¿QUÉ NECESITAN LOS HIJOS DE SUS PADRES?
De sobra es sabido que la principal educación, la que configura a la persona, tiene lugar dentro de casa, tiene lugar en la interacción con el grupo principal al que pertenece una persona: la familia.
Por supuesto, no todo puede atribuirse a las interacciones parento-filiales, ya que la personalidad también se consolida en función de otro tipo de variables, como las experiencias con el grupo de iguales, vivencias académicas, relaciones amorosas, etc. Todas las experiencias que vivimos nos marcan y nos configuran. Pero es el núcleo familiar, en gran parte debido a la naturaleza de sus vínculos, el que más nos moldea. Por ello, me gustaría hacer hincapié en una serie de actitudes beneficiosas para que se dé un adecuado desarrollo emocional, que influirá positivamente en que los hijos se conviertan en personas capaces de enfrentar los retos de la vida adulta.
AFECTO INCONDICIONAL
El afecto es algo con lo que no se debería negociar. El vínculo padres-hijos tiene unas características especiales en cuanto a que los sentimientos de cariño y amor son muy fuertes e incluso pueden aparecer antes de que el niño nazca. Es un vínculo especial que no se da en otro tipo de relaciones, se crea un pilar emocional y es por ello que no debería ponerse en juego.
Es conveniente que los hijos sientan que sus padres les quieren pase lo que pase, hagan lo que hagan. Y que lo sientan es diferente a que sepan que se les quiere.
Para que alguien sienta que le quieren, es importante que el otro lo demuestre con actitudes honestas como: escuchar con interés lo que tu hijo te cuenta, preguntarle cómo está, abrazarle, alegrarse por verle o estar con él, etc. Estas actitudes son las que principalmente denotan cariño y afecto. Un “te quiero” si no se demuestra puede resultar vacío.
LÍMITES
Una de las tareas de los padres es la de guiar y orientar a sus hijos en lo que está bien y está mal. Para ello es importante enseñarles que hay cosas que no se pueden hacer, ayudándoles así a desarrollar tolerancia a la frustración para que en el futuro no se conviertan en tiranos que exijan tener lo que quieren cuando lo quieren. Es necesario que aprendan a vivir la frustración y a seguir adelante, bien aceptando que no se puede, o bien continuando con la lucha por conseguirlo.
No se trata de ser insensible al sufrimiento del niño. Los padres pueden ser empáticos con lo que para su hijo supone por ejemplo no comer un helado en un determinado momento, pero aún así mantenerse coherentes con la norma que han establecido. Las normas, si son ajustadas, aunque incómodas a corto plazo traen beneficios a largo plazo.
SER UN MODELO
De nada sirve marcar el camino a un hijo si los padres no dan ejemplo. El aprendizaje de actitudes y valores personales suele darse por imitación. El niño aprende del modo en que sus padres se comportan con desconocidos, amigos, en pareja o en su relación con los niños. Cómo son los padres como personas siembra una semilla en los niños que guiará en gran medida su forma de entender el mundo.
RESPETAR LA EXPRESIÓN DE TODO EL REPERTORIO EMOCIONAL
No hay emociones buenas ni malas, todas son parte de lo que somos y es importante que el niño entienda que tendrá momentos de alegría, de felicidad, de sorpresa, pero también de miedo y de tristeza. Si percibe que en su casa no está bien expresar ciertas emociones, aprenderá a reprimirlas y con ello se complicará su regulación emocional. Puede que desarrolle miedo al miedo u a otro tipo de sentimientos impidiendo la ventilación emocional y la búsqueda de soluciones, porque si niega sus sentimientos no puede afrontarlos (y la trampa es que seguirán ahí sin ser resueltos, provocando síntomas).
Hay padres que temen ver a sus hijos mal, que temen verles sufrir, como si creyeran que si expresan determinados sentimientos caerán en un pozo del que no saldrán. Pero la realidad es que cuando el niño encuentra apoyo, respeto y aceptación verdadera puede dejar de culpabilizarse por sentir lo que siente y empezar a buscar estrategias para cambiar la situación que le provoca malestar.
Con ayuda todo es más fácil, aunque el problema no sea tan sencillo de analizar ni de solucionar como lo pueden ser los deberes del colegio. Constituye un reto para los padres, que si lo asumen, fomentará que sus hijos aprendan a respetarse y a no hundirse ante los problemas. Así se fortalece su autoestima, aceptándoles y apoyándoles con todo lo que son.
NO PONER EN TUS HIJOS LA RESPONSABILIDAD DE CUMPLIR TUS SUEÑOS FRUSTRADOS
Poner expectativas y presionar a los hijos para que las cumplan, si no es lo que ellos quieren, suele ser perjudicial, ya que supone una carga para ellos que lejos de hacerles más felices les genera estrés. No es responsabilidad de los hijos hacer felices a sus padres, sobre todo si son pequeños. Escapa totalmente a su capacidad y sólo genera un sentimiento de culpa irracional.
Los hijos son personas distintas de sus padres por mucho que compartan rasgos con ellos. Tienen que identificar sus capacidades y habilidades e ir moldeando su camino, que cada vez será más independiente. Se les prepara así para que en la vida adulta se sientan libres y puedan desarrollarse como individuos únicos con proyectos propios, que les generen bienestar. Aunque los niños se diferencien de sus padres el amor sigue siendo el mismo, una cosa no quita la otra.
autor desconocido