PERDONARSE ES DIFÍCIL PERO NECESARIO.
En mi opinión, tenemos mucha dificultad para perdonarnos cuando es necesario hacerlo, y no sé por qué a veces no tenemos prisa y preferimos entretenernos en ese estado de auto-culpabilización y auto-reproche, de rabia y enemistad, de castigo a fin de cuentas.
Creo que no es necesario llegar a ese acto simbólico de perdonarse –y menos aún cuando sólo es de boquilla- ya que con comprender que uno es Humano y se equivoca y se equivocará siempre, y que uno no tiene por qué ser perfecto e impecable en cada una de sus decisiones y cada uno de sus actos, y que el hecho de equivocarse no tiene que llevar aparejado obligatoriamente un castigo, sería suficiente para terminar cada proceso ingrato con una reflexión sobre lo sucedido de la que extraer la lección correspondiente y zanjar el asunto con una sonrisa tenue, pero muy amable, en la que haya un poco de compasión y mucho Amor.
Uno va a pasarse consigo el resto de su vida, y es un poco absurdo estar siempre enojado, ser demasiado intransigente, exigirse por encima de las propias posibilidades, o ser un perseguidor inquisidor que encuentra un placer masoquista en los propios errores porque son motivos para una nueva tanda de reproches.
Liberar es sinónimo de perdonar. Es bueno liberarse de la pesada carga del castigo, del distanciamiento que eso conlleva, de las caras largas con que uno se mira, de la frialdad y el desprecio que se aplica.
Perdonarse es una hermosa forma de demostrarse Amor. Perdonarse es liberarse de algo que perjudica y lastima. Es muy duro caminar por la vida con las heridas abiertas y es absurdo hacerlo así cuando uno tiene la capacidad de poder sanarlas.
Hay que perdonar incluso a quien no pide perdón. Esto también es aplicable a uno mismo. A veces, en la ofuscación y la rabia que uno siente por haber procedido mal en algún aspecto, no repara en que hay otras opciones distintas –y mejores- que esa de quedarse en la frustración y la amargura. Por ejemplo, la sonrisa y el abrazo, el acogimiento incondicional, la palabra de ánimo o consuelo, el acompañamiento y el compañerismo consigo mismo. Las mismas sonrisas amables, los mismos abrazos y consuelos que aportamos a otros con naturalidad cuando se encuentran mal nos los podemos dar para nosotros.
Para recuperar el sosiego, para volver a la libertad y el equilibrio, para deshacernos del remordimiento y la preocupación inútil, la fórmula mágica es perdonarse.
Siempre es interesante revisar cómo actúa uno consigo mismo cuando se equivoca, qué tiene catalogado como imperdonable, por qué o para qué se enoja consigo mismo y en exceso. Más interesante aún es comprobar que tal vez no hace lo adecuado y corregirlo en el modo que crea conveniente.
Te dejo con tus reflexiones…
