CÓMO TOMAR UNA BUENA DECISIÓN
Seguramente no seríamos capaces de contar cuántas veces debes tomar una buena decisión a lo largo de un solo día.
Nos movemos a través de constantes decisiones: a qué hora pongo el despertador, qué ropa me pongo hoy, qué voy a comer, qué voy a comprar en el súper, etc. Todas estas decisiones nos llevan poco esfuerzo; algunas incluso pueden estar automatizadas.
Pero, en algunas ocasiones, se nos presentan situaciones en las que tenemos que tomar una decisión que no es tan sencilla como los ejemplos anteriores. Y que nos ponen en un auténtico dilema.
DECISIONES TRASCENDENTALES
Decisiones como cambiar de trabajo, romper o no con la pareja que tenemos, o cambiarnos de casa o de ciudad, son algunos ejemplos de las que más dilemas pueden provocarnos. Y, casi siempre, éste se produce por el miedo a equivocarnos y no tomar la decisión adecuada.
Es cierto que no encontrarás en ninguna parte la fórmula que te permita tomar la decisión correcta, simplemente porque, esta fórmula no existe. Y, también es cierto que, sólo sabremos que una decisión fue la mejor, después de que haya pasado el tiempo.
Aún así, hay algunos consejos que pueden servirte a la hora de tomar una decisión importante, porque, realmente el problema no está en cuánto de difícil es tomar alguna de las decisiones que se nos presente, el problema está en que no seamos capaces de elegir ninguna de las opciones que tenemos.
CONSEJOS A LA HORA DE TOMAR UNA DECISIÓN
Primero que nada, aunque esto lo sabemos pero es bueno recordarlo, tendremos que asumir que, con cualquiera de las opciones que podemos elegir, habrá algo que ganaremos, pero también habrá algo a lo que tendremos que renunciar. Esto es así absolutamente siempre.
Nunca te vas a encontrar con ninguna opción en la que todo sean ventajas, si la hubiera, no sería tan difícil tomar algunas decisiones. Por lo tanto, tendrás que valorar a qué estás dispuesto a renunciar.
CONSIDERA TODAS LAS OPCIONES
Además de esto, no pienses que hay sólo una opción que es la buena. Por lo general, cuando tenemos que tomar una decisión, pensamos que hay una opción que es la perfecta, la buena, y nos volvemos locos intentando averiguar cuál de ellas es.
No es así, puede haber más de una que sea correcta, todo va a depender de cuál es tu objetivo final, de a qué estás dispuesto a renunciar, o simplemente, de cuál te viene mejor dadas tus circunstancias.
USA TU PROPIO CRITERIO
Por este motivo, no suele ser de gran ayuda consultar estas cosas con amigos o familiares; porque cada uno le dará importancia a algo diferente, y cada uno te puede aconsejar una cosa. Con lo que terminarás hecho un verdadero lío.
Por otra parte, también tendemos a creer que únicamente tenemos dos opciones. Y, claro que a veces sí. Imagínate que te ofrecen un ascenso en tu trabajo, que puede crearte un dilema porque también aumentarán las responsabilidades. En este caso es, lo aceptas o no lo aceptas.
Pero otras veces hay más opciones y es conveniente valorarlas todas, porque quizá no hemos pensado en otra opción, que es la que mejor nos viene. Por ejemplo, estás buscando una casa para alquilar, has visto dos pero ninguna te convence. O bien, tienes dos ofertas de trabajo pero ninguno de ellos es lo que quieres. Tal vez la tercera opción podría ser, ninguna de las dos y seguir buscando.
EVALÚA LOS PROS Y LOS CONTRAS DE CADA OPCIÓN
En los casos de decisiones importantes y grandes dudas, hay un ejercicio que puede ayudarte. Apunta en un papel todas las opciones que tienes. Después, y debajo de cada una, anota las ventajas y las desventajas que tiene esa opción.
De las ventajas que puedas encontrar, valora cuáles te vienen a ti mejor. De las desventajas, piensa cuáles estás dispuesto o en condiciones de asumir. Analizando de esta manera los pros y los contras, te será más fácil decantarte por una de las opciones.
CONSULTA LAS EXPERIENCIAS DE OTRAS PERSONAS
Si tienes la posibilidad, pregúntale a alguien que haya elegido alguna de las opciones que tú tienes, cómo le fue con esa elección. Por ejemplo: imagina que quieres comprarte un coche, y no terminas de decidir cuál entre muchas opciones que tienes. Quizás, preguntar a un amigo o conocido cómo le va con el suyo, puede serte de utilidad.
Por supuesto eso no te garantiza que a ti también te vaya bien; pero sí te puede dar una idea de cómo se vive en esa opción. Imaginarte a ti mismo en cada una de esas opciones, no suele dar un resultado fiable. Parece ser que, al imaginarlo, tendemos a sobrestimar los efectos, tanto los buenos como los malos; y que en la realidad, ni los unos, ni los otros son para tanto.
Como ves, nada de todo esto te va a garantizar que lo que decidas, sea lo mejor. Solo te puede servir para orientarte un poco. Como decía antes, lo que nos preocupa al tomar una decisión es que después vayamos a arrepentirnos, porque no sea la mejor opción.
No hay forma de saberlo antes, así que habrá que arriesgarse. Además, las dificultades que pudieran surgir después, seguro se pueden solucionar. A mi entender, es mucho peor quedarse estancado.
Rosa Armas
Colegiada T-1670.
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