CÓMO MEJORAR LA AUTOESTIMA: LA CALIDAD FRENTE A LA CANTIDAD
¿Alguna vez te has preguntado por qué una persona con una capacidad media tiene éxito y es feliz, en tanto que otra con una capacidad excepcional no lo tiene y es desgraciada? La respuesta es la autoestima. Una buena autovaloración nos hace más seguras y seguros, más capaces y más libres, nos permite dar pasos hacia adelante para conseguir nuestras metas y desarrollar nuestras capacidades. Vamos a dedicar este artículo a cómo mejorar la autoestima, pero no cualquier autoestima, la buena… ¿Pero hay más de una?. ¡Atención! Responderemos a esta y otras preguntas y descubriréis que mejorar la autoestima está en vuestras manos.
QUÉ ES LA AUTOESTIMA
No paramos de escuchar la expresión: ¡Quiérete a ti mismo! Y sin duda es un buen consejo, pero podemos querernos muchísimo, y resultar poco útil sino lo hacemos adecuadamente. La expresión autoestima se utiliza tanto y en tantas ocasiones, que en estos tiempos donde importa –tal vez demasiado– el éxito, ha perdido su más valioso significado.
La autoestima se puede definir como la forma en la que nos valoramos, es decir, la opinión que una persona tiene de sí misma: de su apariencia física, de sus aptitudes, de sus cualidades personales y profesionales, de su vida afectiva… Es la confianza que tenemos en nuestras propias capacidades, recursos y habilidades para afrontar y acometer los retos y desafíos que nosotros y nosotras, y la propia vida, nos plantea. Y también es conocer y aceptar nuestras limitaciones, aceptarnos como personas imperfectas, y desde ahí avanzar y mejorar.
La autoestima es un valor frágil, que tiene mucho que ver con la coherencia con nuestros propios valores. Aumenta cuando vivimos en consonancia con ellos y disminuye cuando los traicionamos.
Es importante observar que avanzar hacia el logro de nuestras metas supone hacerlo por un camino consecuente con nuestra forma de entender y valorar el mundo, nuestras ideas y pensamientos.
Si tratamos de avanzar por un camino que no es coherente con nuestra forma de pensar, no sólo no lograremos ningún éxito, sino que nuestra autoestima, la valoración de nuestras capacidades se verá afectada.
Un aspecto muy importante en cómo mejorar la autoestima es nuestra forma de pensar y la coherencia entre esa forma de pensar y nuestra conducta.
CÓMO SE CONSTRUYE LA AUTOESTIMA
La autoestima se construye desde la infancia, desde el valor y concepto que tenían de nosotros nuestros padres y las personas significativas. Continuamos a lo largo de nuestra vida construyéndola en función de las experiencias que hemos vivido en relación a los demás, y de las valoraciones, interpretaciones y atribuciones que hacemos de esas experiencias. Podríamos decir que se desarrolla en función de los factores externos o ambientales, combinado a los factores internos: pensamientos al procesar las experiencias. Es fundamental tener en cuenta ambos tipos de factores para mejorar la autoestima.
FACTORES EXTERNOS AL CONSTRUIR LA AUTOESTIMA
La forma en la que nos miramos a nosotros mismos o a nosotras mismas se aprende. Por decirlo de algún modo, la “óptica” con la que nos vemos está influenciada por las experiencias, circunstancias, acontecimientos y situaciones que vivimos a lo largo de nuestra vida. La relación con otras personas influyen en esa “óptica”. Podemos terminar aprendiendo a usar un “gran angular” –esa óptica que deforma la realidad– o un “macro” –una óptica que ve hasta el mínimo detalle que para cualquiera pasaría desapercibido–. Los padres, la familia, los amigos, los profesores, todas las personas que consideramos significativas, tienen una influencia sobre la percepción que cada persona desarrolla de sí misma. Según los mensajes recibidos de quienes nos han acompañado a lo largo de la vida, se crea una percepción de uno mismo o una misma. Los mensajes que vamos escuchando se van grabando en nosotros y nosotras y definen el estilo de nuestro diálogo interno, la “óptica” con la que nos vemos.
