RE-EDUCARSE
Aceptemos la realidad: noventa y ocho de cada cien personas no estamos de acuerdo con la educación, en cuanto a modo y contenido, que nos dieron.
Con lo que sabemos ahora, nosotros nos hubiéramos educado de otra forma.
La educación, según Antonio Blay, debiera tener tres objetivos:
- Fomentar que cada uno llegue a ser más él mismo.
- Enseñar unos modos de convivencia (adaptarse a los modelos sociales)
- Transmitir un patrimonio cultural.
Decía que se les presta atención a los dos últimos pero que se desatiende el que es más importante: el primero.
Re-educarse no es sólo una responsabilidad personal, sino una obligación.
Nadie va a hacerlo por ti, o nadie debe hacerlo por ti.
Otros pueden darte pistas, ideas, hablarte de sus experiencias, o recomendarte textos, pero eres tú, y nadie más quien tú, quien ha de revisar en qué se basa tu educación, cuáles son tus frenos, tus miedos, qué se esconde en tu inconsciente, cómo se desconectan tus automatismos, lo que quieres mantener y todo lo que tienes que tirar, quién eres en realidad tras el que estás siendo.
Es tu responsabilidad y tu obligación escapar, o sacarte, de la desagradable sensación de estar siendo otro, de no saber en realidad cuáles son tus deseos auténticos, de no estar satisfecho con tu situación, de saber que dentro de ti existe un ser perfecto y no manifestarlo.
Es tu responsabilidad y tu obligación Ser Feliz, Amar, cuidar a los otros, ser generoso, amable, Vivir, encontrar tu Divinidad, Realizarte como Persona, Crecer, Descubrirte, Reconvertirte en ti Mismo…
Es, quizás, o puede ser, el sentido de tu vida: hacer de ti el Ser más parecido a la perfección con que el Creador te diseñó, ese con el que convivirías gustosamente todas las horas de tu vida, y del que te sientas orgulloso y satisfecho.