¿TE ESTÁS HACIENDO SABIO?
En mi opinión, una aclaración que hizo una persona durante una conversación me pareció lo suficientemente interesante como para prestarle atención y comprobar qué hay de cierto en ello.
Ante una muy buena respuesta, uno de los presentes en la conversación dijo para halagar: “muy bien respondido… sabes mucho… te estás haciendo viejo…”. “Te estás haciendo sabio”, rectificó otra persona.
Dijo Elías Canetti que “la vejez no nos vuelve más comprensivos sino más sentimentales”. No es la vejez sino la experiencia acumulada a lo largo de tantos de años de vida la que nos aporta un punto de vista muy distinto del que puedan tener los jóvenes. La impulsividad de ellos, y el ímpetu descontrolado, y la evidente arrogancia, se van calmando y dan paso a los conocimientos adquiridos por lo vivido –más que por lo estudiado- y a la objetividad que da el haber aprendido a mirar y además ver, y da paso al reflexionar objetivo y con control, y a actuar desde la comprensión de lo que es la impermanencia.
Sabio no es el que tiene muchos conocimientos, porque el hecho de saber muchas cosas no le convierten a uno en sabio. Dicen los orientales que “un burro cargado de libros no deja de ser un burro”.
Sabio es el que no se precipita en sus conclusiones, el que no confunde la apariencia con la realidad, quien tiene sensatez y claridad de juicio, quien no tiene afán de ser pretencioso, quien sabe cuándo es mejor callar que ostentar, el que sabe discernir, el que no se deja avasallar por la prisa ni por las circunstancias, el que conoce el valor de los actos y de los gestos.
Sabio es quien sabe adaptarse a las circunstancias de cada momento, quien se lleva bien con sus emociones y sabe controlarlas o usarlas del modo adecuado, el que es capaz de auto-reflexionar, el que acepta otros puntos de vista aunque no los comparta, el que respeta a los otros y sus actos y sus errores, y el que siente Paz Interior.
A veces es más sabio el que duda que el que afirma, el que muestra sin pudor su ignorancia, el que sabe sonreír en sus peores momentos, el que tiene la sensibilidad predispuesta y la utiliza cuando es necesario, el que sabe poner en su verdadero contexto cada cosa que le pasa y sus propios actos y los ajenos. Sabio es quien afronta lo impredecible y lo inesperado con serenidad, quien evita discutir con un tonto que además es imbécil, y quien vive su vida sin meterse en las de los demás.
Y una vez que has leído lo anterior, te pregunto… ¿eres una persona sabia?
Te dejo con tus reflexiones…