FACTORES INTERNOS AL CONSTRUIR LA AUTOESTIMA
Los pensamientos, las valoraciones o interpretaciones que hagamos de las experiencias de nuestra vida median en el desarrollo de nuestra autoestima.
Vivimos experiencias que nos marcan, que se graban en nosotros o nosotras, y la interpretación que le demos a ellas es tan importante como las experiencias mismas.
La atribución que demos a nuestros éxitos y fracasos influirán de forma decisiva en nuestra autoestima.
El concepto de atribución es fundamental para comprender cómo se construye la autoestima internamente. Por ejemplo, no es lo mismo creer que hemos aprobado un examen por “suerte” –atribución externa–, a creer que lo hemos conseguido gracias a nuestro esfuerzo –atribución interna–. Un ejercicio básico para mejorar la autoestima es evitar la tendencia a considerar lo malo que sucede como atribución interna y lo bueno como atribución externa.
Al mismo tiempo, la forma de ver el mundo (la interpretación que hacemos del mundo) influirá enormemente en cómo nos sintamos y dicho sentimiento afectará a su vez a nuestros niveles de autoestima. Por ejemplo, hay personas que ante un fracaso consideran que todo lo hacen mal, esta forma tan dicotómica de ver las cosas, hace pensar que si no se acierta en todo, se es “un desastre”, el resultado de este estilo de pensamiento, muy propio de personas perfeccionistas, es una baja autoestima.
Cuando las cosas no salen tal y como esperamos, el modo en el que interpretamos el resultado es muy importante en la valoración que realicemos de nuestras capacidades y habilidades.
Si el resultado de un trabajo que realizamos es peor del esperado, podemos tener dos tendencias: una es considerar que no somos suficientemente capaces o preparados para realizar el cometido. La otra es considerar que hemos hecho todo lo posible para desarrollar correctamente el trabajo, pero que las circunstancias no han permitido un resultado mejor.
En general la realidad se mueve entre estas dos tendencias, el problema es si siempre que no obtenemos el resultado esperado nos consideramos responsables, dirigiendo nuestra crítica hacia nosotras mismas o nosotros mismos, incluso haciendo juicios sobre nuestra propia “incapacidad”.
Silvia Congost, autora del libro «Autoestima automática» (Zenith), lo explica de este modo:
Los seres humanos tenemos un radar que siempre busca confirmar lo que pensamos. Si nos sentimos mal, los buenos momentos del día pasarán desapercibidos y nos centraremos sólo en lo malo para confirmar así lo que estamos pensando y cómo nos estamos sintiendo.
Una autoestima adecuada es aquella en la que las personas se valoran correctamente a sí mismas, al mejorar la autoestima empiezan a ser dueñas de su propia vida, se cuidan, se protegen ante los pensamientos de culpa o creencias erróneas o dicotómicas –blanco o negro– o de la tendencia a tratar de agradar a todos o estar a la altura de las expectativas de los demás.
Mejorar la autoestima es un objetivo muy valioso, una autoestima de calidad es una de las fuentes esenciales de alegría en la vida, nos permite aceptarnos tal y como somos, y esa aceptación y afecto hacia nosotras mismas o nosotros mismos facilita querer saludablemente a los demás.
CÓMO SE ADQUIERE UNA AUTOESTIMA DESADECUADA
Existen varios factores que pueden hacer que nuestra autoestima no sea correcta. Para mejorar la autoestima es importante tener en cuenta estos factores:
1. Tener demasiado en cuenta la opinión de los demás sobre nosotras mismas o nosotros mismos. Es normal que nos guste sentirnos queridas o queridos, halagados o halagadas, pero no es bueno necesitar la constante atención y aprobación de los demás para sentirnos bien. Hay que evitar la tendencia a complacer a los demás. Por otro lado, hay personas que se rodean de otras que les hacen daño con sus constantes reproches, críticas destructivas o desvalorizaciones, atacando su autoestima. Es importante alejarse de esas relaciones y personas.
