ODIO A MIS PADRES, ¿QUÉ PUEDO HACER?
Por Sarai Atienza
¿No te sientes bien cuando estás con tus padres o madres? ¿Crees que no te comprenden o tú no les comprendes a ellos o ellas? ¿Sientes que odias a tus padres y no sabes qué hacer? La forma en que nos relacionamos con nuestros padres o personas que nos han criado es fundamental para nuestra salud psicológica, cuando esta es complicada o negativa nos puede llevar a crear un desequilibrio emocional, que afecta al resto de nuestro entorno y nuestros vínculos.
Si sientes que odias a tus padres y no sabes qué hacer, en este artículo de Psicología-Online te contamos cómo puedes manejar esta situación para adquirir mayor conocimiento sobre los vínculos primarios y favorecer a tu crecimiento emocional.
Por qué no soporto a mis padres
Sentir rechazo hacia nuestros padres/madres es un sentimiento más común de lo que pensamos. Sentir que nuestros padres no son como “deberían” ser o que no son como nos gustaría que fuesen, puede provocar sentimientos de odio, rechazo o rabia hacia ellos.
Este sentimiento es independiente a la edad en la que nos encontremos, es decir, cuando somos adolescentes o jóvenes es habitual sentir odio hacia tus padres, ya que en esta etapa de desarrollo estamos comenzando a formar nuestra identidad. Para ello rechazamos o cuestionamos la identidad anterior, la identidad infantil, que normalmente idealiza a los adultos que lo crían, creyendo que son como dioses, que lo saben todo y que nos aman incondicionalmente.
• Por ejemplo, un niño que recibe malos tratos por parte de alguno de los progenitores no cuestiona el porqué, se aferra a la idea de la culpabilidad y se responsabiliza de que lo merece por haber hecho algo “mal”. Esta creencia comienza a cambiar entorno a los diez años, cuando se desarrolla el pensamiento crítico.
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¿Qué es el pensamiento crítico?
Entendemos el pensamiento crítico como todo aquel que consiste en analizar una situación a través de la observación, la experiencia o el razonamiento, esto lleva a crear un criterio propio de conocimiento, independiente a las afirmaciones aceptadas socialmente.
Como decíamos, entorno a los diez años el niño comienza a deshacerse de la mentalidad infantil, pasando de la inocencia de pensamiento al razonamiento propio, iniciando así la construcción de una mentalidad que dará paso a la mente adulta.
En este momento es habitual la etapa de cuestionamiento, normalmente los niños comienzan hacer preguntas de todo tipo y sobre todo lo que les rodea, en busca de respuestas y entendimiento. Esta etapa, en ocasiones, se vuelve complicada para algunos adultos, puesto que les cuestiona a ellos mismos.
• Por ejemplo, una situación bastante común la encontramos cuando el padre o madre son fumadores habituales, pero educan a los hijos con la afirmación “fumar es malo” o la imposición “no puedes fumar”, cuando el hijo o hija preguntan porqué ellos fuman, la respuesta suele ser autoritaria o recriminadora, simplemente por el hecho de que el adulto se siente cuestionado y le es complicado entender el momento vital del niño. Este ejemplo, aunque muy básico, refleja la relación emocional que se puede dar entre padres e hijos, donde la autoridad se suele imponer creando un sentimiento de rebeldía, rechazo e incluso odio.
Cuando somos niños o adolescentes es complicado manejar este tipo de situaciones ya que no disponemos de las herramientas necesarias para crear un entendimiento del contexto, pero cuando crecemos y con nuestra mente adulta desarrollada, podemos trabajar estas emociones que se quedaron enquistadas y provocan que nos relacionemos a través del odio, la rabia o el rechazo.
¿Qué hacer si odio a mis padres?
Cuando tenemos sentimientos negativos hacia cualquier persona, en este caso hacia los progenitores, suele venir de una fantasía construida de nuestra mente infantil. Esto quiere decir que tenemos una idea inconsciente de cómo debería ser esa persona, cuando la realidad no se corresponde con esa creencia nos genera una disonancia o incongruencia cognitiva que genera sentimientos de rabia y/o odio hacia la persona que no cumple nuestras expectativas.
