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 ¿CÓMO FUE LA RELACIÓN CON TU MADRE? ¿NECESITAS SANARLA?



Mayo 20, 2021, 06:27:20 am
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¿CÓMO FUE LA RELACIÓN CON TU MADRE? ¿NECESITAS SANARLA?
Por Yvonne Laborda.


20 REFLEXIONES SOBRE LA RELACIÓN CON NUESTRA MADRE.


1.   Todo nuestro bienestar en infancia y adolescencia dependerá del grado de madurez emocional de nuestra madre y de la capacidad que haya tenido para dar, fusionar y conectar con nosotras y nuestras necesidades.
2.   La fusión emocional es femenina y vital para la estructura interna del bebé y futuro niño tanto a nivel emocional, intelectual e incluso física. Si quedamos por fuera de dicho registro emocional (si nuestra madre no tiene la capacidad de sentirnos, ni satisfacer nuestras necesidades más básicas) nos podrá invadir un miedo y una inseguridad que nos acompañará gran parte de nuestra vida.
3.   La distancia que hubo entre lo que necesitábamos (legítimamente hablando-según el diseño humano) y lo que obtuvimos de ella es lo que crea la niña herida-la herida primaria. Ahí quedará el vacío emocional: nuestros miedos, nuestra inseguridad, nuestras dudas, alguna adicción,  nuestras reacciones emocionales…
4.   La imagen que teníamos de nosotras mismas de niñas y, posteriormente, de adultas será a través de la lente de mamá. Lo que ella nombraba era y sigue siendo la verdad para muchas de nosotras.
5.   Hay muchas madres que nos han dicho que se han sacrificado por nosotras, que nos lo han dado todo, que hicieron todo lo posible para darnos todo lo que necesitábamos. Desde su vivencia puede que haya sido así. No obstante, desde la vivencia real infantil no fue como mamá lo nombra. Su “todo” puede no haber llegado a nuestro mínimo.
6.   Hay relaciones entre hermanos muy distantes, frías, hostiles y de gran rivalidad debido a cómo nuestra madre nos veía y nos trataba de niños. La desconexión que tendremos de adultas con nuestras hermanas o hermanos no es algo fortuito. Se cultivó en infancia.
7.   El discurso engañado de mamá a lo largo de toda nuestra infancia ha hecho que ella no tuviera que responsabilizarse de las consecuencias de sus actos o de su falta de mirada y presencia.
8.   Como no hubo ningún testigo de este discurso engañado en nuestra infancia, ni nadie que nombrara la otra versión de los hechos, la versión vivida desde la realidad infantil fue muy distinta. No obstante, vamos a seguir creyendo lo que mamá nombró a pesar de que todo nuestro cuerpo esté manifestándose en su contra. Alice Miller ya lo dijo en su libro: “El cuerpo nunca miente”. Y yo añado: “El cuerpo nunca miente porque nunca olvida”.
9.   Para sobrevivir hicimos lo único que podíamos hacer: Mirar a mamá y complacerla en la medida de lo posible y mandar todo o parte de nuestro ser esencial a la sombra junto con todas las emociones reprimidas de rabia, frustración e impotencia que posteriormente se nos actualizarán precisamente contra la persona equivocada: nuestros propios hijos. Haremos lo que sea por satisfacerla, incluso dejar de ser quien hemos venido a ser.
10.   El modelo de amor recibido en infancia es lo que buscaremos inconscientemente siendo adolescentes y posteriormente adultas. Vamos a idealizar a mamá y mandaremos nuestras necesidades, pasiones, intereses, miedos… a la sombra. El precio por ser nosotras mismas era perder a mamá. Mamá sólo nos podía ver en la medida que nosotras la mirábamos y la satisfacíamos.
11.   Lo importante sería ver desde donde actuamos en realidad. No se trata de ser igual a ella o su opuesto (actuar por oposición), sino que se trata de ser nosotras mismas a pesar de quien ella fue.
12.   Lo más importe o traumático no son precisamente los hechos vividos, sino la soledad con la que tuvimos que vivir nuestras experiencias de niña y adolescente. No tener a quien acudir.
13.   Muchos de nuestros miedos no fueron tenidos en cuenta ni recogidos ni validados por mamá. Todos esos miedos quedaron sin resolver por tanto los tuvimos que mandar a la sombra (reprimir-negar) para poder sobrevivir. El miedo infantil reprimido y no gestionado ni acompañado por mamá buscará la forma de salir aunque sea de forma desplazada: miedo a conducir, fobia a las arañas, miedo a las alturas, ansiedad, fobias…
14.   El niño o niña no puede ver o pensar que mamá no es madura emocionalmente o que no ha podido darnos todo eso que necesitábamos. El niño idealiza a mamá, la defiende y la justifica y piensa que si mamá es hostil con él es porque él lo merece. Tendemos a justificar y disculpar a mamá porque la psique infantil no puede quedarse sin la mirada ni amor de mamá. Cuanto peor nos habrá tratado mamá, peor persona pensaremos que somos.
15.   La forma en que mamá nos ha hablado de la sexualidad y la relación que ella ha tenido o sigue teniendo con su cuerpo nos habrá influenciado mucho en nuestra posterior represión sexual y nuestra libido.
16.   Si teníamos que satisfacer a mamá, obedecer y ser cómo ella quería que fuésemos no habrá habido lugar para ser nosotras mismas. Cuanta más sombra, más desconexión, más dudas, más inseguridad y más confusión (desorden psíquico) habrá con nuestro verdadero ser.
17.   Algunas de las emociones reprimidas en infancia (rabia, odio, impotencia, frustración…) y no validadas, ni recogidas, ni nombradas por mamá, se nos actualizarán siendo adultas en forma de reacción emocional automática descontrolada. Tendremos regresiones emocionales las cuales proyectaremos contra nuestros hijos y pareja.
18.   Una vez podamos tomar conciencia de todo eso que legítimamente NECESITÁBAMOS y no OBTUVIMOS podremos recuperar parte de nuestra sombra (de nuestro verdadero ser-quien vinimos a ser). No olvidemos que lo más importante no es lo que nos pasó, sino cómo esas vivencias fueron recogidas y nombradas por mamá.
19.   Si mamá pudiera realmente sentirnos y ver el daño emocional, psíquico o físico que nos causó (consciente o inconscientemente), también hubiese podido reconocer y ver el daño que ella sufrió. Si no nos puede sentir es porque, de un modo un otro, está “anestesiada”. Esta negación o falta de conciencia de su propia vivencia como niña es lo que hizo que la cadena siguiera una generación más.
20.   Dar lo que no se tuvo duele pero nos liberará para llegar a ser la madre o padre que nuestros hijos necesitan que seamos. Dar lo que no tuve me sanó y prometí compartirlo. ¿Deseas romper y cortar la cadena, de una vez para siempre, y liberar a tus hijos?

¿Deseas trabajar la relación con tu madre y la dependencia emocional que te dejó?
¿Te sientes insegura a la hora de tomar decisiones?
¿Tienes reacciones emocionales automáticas descontroladas contra tu pareja y tus hijos?

NOTA: Me costó años dejar de depender emocionalmente de mi madre y entender el por qué de muchas de las actitudes en mi persona que no me gustaban y que posteriormente pude cambiar y transformar. Cambiar y transformar mi realidad me liberó para poder llegar a ser la mujer-madre que vine a ser. Hoy puedo decir que estoy viviendo la vida que siempre había deseado.


 

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