2. La tendencia a hacer comparaciones con lo que pensamos que son otras personas o lo que creemos que tienen. No sólo es importante considerar que no sabemos mucho sobre cómo es verdaderamente esa otra persona con la que nos comparamos, sino que es importante darse cuenta que lo que sirve para ella no tiene por qué ser válido para nosotras o nosotros. Esta comparación que deriva en muchas ocasiones en una forma de “envidia” o “celos” no sólo debilita nuestra autoestima, sino que genera frustración y tristeza.
3. La tendencia a evitar los retos. Es mejor hacerlo y fracasar que no intentarlo. Evitar los retos desarrolla la creencia de que “no somos capaces” y entramos en un estilo de evitación y auto-justificación. Es mejor hacer las cosas, no diciendo que no puedes, sino… ¡Mira como lo hago!. Y por supuesto tras hacerlo valora el resultado con equilibrio, aprende de los errores y sobre todo, aprecia los aciertos.
4. Postergar o procrastinar, es decir, dejar para mañana lo que puedas hacer hoy. Mejorar la autoestima es también mejorar tu productividad personal.
5. El Perfeccionismo o querer hacerlo todo bien, lo que lleva a sentirse culpable si no se consigue (sobre todo en lo que respecta a los demás). El perfeccionismo nos paraliza y nos bloquea, mejorar la autoestima nos hace avanzar y progresar.
6. Una continua insatisfacción con la vida. Cómo nos aconseja la psicóloga sanitaria Julia Vidal: “Hay que desengancharse de la queja… vivirás mejor”. Por ejemplo, aprobar un examen pero quejarnos de que aun nos queda aprobar el curso, y si lo hacemos insistir en que aun hay que aprobar la carrera, y … La tendencia a verlo todo negro y a quejarse genera una mala autoestima, y sobre todo amarga nuestra vida.
7. Valorar de un modo desadecuado las críticas, atendiendo a las destructivas (aquellas que nos hacen daño y no nos aportan nada bueno) y obviando las buenas críticas. Es importante saber que puedes enseñar a los demás a tratarte de una forma determinada, actuando con asertividad, para evitar o parar a las personas que critican de un modo ofensivo y destructivo. La asertividad es una habilidad decisiva para disminuir el estrés laboral, como nos explica la psicóloga Julia Vidal. De igual modo aprender a aceptar y expresar críticas es un habilidad social muy necesaria.
SÍNTOMAS DE UNA BAJA AUTOESTIMA
Es frecuente observar que las personas con una mala autoestima muestran un comportamiento que es el resultado de cómo se perciben “por dentro” (pensamientos y conducta) y “por fuera” (aspecto físico).
En relación a los pensamientos y conducta se manifiesta:
• La necesidad de “tener” a otra persona que consideran “más fuerte” para afrontar las dificultades de la vida. Suelen ser personas con rasgos de dependencia.
• La tendencia a buscar la opinión constantemente de los demás para tomar una decisión personal. Al presentar una falta de autoconfianza necesitan la aprobación en cada paso.
• El miedo a enfrentarse a nuevas metas (cambiar de trabajo, dejar una pareja que no funciona…) ya que desconfían de su capacidad para resolver los problemas.
• El temor a equivocarse o tomar la decisión errónea.
• La impresión de que la vida escapa a su control, que no llevan las riendas.
En cuanto a cómo se ven por fuera, podrían cometer los mismos errores, destacando supuestos “defectos” frente a una valoración justa de sus cualidades, comparaciones con otras personas de forma injusta, valoraciones dicotómicas, que les genera malestar y ansiedad e incluso llegar a evitar situaciones donde las personas inseguras con su cuerpo se queden expuestas a otras personas.
CONSECUENCIAS DE UNA BAJA AUTOESTIMA: EL SÍNDROME DE WENDY
Cuando la persona tiene una mala autoestima, su forma de pensar, sentir y actuar interfiere de manera importante en su calidad de la vida, afectando a su estado de ánimo, a sus relaciones personales, familiares, sociales y laborales.
