ANTES DE COMENZAR EL CAMINO DEL AUTOCONOCIMIENTO
CUARTA PARTE
(Son 5 en total)
PONERSE SIEMPRE A SALVO
Sólo uno mismo tiene la responsabilidad de su propia vida.
Responsabilidad ante sí mismo y ante quien se la dio.
Y tiene el encargo de no herirse, de tratarse con comprensión y amor, de no permitir que las circunstancias de la vida le condenen a una desgracia continua, de mantenerse íntegro y digno a pesar de que no siempre haya sido acertado en sus acciones, y a pesar de haber cometido errores, o de haberse fallado a sí mismo.
Uno siempre tiene que sobrevivir a los conflictos interiores. Tiene que procurar quedar lo más indemne posible. Por su propio bien y porque sólo de ese modo puede seguir en el Camino.
Y es mejor que lo haga de un modo digno, donde no se vea afectado en su Autoestima. Es mejor preservarse, con mucho cuidado y con una delicadeza maternal, de los naufragios en los que uno se va a ver envuelto.
Se camina mejor sin heridas.
Ponerse siempre a salvo es un ejercicio a favor de uno mismo, para poder resolver y avanzar, y para no estancarse en le culpabilidad o el reproche.
Uno ha de ser, siempre, su más ferviente y magnánimo defensor.
Y uno ha de negarse, siempre, a permanecer en una relación de confrontación consigo mismo.
VALORAR LAS COSAS BUENAS
En general somos bastante injustos con nosotros mismos. Cuando hacemos un inventario de cómo nos vemos –y es igual que se haga de un modo consciente o que sea el inconsciente quien se encargue-, el saldo tiene tendencia a ser negativo.
Medimos con distinta vara las cosas que hacemos bien y las cosas que calificamos como malas.
Las cosas que son de nuestro gusto, las que hacemos bien o en las que destacamos, nos parece que son normales, que no tienen un mérito especial, y por eso las valoramos poco e injustamente.
Las cosas que no nos gustan las exageramos y las valoramos muy por encima de su tasación. Tasación negativa, por supuesto.
De una cosa pequeña hacemos un mundo.
Perdonamos a los otros, llenos de comprensión y sin pestañear, las mismas cosas con las que somos absolutamente rigurosos e injustos y crueles cuando nos suceden a nosotros.
La justicia descompensada y nada arbitraria que usamos contra nosotros es un auto-atentado casi imperdonable.
Hay que averiguar si uno tiene buena materia prima o buenos cimientos sobre los que construir. Para ello se requiere de una justicia insobornable que sea capaz de sacar a la luz no sólo las faltas y defectos –que lo hará muy fácilmente-, sino reconociendo también las bondades, las cualidades, las posibilidades, la humanidad, la capacidad de amar, y otros dones y virtudes.
EVITAR REPROCHES HACIA EL PASADO
El pasado es solamente eso: pasado.
Del pasado es bueno tener a salvo del olvido los mejores recuerdos, para poder traerlos a nuestra mente cada vez que lo deseemos, pero no es conveniente acudir a ellos con una nostalgia inconsolable o con el sentimiento apenado de que fue muy bueno mientras que nuestro presente no es satisfactorio.
Y lo que no es conveniente hacer es regresar al pasado con la intención de encontrar situaciones que reprocharnos. No está bien convertirse en el propio verdugo.
Uno ya no es el yo del pasado, aunque otro “uno mismo” –pero en otro tiempo y siendo distinto del que es ahora-, sea quien actuó entonces.
El hecho histórico o cronológico que sucedió en el pasado es inamovible, pero el adjetivo o la opinión con los que calificamos lo que sucedió, que son quienes nos ponen en alerta sobre si aquel momento estuvo a nuestro gusto o no, sí pueden ser modificados.
Pero no modificados mentalmente porque sea provechoso hacerlo así, sino porque uno ha comprendido ahora que la importancia que se le dio entonces al hecho no corresponde con la valoración neutral que podemos hacer hoy.
En los momentos en que suceden las cosas que acabamos calificando como “malas” uno tiene una visión pesimista de la realidad. Lo ve todo de un modo funesto y lo hace desde un duro auto-reproche, y por eso la valoración de aquel momento es más penosa o dramática de lo que realmente corresponde.
Y es mejor seguir construyendo que seguir destruyendo.
A LA LARGA, TODO SON VENTAJAS
Adelanto que el Camino no es fácil, aunque supongo que ya lo estés notando, porque ya habrás comenzado antes de empezar a leer esto.
Va a ser lento y duro.
Vas a encontrar más pegas y dificultades de las que puedas sospechar ahora.
Pero, a pesar de ello, es recomendable hacerlo.
Es el único método eficaz.
Y a la larga, cueste lo que cueste, comprobarás que compensa.
Que ha merecido todo el esfuerzo, los momentos de dudas, la falta de luz, que sintieras la meta muy lejos algunos días, y que a cada alegría por un paso dado le pudiera seguir la sensación de que el paso había sido hacia atrás.