CÓMO ACTUAR ANTE LAS OFENSAS
En mi opinión, nos sería muy beneficioso tener preparado un protocolo de actuación ante las ofensas y no dejarnos llevar arrebatados por el impulso vengativo que sentimos al recibirlas. Lo que ahora tenemos preparado es una reacción –una acción no reflexiva y posiblemente no apropiada- que aplicamos igual y en todos los casos… cuando resulta que eso no es lo adecuado.
Ofender es “humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos”. Es cierto que uno ha de defenderse de las ofensas, pero no es cierto que el mejor modo sea atacando.
Uno sólo es humillado si permite que así sea. No es suficiente con la voluntad del otro por querer humillar, sino que uno tiene que dar permiso para que esa humillación afecte… o bien puede optar por la posibilidad de no dar validez a eso que digan.
El Amor Propio es propio, no depende de los otros, así que no parece sensato dejar de quererse, o poner en duda la verdad de ese amor, sólo por el hecho de que otra persona, ajena, quiera decir algo que está en contra del concepto que uno tenga de sí mismo.
Si me dicen que soy malvado no me afectará, porque sé que no lo soy y, además, deduzco que quien lo dice pretende con ello hacerme daño, ofenderme, o sea que tras lo que dice sólo hay una voluntad de insulto, de menosprecio, tal vez de odio encubierto. Por otra parte, si su pretensión es ofenderme y yo me ofendo… ¡estoy colaborando con él para que consiga su objetivo!
Ante las ofensas, la actuación y la respuesta adecuada es la revisión objetiva de lo que dicen, por si hubiese algo de cierto en ello. Si lo hay, agradezcamos que nos lo hayan hecho ver, aunque no estemos de acuerdo con la forma y aunque sepamos que su intención era molestar y no ayudar. Si no nos gusta lo que hemos descubierto, la tarea es tomar las medidas adecuadas para corregirlo.
¿Una mentira puede ofender? Si sabemos que es mentira lo que nos está diciendo… ¿también nos tenemos que sentir ofendidos o es mejor respuesta mirar al otro con conmiseración y sentir un poco de lástima porque ser como es?
Ayuda mucho para la comprensión de la situación en que hemos sido objeto de una ofensa averiguar quién recibe, dentro de cada uno, la ofensa y por qué se siente ofendido. A esto hay que dedicarle un tiempo –o varios tiempos- para saber de dónde y porqué ha brotado un desagrado ante lo que nos han dicho. ¿Quién se ha sentido ofendido? Una respuesta muy común, y tal vez la primera que aparezca, es que ha sido el ego, ese engreído e insano inquilino del que no podemos deshacernos.
El ego “normal”, si se le conoce y controla bien, nos aporta cosas interesantes, pero el ego altanero, el soberbio, el vilmente orgulloso, es una fábrica de problemas. Cuando se siente o se intuye su presencia conviene tomar el mando consciente de las decisiones y de la vida, porque ya sabemos que sus actitudes y sus respuestas nos van a crear oposición con nuestra esencia de Seres Trascendentes y Transpersonales. Una cosa es el ego y su forma de ser y sentir y otra cosa, muy distinta, somos nosotros. Es interesante que no ocupe nuestro puesto.
Ante las ofensas, tranquilidad, ecuanimidad, paciencia, control… y una observación atenta de cómo se comporta uno, cómo se pone a la defensiva y al ataque al mismo tiempo, cómo se asoma una agresividad que unos momentos antes de la ofensa no estaba presente. Se manifiesta un apego al autoconcepto y no se desea que se dañe la imagen que uno tiene de sí mismo. Uno quiere defender que tiene razón y que es él otro quien está equivocado. Y si uno se da cuenta de esto, y comprende que se ha salido de Sí Mismo para entrar en un personaje egóico con unos sentimientos egóicos, comprenderá que es una tarea inútil e innecesaria la de luchar contra el otro y sus ofensas.
Entonces uno se puede “rendir”, con una sonrisa en la boca, con la paz proveniente de la comprensión del juego en el que se había metido, porque había iniciado una lucha entre el ego propio y el ego del otro, y que a uno, en realidad, como Ser Humano, le importa poco lo que diga el otro porque es muy posible que no se lo esté diciendo a uno sino que se lo esté diciendo a él mismo.
Reitero la sugerencia del principio: “nos sería muy beneficioso tener preparado un protocolo de actuación ante las ofensas y no dejarnos llevar arrebatados por el impulso vengativo que sentimos al recibirlas.”.
Te dejo con tus reflexiones…