Una baja autoestima, unida a la necesidad de afecto, puede ser una de las razones para que se desarrolle el denominado Síndrome de Wendy. ¿Recordáis el artículo sobre el Síndrome de Peter Pan? En contraposición a este síndrome, existe el denominado Síndrome de Wendy. Las influencias culturales hacen que sean las mujeres las más propensas a padecerlo.
El síndrome de Wendy se refiere a la necesidad de satisfacer los deseos de otras personas, que normalmente es la pareja o los hijos, dejando de lado los propios. Tras este síndrome se haya un problema de autoestima.
Las personas afectadas con el síndrome de Wendy:
• Se sienten imprescindibles, deben encargarse de hacer las cosas.
• Tienen ideales de amor romántico, mitos del amor romántico como el sacrificio por amor.
• Asume las responsabilidades de su “Peter Pan”.
• No pone límites a Peter Pan. Respeta sus decisiones aunque no esté de acuerdo.
• Evita los conflictos e intenta hacer feliz a los demás aunque ella no lo sea.
Cuidar y mejorar la autoestima ayudará a prevenir este síndrome. Una persona con buena autoestima será capaz de confiar plenamente en ella misma, revisar su concepto sobre el amor, deseará sentirse querida en igualdad y no necesitada en términos de dependencia y desigualdad.
DECÁLOGO PARA MEJORAR LA AUTOESTIMA
1. Eres una persona valiosa. No esperes a que te lo digan para quererte. Aunque en tu vida algunas personas significativas no te aprobaron y reforzaron, acéptalo y no pienses que eso significa que tu valor es menor.
2. Acepta las cualidades personales que te hacen único o única en el mundo. También tus limitaciones como parte de lo que significa ser persona.
3. Responsabilízate de tu vida. No te dejes llevar por el rol de víctima. Actúa con autonomía e independencia.
4. Recuerda y valora los logros conseguidos en tu vida. Normaliza los malos momentos. Sonríe más a la vida.
5. Disminuye el perfeccionismo y acepta que tienes derecho a equivocarte.
6. Identifica las ‘voces críticas’ que pueden aparecer en algún momento y aprende a cambiarlas por otras más agradables. Elimina los deberías y sustitúyelos por hace falta, me conviene. Utiliza expresiones cómo: decido, pienso, elijo. Dile adiós a las etiquetas: si has cometido un error no eres un inútil. Elimina de tu vocabulario expresiones como: siempre, nunca, todo, nadie, nada.
7. Aprende a cuidarte física y emocionalmente. Ten presente tus propios deseos y necesidades. Aprende a hacer y recibir elogios.
8. Atrévete a hacer aquello que siempre has querido hacer. Ajusta expectativas entre lo que deseas y lo que haces.
9. Deja de hacer listados de “tareas pendientes” y en su lugar haz un listado de las pequeñas cosas que has hecho en tu día a día. Intenta alternar con actividades que disfrutes.
10. Deja de compararte con otras personas, sobre lo que son y tienen. En su lugar, prueba a aumentar el número de cosas agradables que te dices a ti mismo o a ti misma. Menciónate tus puntos fuertes y las cosas que logras y haces.
Para mejorar la autoestima, reflexiona y se más consciente de ti y de ahora. Valora tus conocimientos y destrezas, conoce tus virtudes y defectos, márcate tus objetivos y establece un camino para conseguirlos.
Acéptate, consigue estar a gusto con tu imagen, con tu forma de ser.
Asume las responsabilidades de tu propia vida. No dejes que los demás decidan por ti. Es importante que te responsabilices de lo que decides, lo que eliges y lo que haces.
Tienes derecho a ser amado o amada tal y como eres, del mismo modo que te amas y aceptas a ti. En ti está la capacidad de decidir vivir plenamente.
Autora: Mariola Bonillo
Psicóloga Sanitaria. Experta en Terapia de Pareja y Sexualidad. Especialista en conflictos de pareja e intervención familiar.
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