Hola, Francisco.
Bueno, supongo que dependerá de quién sea el otro. Se me ocurre que quien tenga un maestro o guía espiritual -típico de otras tradiciones religiosas- muy probablemente cambiaría el sentido de la frase, atribuyendo más valor a la valoración del maestro que a la propia.
Sin irse al Tibet, podemos tener la suerte de disfrutar de compañeros de Viaje que anden más adelantados que nosotros, o dicho de otro modo, que hayan entendido y trascendido más que uno mismo la dualidad mental. Así que también habría que estar receptivo a estas marcas del Camino.
Por último, me queda la duda de hasta qué punto lo que yo pueda pensar de mí mismo no está tintado por la lente del ego. Luego si sólo me creyera a mí, cabe la posibilidad de que anduviera equivocado.
La apertura, la ausencia de rigidez, el estar abierto a cualquier cosa que nos digan o que pasa, no significa que no sepamos discernir y nos traguemos todo. La vida es un constante fluir, una constante relación, así que ese feedback que el entorno nos va ofreciendo conforme nos relacionamos con él, para mí, al menos, es muy válido, no ya por que te devuelva información sobre uno mismo, sino porque te pasa información de sí mismo, lo que permite un conocimiento y un vivir actual, vigente y en el ahora.
Saludos.