LA PARTE DESAGRADABLE DEL AUTOCONOCIMIENTO.
En mi opinión, meterse de lleno en un proceso de Autoconocimiento es un acto de valentía que merece un reconocimiento y un agradecimiento para quien se atreve y lo comienza y sigue adelante aunque sea a trompicones, aunque sea día sí y día no, aunque uno tenga la tentación de abandonar mil veces.
La introspección, que es esa mirada interior que se dirige a los propios actos o estados de ánimo, que es la base del Autoconocimiento, requiere valentía. Sabemos que acumulamos errores, fracasos, frustraciones, secretos, arrepentimientos y otras cosas de la misma calaña. Y son cosas que, la verdad, apetece más mantener en el secreto o en el olvido que sacarlas y reconocer su innegable y desagradable verdad.
Quien comienza un Proceso de Desarrollo Personal ha de hacerlo ateniéndose a todas las consecuencias que aparezcan: las duras y las satisfactorias, y ha de hacerlo con Amor, con cariño, con cuidado, con respeto, con acogimiento. Va a aparecer en algunos momentos un ser desvalido, un ser envuelto en llantos, un ser destruido, un ser cargado de dolor y arrepentimientos que, sin duda, no es nuestra mejor versión pero sí la más Humana. A ese ser, que es uno mismo, conviene darle el mejor trato, el mayor respeto y un amor incondicional.
Es difícil aceptar y amar nuestra parte nada brillante porque es bastante desagradable o, por lo menos, incómoda. Reconocerse en esa parte requiere una gran valentía. Admitir que uno no ha sido excelente en todo es duro. Admitir cara a cara el daño que haya podido hacer a otros hace agachar la cabeza, quedarse triste, y hasta hacer que aparezca una lágrima que explique mejor que las palabras lo que se siente.
Es, como se dice vulgarmente, enfrentarse a los propios demonios. O, como dicen los más resabidos, enfrentarse a la Sombra. En cualquier caso, es afrontar una realidad que generalmente permanece oculta y precisamente está oculta porque no es agradable su existencia. Y cuando algo duela no hay que huir sino observarlo y observarse. El Proceso de Desarrollo Personal es para valientes, para personas que se comprometen consigo mismos a trabajarse para acercarse en lo posible a su excelencia personal.
Cuando se entra en este Proceso es necesario ser objetivo y valorar también, y con la misma vara de medir, las cosas buenas que uno tiene. Es evidente que las que necesitan ser reconocidas y mejoradas son las que no satisfacen, pero también hay que prestar atención a las satisfactorias porque, por una parte, nos ayudan a reafirmar la propia Autoestima y, por otra parte, se nos hace más sencillo potenciarlas aún más con lo cual mejorará nuestro propio Autoconcepto.
Conocerse bien permite ser más paciente y benevolente con los otros, porque uno se da cuenta de que todos tenemos algo que no va bien, que todos padecemos alguna debilidad, que los fallos son comunes a todos.
Cada uno tiene que ir creciendo en su vida. No hay que conformarse con lo que uno “se encuentra” ya de sí mismo, sino que se ha de emprender sin retorno el camino que acerca a la perfección. El Mejoramiento se convierte en algo imprescindible.
Siempre se ha dicho que de todos los conocimientos posibles el más sabio y más útil es conocerse a uno mismo. Además, que no tiene sentido pasarse toda la vida siendo un desconocido o un personaje creado con falsedades. “La mayor sabiduría que existe es conocerse uno mismo”, dijo Galileo Galieli. “Conocer a otros es inteligencia, conocerse a sí mismo es sabiduría. Manejar a otros es fuerza, manejarse a sí mismo es verdadero poder” está escrito en el Tao Te Ching.
A pesar de todo lo incómodo y desagradable que puede aparecer en este Proceso, es un Camino necesario. Uno se puede sobreponer a sus desencantos, pero no sobrevive a sus mentiras.
“Buscar y buscarse, conocer y conocerse”, esta es la propuesta de la vida que se ha de emprender partiendo de asumir nuestra imperfección, de asumir el pasado y sus inconvenientes, de aceptar nuestra mediocridad, lo que uno ha podido ser para llegar hasta el día de hoy donde se puede iniciar una vida consciente, dirigida conscientemente por uno mismo, con la dirección y objetivo que uno se proponga.
Hay que atravesar los desiertos –a pesar de la soledad-, bajar a los infiernos –que no son tan temibles como imaginamos-, redimirse y renacer, poco a poco, cada día, con las modificaciones que se van haciendo en la propia vida.
Te dejo con tus reflexiones…
