¿QUÉ HACER ANTE UN MATRIMONIO SIN AMOR SOLO POR LOS HIJOS?
Muchas parejas experimentan esa sensación de que “aunque no exista amor, vivo con mi pareja solo por los hijos”. Pero en realidad, ¿es aceptable esta situación? Si te identificas con la situación y estás pasando por un matrimonio sin amor solo por los hijos, te invito a revisar los consejos dados por profesionales en el artículo de hoy.
POR QUÉ SIGUES VIVIENDO CON TU PAREJA SI NO HAY AMOR
La terapeuta y especialista en orientación familiar Nancy Vásquez nos señala al respecto, que muchas veces los motivos de permanecer al lado de alguien a quien no queremos pero con el cual seguimos viviendo, más que por los hijos, está motivado por miedo, inseguridad, venganza y por problemas económicos de enfrentar la responsabilidad de vivir sola con los hijos y que luego el padre se desentienda de ellos.
A veces suele suceder, que la presencia física de ambos padres, unida a la presión social, reprime en muchas parejas la posibilidad de rehacer su vida sin el patrón del padre o de la madre como ejemplo.
La familia tradicional y junto a ella su legado social, pretenden en algunos casos establecer patrones de conducta que en la mayoría de los casos cumplen su objetivo: sacrificar el bienestar de “los padres” por el bienestar de “los hijos”. En este caso todo puede y debe permanecer, ya que tanto la figura materna como la paterna deben mantener su lazo y compromiso familiar aunque en ambos ya no exista la clave de un hogar feliz: el amor, la pasión y el respeto.
SI ESTO SUCEDE, NO PODEMOS OBVIAR HACERNOS ESTAS INTERROGANTES:
¿Debemos sacrificar nuestra felicidad y convivir con alguien que no queremos solo por el hecho de que la pareja matrimonial conviva con sus hijos?
¿Si el amor se acaba en la pareja, es imprescindible sin embargo vivir juntos para que los hijos no sientan que uno de ellos se fue? ¿Serán más felices los hijos observando que sus padres ya no se quieren o que ambos se independicen? ¿Lo que sentimos es el temor de exponer nuestros hijos al sufrimiento? ¿Será que el factor económico pesa más que nuestra estabilidad espiritual? ¿Pueden más los prejuicios sociales ante un matrimonio sin amor solo por los hijos? ¿Me odiarán mis hijos si me separo de su padre? ¿Se irán de la casa y me quedaré sola?
Es importante que analicemos cuidadosamente y nos respondamos estas preguntas. Puedes hacer esto ya sea a través de una revisión personal, o con la ayuda de un especialista que te oriente al respecto.
CONSEJOS PARA UN MATRIMONIO SIN AMOR SOLO POR LOS HIJOS
El abogado Frank González especialista en divorcios, junto a la terapeuta en pareja Alida Pérez, atienden integralmente a las parejas que se encuentran en este tipo de disyuntivas, creando un espacio profesional centrado en la atención de la pareja, y apoyo al núcleo familiar. En este caso particular, a la relación padre-madre e hijos cuando ambos se encuentran en la incertidumbre de separarse o de seguir conviviendo por y para ellos. Según ellos:
“Lo más importante es el bienestar emocional de todos los integrantes del grupo familiar. Por lo general tratamos de concentrar la atención solo en los hijos, pero la pregunta clave es ¿Será que los hijos son felices si sus padres permanecen juntos aunque evidentemente no se soportan? ¿Podrán los hijos convivir en un supuesto hogar donde no hay respeto, tranquilidad, y bienestar espiritual?”.
También mencionan que el proceso de separación puede ser difícil, y que, al asumir la responsabilidad de formalizar un proyecto de vida con alguien, una de las metas es tener hijos, y por supuesto disfrutar de su compañía hasta que se independicen. Sin embargo, si el amor evidentemente se acaba, lo más sano es la separación, aunque no sea justo que sus padres se separen. Por otra parte, no debemos olvidar que los hijos no son el motivo de mantener una relación.
Si en la pareja no hay amor, si prevale más la indiferencia que la intimidad física o la de compartir en familia, quizás sea más traumático para sus hijos que sus padres permanezcan unidos, sobre todo cuando están aprendiendo cómo amar a través del maltrato emocional y algunas veces físico.
Lo ideal sería que las parejas convivieran en armonía al lado de sus hijos, y que a pesar de las dificultades permanecieran unidos por el amor que un día los unió. Pero si lamentablemente no es así, lo más correcto es la separación, quizás a pesar del dolor que significa el triángulo amoroso padre-hijos-madre la relación sería más saludable ya que se evitaría que los hijos convivan en un hogar husmeado por la indiferencia y la desesperanza de unos padres resignados a vivir por vivir.
Catalina Reyes