Pero como decíamos, este proceso mental lo genera la mente infantil, desde la mente adulta podemos tomar el control, por ejemplo haciéndote las siguientes preguntas:
¿Por qué odio a mi madre o a mi padre?
Concretar de dónde viene ese sentimiento te ayudará a comprender qué es lo que necesitas, es decir, cual es tu fantasía infantil sobre la persona a la que odias. Además de poder tomar distancia del “trauma” relacionado con este sentimiento.
Por ejemplo, si de pequeña mi madre me abandonó y de adulta vivo con el odio hacia mi madre, hay una parte de mí que sigue aferrada a la mentalidad infantil de “necesitar” a mi madre, esto hace que yo misma no me permita crecer y alcanzar la independencia. En este caso, el ejercicio me ayudaría a tomar otra perspectiva de esa necesidad. Al preguntarme ¿por qué odio a mi madre? La respuesta sería, porque me abandonó, intenta ir más allá haciéndote la siguiente pregunta.
¿Qué me hace sentir eso?
Siguiendo con el ejemplo: ¿qué te hace sentir el abandono? Las respuestas pueden ser muy variadas y aunque ahondar en lo que sentimos pueda ser complicado y a veces doloroso, es sano entendernos y poder experimentar diferentes perspectivas de nuestras emociones.
El abandono puede hacerte sentir solo, rechazado, inferior, sea lo que sea, esa es parte de la información que necesitas para poder comenzar a sanar tus heridas emocionales.
¿Qué hago con esa emoción?
Una vez comprendido que ese odio viene por un sentimiento de rechazo y por lo tanto la creencia intrínseca de no ser suficiente, tienes la clave para entender qué necesitas trabajar, en este caso el sentimiento de inferioridad. Esto te permite profundizar en ti y poder acudir a un profesional que te acompañe en la sanación de los vínculos primarios.
Ya que es bueno entender que nuestros padres son los primeros agente socializadores, esto significa que las herramientas, emociones y habilidades sociales básicas las hemos adquirido de ellos, por lo tanto cualquier emoción profunda que nos dañe la estamos reproduciendo constantemente en los nuevos vínculos que creamos con nuestro entorno si no ponemos consciencia.
Cómo lidiar con padres tóxicos
La palabra tóxica se ha convertido en una definición habitual en la psicología, pero la realidad es que este término como tal no es correcto. Las personas lidian constantemente con sus limitaciones emocionales ya que la educación emocional es algo bastante precario en el mundo actual. Por lo que es muy normal que te preguntes si es normal que no quieras a tus padres, si son tóxicos o qué puedes hacer si odias a tu familia.
Tener esto en cuenta permite separar la visión de lo que está “bien” y “mal” pudiendo tener una visión más sana de las personas, comprendiendo que cada uno hace lo que puede con las capacidades que tiene.
Constantemente estamos sometidos a la creencia social de que “la familia” es una unidad divina, fuente de amor, protección y crecimiento. Lo cierto es que esto es una creencia muy arcaica que ha distorsionado la realidad del ser humano. Cuando buscamos información sobre el origen de la familia nos damos cuenta que solo fue una creación social, la familia no existe de forma “natural”. En diversas civilizaciones, tanto pasadas como actuales, tribus y comunidades estudiadas en antropología no se encuentra la unidad familiar como una ley natural, puesto que cada comunidad tiene diferentes organizaciones sociales, todas igual de válidas y útiles.
Cuando comprendemos que la familia nuclear (padre, madre e hijos) no es una ley, sino una opción, nos es más sencillo actuar al respecto. En ocasiones, la relación con nuestros progenitores en la edad adulta no es sana para el desarrollo del individuo. Como adulto responsable de ti mismo es coherente hacerse la siguiente pregunta:
¿Si mi madre o padre fuesen personas ajenas a mi familia, qué relación mantendría con ellos?
Tómate un tiempo para pensarlo e integrarlo. Cuestiona tus creencias internas sobre la familia, busca teorías y amplía la visión que tienes sobre la construcción del mundo, esto te ayudará a tener herramientas y comenzar a construir una vida afín a quién eres y cómo sientes.
El acompañamiento profesional en este tipo de procesos es muy efectivo para poder sostener todas las tensiones emocionales que puedan aparecer.
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