EL DUELO NECESARIO TRAS EL ABUSO SEXUAL.
En mi opinión, el duelo, que generalmente sólo se asocia a la pérdida de un ser querido, se puede y se debe ampliar a cualquier otro ámbito que implique una pérdida.
En un abuso sexual durante la infancia se pierden muchas cosas. Desde la inocencia hasta la fe en la bondad de todos los humanos, desde la posibilidad de vivir una vida normal hasta la alegría, desde la autoestima hasta el ánimo. Y mucho más.
Se sabe que la persona que ha sido abusada nunca vuelve a ser la misma. Con la ayuda de una terapia se puede conseguir superarlo bastante y retomar la casi totalidad de la normalidad, pero es muy posible que quede un poso de tristeza difícil de espantar.
Un duelo consta de cinco fases:
- NEGACIÓN O ESTUPOR: Al principio reina el desconcierto. Cuesta trabajo darse cuenta de lo que ha sucedido. Hay mucha confusión porque es algo inesperado e incomprendido. Y doloroso en todos los niveles. No es fácil asumir la realidad por la que se acaba de pasar. En muchas ocasiones se produce una paralización y una no sabe lo que tiene que hacer.
-RABIA, IRA: Estas son algunas de las emociones con las que se reacciona. Se siente también desamparo, pérdida, confusión. Hay dolor. Hay odio y hay furia.
- DESORGANIZACIÓN, DESESPERANZA: El mundo y la vida ya no son iguales. Todo ha cambiado. Lo ocurrido lo ocupa todo. La apatía y la tristeza se convierten en asiduos acompañantes. Todos los planes que había se tienen que cambiar de golpe y no se sabe cómo va a ser a partir de ahora.
- DEPRESIÓN: El desánimo marca el día a día. Hay momentos en que toma fuerza el deseo de no seguir viviendo. La vida pierde el sentido y ya no es como era antes.
- ACEPTACIÓN Y REORGANIZACIÓN: Lo sucedido no se puede borrar. Esto es cierto. Hay que afrontarlo y pensar en reorganizar la vida y retomar la máxima normalidad, aunque no es tarea fácil. Pero hay que hacerlo. Hay que seguir. Hay que sobrevivir.
Así es el proceso habitual –más o menos- del duelo y también es habitual pasar por todas las etapas; se hará por unas con cierta facilidad y por otras con muchas dificultades, permaneciendo más tiempo en unas que en otras, a veces viviendo en más de una al mismo tiempo.
Todo lo que pasa es habitual. Es correcto. Somos Humanos y tenemos emociones que convertimos en sentimientos. Y eso sucede en una edad en la que aún no se ha formado la personalidad. El poco mundo que se había construido se cae de golpe. Una se llena de preguntas sin respuesta. El llanto aparece de continuo y una se queda triste, sin ánimo, como muerta en vida.
Pero… a pesar de eso…hay que seguir adelante, hay que recomponerse, hay que dejar que el espíritu de supervivencia aporte su energía… ¡¡porque hay que seguir!!
Cada persona hará lo que pueda o lo que sepa. Siempre lo más adecuado es contarlo, denunciarlo, y la parte que afecta psicológicamente resolverla de la mano de un profesional preferiblemente.
Y cada vez que rebrote una de la emociones o de los sentimientos que provoque lo que pasó hay que afrontarlo y hay que hacerlo desde el Amor a una Misma. Hay que recuperarse, por dignidad y por interés propio. Hay que aislar el hecho y no convertirlo en el centro de la vida. Hay que evitar caer en el tentador papel de desgraciada sufriente y de víctima. Hay que sobreponerse. Hay que preservarse, ponerse a salvo. Seguir. VIVIR.
El hecho histórico no va a cambiar porque realmente sucedió, pero una puede –y debe- minimizarlo y no convertirlo en el freno de la vida.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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