LA PRIMERA FORMA DE BONDAD ES AMARSE
En mi opinión, estaba muy acertado Schopenhauer cuando dijo que “la primera forma de bondad debe estar dirigida hacia nosotros mismos”.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, se ordenó. He buscado con atención bastantes de las traducciones que se han hecho del original en que se escribió y los matices que se diferencian son leves y no cambian la esencia de la frase, que viene a decir que hay que amar al prójimo –de hecho se presenta como un Mandamiento, más concretamente el segundo en el orden- pero que hay que amarle en la misma medida y cantidad, de la misma forma y con la misma intensidad, con la que uno se debe amar a sí mismo. Eso es lo que quiere decir “como”.
Si la frase se interpreta de otro modo, entendiendo que uno ha de amar al prójimo como se ama a sí mismo… uno tendrá que amarse mucho para poder entregar al prójimo un amor de calidad. Y si da más de lo que se da a sí mismo, será un amor falsificado construido sobre una base de desamor propio, será un esfuerzo por agradar, pero no será real.
A quien le cueste trabajo amarse, porque no sabe, porque no le han enseñado, porque cree no ser digno de recibir amor, porque se está castigando consciente o inconscientemente, se le recomienda que empiece por eliminar las fuentes que nutren su propio desamor. Que evite las auto-agresiones verbales, el maltrato psicológico, las zancadillas y los castigos.
Es cierto que todos hemos cometido y seguimos cometiendo errores, pero bajo ningún concepto eso debiera ser motivo suficiente de desencuentro y enemistad con nosotros mismos. En los momentos en que no actuamos bien es cuando más necesitamos nuestro apoyo y nuestro acogimiento. Lo que menos necesitamos es que al malestar que ya nos provoca por sí el hecho de haber cometido un error se añadan los reproches, las malas caras, los menosprecios o los desprecios, los castigos. Fustigarnos y criticarnos en exceso no aporta nada positivo y sí mucho negativo. Nos distancia más de nosotros mismos, afecta directa y negativamente a nuestra Autoestima
Todos los errores tienen algo positivo: nos enseñan lo que no queremos, lo que no nos gusta, lo que nos parece inadecuado, y nos sirven como aprendizaje de lo que no queremos repetir. Su función debería llegar solamente hasta ahí y no seguir dañando más.
La primera forma de bondad la hemos de poner en práctica con nosotros: la comprensión, el Amor Propio, la dignidad, la comprensión y el perdón… esas cosas aplicadas en uno mismo -con la misma rapidez y facilidad con que las aplicamos con otros- servirían para que este camino por nuestra vida fuese menos agresivo y más placentero.
“La letra con sangre entra”, se decía antes. Ya eso quedó inadecuado. “La letra con amor entra” es más acertado y menos doloroso. Con amor funciona todo mejor.
La bondad es la cualidad de bueno, la natural inclinación a hacer el bien, la amabilidad. Todo eso aplicado al trato con uno mismo se reflejará en un bienestar personal, en un acercamiento a la paz interna y externa, en un estado más feliz y benevolente que se verá reflejado posteriormente en el trato con los otros.
“Amarás al prójimo como a ti mismo”. Ámate mucho y bien y amarás mucho y bien.
Te dejo con tus reflexiones…