CÓMO TRATAR A QUIEN TE QUIERE MAL
(Haz gala de sangre fría, indiferencia y naturalidad).
Como dice Pedro Riba en su libro Remedios para el Alma (Ed. Zenit), “no triunfa quien gana una batalla sino quien logra vencer en la guerra, y la lucha contra los enemigos, ocultos o no, puede ser larga, por lo que es preciso paciencia y cordura”. Estas diez pautas te ayudarán a superar las tensiones y los problemas provocados por quienes pretenden poner piedras en tu camino.
1. Fomenta el desconcierto. Los enemigos se crecen cuando a uno le van mal las cosas. Por eso, ante esas personas debemos aplicar el dicho de “al mal tiempo, buena cara”. Sonríe y derrocha carisma y vitalidad.
2. Muéstrate indiferente. Tratar al adversario como si no existiera reforzará la convicción en tu fuerza interior y reducirá su energía.
3. Ignora el mal. Tus enemigos se sentirán fatal cuando vean que no les prestas atención. Es señal de que el mal que intentan hacernos no está produciendo los efectos deseados.
4. Renombra a quien te hace daño. En el momento en que cambiamos el nombre de nuestro enemigo cuando nos referimos a él, estamos quitándole parte de su fuerza vital y enérgica, lo que le da poder. Si lo mencionas recurre a pronombres como ese, aquel…, y no olvídate de su nombre de pila.
5. Demuéstrale tu superación. Deja claro, tanto a tus oponentes como a los demás, que tu vida va más allá de la presencia de determinadas personas. Demuestra que las murmuraciones no están hechas para ti.
6. Evita los deseos de venganza. Cuando pensamos en la venganza, malgastamos energía. Además, el destino se encarga de darle a cada uno lo que se merece.
7. Organízate ante el ataque. Programa tus enfrentamientos con serenidad y calma. El enemigo espera que respondamos de inmediato ante un ataque y, al no hacerlo, desestabilizamos su plan de lucha. Una buena táctica es tomar nota durante una discusión. ¡No falla nunca!
8. No grites. Siempre es mejor que sean los demás los que chillen; tu jamás, bajo ninguna circunstancia. Es la mejor manera de tener la situación (y los nervios) bajo control.
9. Olvídate de los reproches. Los reproches solo sirven para herir, pero nunca para llegar a un acuerdo. Además, al utilizarlos, demostramos que nuestros argumentos carecen de contundencia.
10. Desconfía de las habladurías. No te fíes de falsos poderes, porque el destino y el futuro no están escritos. Lo escribimos todos cada día, en cada momento, con nuestras acciones.
