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 ¿CÓMO DESARROLLAR EL PENSAMIENTO CRÍTICO EN 3 PASOS?



Octubre 29, 2021, 06:31:29 am
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¿CÓMO DESARROLLAR EL PENSAMIENTO CRÍTICO EN 3 PASOS?
« en: Octubre 29, 2021, 06:31:29 am »
¿CÓMO DESARROLLAR EL PENSAMIENTO CRÍTICO EN 3 PASOS?

El desarrollo del pensamiento crítico no es un proceso que ocurre de manera completamente espontánea, depende en gran medida de nuestra actitud ante la vida y de nuestro deseo de buscar respuestas más allá de las convenciones. De hecho, gran parte de nuestro pensamiento cotidiano no es precisamente crítico.
En realidad, tiene sentido. Si tuviéramos que pensar deliberadamente en cada acción, desde respirar hasta qué desayunar, no nos quedaría energía para las cosas importantes. Por eso, el pensamiento automático no es necesariamente algo negativo. Al contrario, es necesario para aliviar la carga cognitiva.
El problema comienza cuando dejamos que los procesos mentales automáticos gobiernen las decisiones importantes. Cuando dejamos de cuestionarnos las cosas. Cuando asumimos como verdades absolutas lo que dicen los demás. Cuando nos dejamos limitar por las creencias arraigadas. Cuando no vamos más allá de las apariencias.
Si no desarrollamos el pensamiento crítico, es más fácil que las personas nos manipulen y seremos más propensos a caer en formas de pensamiento extremas que conducen a los fundamentalismos ciegos. Sin el pensamiento crítico también corremos el riesgo de vivir en piloto automático, sin cuestionarnos la pertinencia de ciertas cosas, lo cual puede condenarnos a la insatisfacción vital. Para evitar esos escollos, pero también para aprovechar al máximo nuestro potencial, es fundamental desarrollar el pensamiento crítico.

DESARROLLAR EL PENSAMIENTO CRÍTICO PARA ALEJARNOS DEL CONFORMISMO

1. Cuestionar todo lo que damos por sentado
Cuando somos niños, no damos nada por sentado. El mundo es un sitio por descubrir. Sin embargo, conforme van pasando los años nuestra mente se va llenando de ideas preconcebidas que nos transmitieron otras personas, desde nuestros padres hasta los profesores o incluso nuestros coetáneos. Muchas veces no cuestionamos esas ideas, sino que damos por hecho que son ciertas o válidas.
Sin embargo, el mundo cambia, de manera que las ideas que podían haber sido válidas hace unas décadas, podrían no serlo ahora. Incluso es probable que muchas de esas ideas en realidad sean prejuicios, estereotipos o experiencias sin contrastar que no entrañan la semilla de la verdad.
Por eso, para desarrollar el pensamiento crítico debemos comenzar con un examen de conciencia que nos permita cuestionarnos todo eso que siempre hemos dado por sentado, desde las nociones de Patria que nos han transmitido hasta las ideas religiosas, sin olvidar los estereotipos de género o de cualquier otra índole.
No podemos pensar de manera crítica si nuestro pensamiento sigue atado a ideas preconcebidas que nunca hemos cuestionado. Necesitamos preguntarnos de dónde provienen esas ideas, a quién benefician y si son válidas en el momento actual o si nos aportan algo para crecer como personas.
Dado que muchas de esas ideas preconcebidas están tan enraizadas en nuestra mente, a veces es difícil analizarlas desde una perspectiva objetiva. En ese caso, podemos cuestionarlas recurriendo a las alternativas. Podemos preguntarnos: ¿Qué pasaría si esta idea cambiara? ¿Qué pasaría si ocurriera exactamente lo contrario? Este tipo de preguntas nos ayudarán a desarrollar una perspectiva nueva.

2. Razonar con lógica
Las emociones pueden jugar en contra del pensamiento crítico. Cuando un tema toca nuestras fibras más sensibles, es difícil pensar con claridad. De hecho, no es inusual que nos quedemos atrapados en discusiones sin sentido, recurriendo a argumentos enclenques, solo porque no hemos sido capaces de pensar con racionalidad.
La lógica puede alejarnos de las trampas emocionales que nos acechan detrás de las experiencias, expectativas y deseos para poder asumir la distancia psicológica necesaria que nos permita pensar de manera más independiente. Podemos utilizarla para revertir nuestro proceso de pensamiento, abriendo nuevas posibilidades.
Por ejemplo, cuando nos parezca obvio que X causa Y, podemos preguntarnos ¿y si Y causara X? También debemos preguntarnos: ¿ese argumento está respaldado por la evidencia? ¿Tengo pruebas suficientes que me permitan llegar a una conclusión sólida?
Podemos aplicar el método socrático, que consiste en plantearnos una serie de preguntas sobre un tema o idea central e ir respondiendo a las otras interrogantes que van apareciendo. Lo interesante de este método es que exige que nos desdoblemos, convirtiéndonos en defensores y a la vez opositores de la idea, de manera que logramos desterrar las emociones que podían atarnos a un punto de vista.

3. Diversificar el pensamiento para abrirlo a nuevas ideas
En una sociedad de opuestos, solemos pensar que existen ideas buenas y malas. Obviamente, la nuestra siempre es la idea “buena”. Incluso llegamos al punto de identificarnos con esas ideas, de manera que sentimos que las ideas diferentes son un ataque a nuestra identidad.
A la larga, terminamos sintiéndonos tan cómodos con esas ideas que construimos un muro a su alrededor para que no se infiltren ideas diferentes. Nos reunimos con personas que piensan y actúan como nosotros. Y excluimos todo lo diferente.
Esa línea de pensamiento es el camino más directo hacia la rigidez cognitiva. Es diametralmente opuesta al desarrollo del pensamiento crítico, que se nutre precisamente de ideas nuevas y distintas. Acercarnos a ideas diametralmente opuestas con una actitud abierta nos permitirá comprenderlas mejor y poder absorber lo que encierren de positivo.
Eso significa salir del paradigma bueno y malo, romper la burbuja del pensamiento dominante para dar cabida a otras formas de pensar y ver el mundo. Necesitamos salir del paradigma que conduce a las “certezas ignorantes”, la creencia de que existen respuestas definitivas y correctas a todas las preguntas.
En cambio, debemos asumir que el pensamiento crítico nos conduce a cambiar de idea, cuando encontramos argumentos mejores. Eso implica tener la humildad intelectual suficiente para reconocer cuando nos equivocamos y admitir que los otros tienen razón.
 


 

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