NO LE DIGAS A UN NIÑO “NO LLORES”.
En mi opinión, comenzamos a condenar a la frustración a los niños cuando les decimos algo tan aparentemente leve y cargado de buena intención como es… “no llores”.
“No llores” es una prohibición. Un niño no está capacitado para comprender que la intención puede ser buena -para que no sufra y se sienta mal llorando–, aunque también es posible que la verdadera intención sea la de no tener que estar aguantando la molestia de su berrinche.
“No llores” lleva implícito la orden subliminal de “No muestres tus sentimientos” y también “No sientas”, al mismo tiempo que no se le da permiso para ser él mismo y manifestarse tal como se siente en ese momento, o sea que también es un “No seas tú mismo, no te muestres como eres”.
Según el Análisis Transaccional estas indicaciones –que a veces no son verbales sino que se trasmiten a través de las actitudes o los hechos- se convierten en MANDATOS, o sea en órdenes que el niño incorporará -en el inconsciente- a su modo de ser y actuar y las obedecerá sin cuestionarlas hasta que un día se dé cuenta y emprenda un Proceso de Desarrollo Personal para modificar sus conductas indeseadas.
Cuando se le dice a un niño “No te rías” eso le puede llevar a interpretarlo también como “No seas feliz” o “No seas risueño”, y puede obedecerlo tal como obedece otras instrucciones de sus padres y educadores; un “No juegues” le puede llevar a entenderlo y aplicarlo como un “No disfrutes” o “No seas niño” –y es un niño-.
Si solamente se le dan las órdenes sin explicaciones y sin matizaciones del estilo de “no lo hagas en este momento porque estamos en misa o porque tienes que estudiar”, entonces lo entenderá directamente como una orden que acatar, una imposición caprichosa arbitraria. Obedecerá, porque tiene que sobrevivir como sea y sabe que si no obedece tendrá un castigo en forma de regañina o de falta de atención, pero en su inconsciente se instalará un mandato que se convertirá en perjudicial.
Decirle “No llores” –lo mismo que cualquiera de los otros muchos mandatos que existen- es no permitir que el niño manifieste un sentimiento tan grave –en su escala de valores, que es la válida para él- que sólo lo puede o lo sabe decir mediante el llanto.
ALGUNOS EJEMPLOS DE MANDATOS:
No existas -No pienses - No seas niño/a - No crezcas - No lo consigas
- No seas tú mismo – No seas importante - No disfrutes - No te acerques - No estés bien/sano - No sientas – No crezcas – No ames – No decidas.
Al darles cualquier orden, o cualquier prohibición, y antes de que eso les vaya a quedar inculcado como un mandato –que, repito, sin duda les va a perjudicar en su vida- conviene cuidar el modo de decirlo, explicar el porqué o el para qué, responder sus objeciones razonadamente y no con un “porque sí”, “porque lo digo yo”. Aunque no quieran acatarlo, en el fondo saben que tiene que ser como se les indica, y aunque no lo obedezcan por lo menos aprenden.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales