derrota que implica el reconocimiento del descalabro, ni sirve seguir llorando y llorando mientras se espera el milagro que los dioses no están dispuestos a realizar.
Quien amó era otra o era otro, que no el de ahora, aunque tuviera el mismo nombre y apellidos, y a quien se amó entonces también era otro o era otra. Eran otros porque era otra la situación.
Es otra persona quien ahora ha cambiado aquel amor reluciente por un desamor apagado –en un ruinoso cambio-, y por ello debería resultar más sencillo desapegarse de aquella ilusión, o abandonar el pasado, porque no se está enamorado del otro actual.
Este –o esta- no te gusta, no te aporta, no te complementa. No es la persona que tú quieres y puedes amar, así que debería resultarte bastante más sencillo separarte si comprendes –no en la mente, sino en el corazón-, esto que acabas de leer.
Si te permites dejar que resuene esta verdad dentro de ti, comenzarás a sentir una liberación, un descanso en el alma, la sensación de que tu cuerpo se libera de un peso enorme y se estira, y si lo haces bien sentirás una tranquilidad y una fuerza que te guiarán en los próximos pasos que quieras dar.
Uno no se alimenta con lo que comió ayer, sino que necesita comida nueva. Lo mismo pasa con el amor: no vale el de ayer, sólo vale el de hoy.
Si lo que sientes ahora es rabia, o furia, o sólo te queda una cordialidad que sólo se sujeta con pinzas y nostalgia, y andas malviviendo de recuerdos, es tu propia decisión seguir de ese modo si es tu deseo, aunque también puedes escoger otra opción: reconocer que todo acabó, cerrar el ciclo y abrir uno nuevo.
Si no tienes un amor actualizado ahora, tú decidirás si con recordar lo que hubo te es suficiente o no.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- El amor es un ser vivo y si no se alimenta a diario… muere.
- Conformarse sólo con lo que hubo es muy pobre.
- La relación es una creación de ambos. Es el primer hijo que han tenido. Es responsabilidad de ambos mantenerlo vivo.
- Ese “prometo amarte eternamente” que alguna vez se dijo hay que cumplirlo.
Francisco de Sales