ACEPTAR LOS "DEFECTOS"
Según decía Antonio Blay, los defectos no existen, y lo que llamamos defecto es, simplemente, la menor presencia de una cualidad.
En su opinión, en el Ser Humano todo son cualidades, pero la parte de esa cualidad que aún no se ha desarrollado, el potencial pendiente, lo que nos falta para llegar al ciento por ciento de esa cualidad, eso es lo que denominamos comúnmente como defecto.
Es muy interesante comprenderlo de este modo, y aceptar esa ausencia en el desarrollo de la cualidad en primer lugar, para completarla después hasta lograr que desaparezca ese vacío, esa completitud pendiente.
Los “defectos” personales no tienen que ver con los defectos físicos. Algunos de estos últimos se pueden tratar de corregir con cirugía. Los “defectos” personales, en cambio, requieren exclusivamente de nuestra intervención porque se basan, prácticamente todos, en ideas que tenemos de cuando hacemos comparaciones, y no en datos objetivos.
Por ejemplo, uno considera que es bajo cuando se compara con otro que sea más alto. Si todas las personas fuéramos de la misma altura, desaparecería la posibilidad de comparación y por tanto la denominación de ser bajo.
Una persona puede considerar que es muy esto… o poco aquello… (y que cada uno rellene los puntos suspensivos con lo que quiera), y a partir de ahí, y si lo reflexiona con seriedad y sinceridad, comprobará que se trata de que hay un opuesto-complementario que no ha desarrollado en toda su capacidad.
Por ejemplo, pueden decir de uno que es soberbio, lo cual se considera “defecto”. Pero llamamos soberbia a la cantidad de humildad que aún no ha desarrollado. Al vacío de la plena humildad es a lo que llamamos soberbia.
Si una persona desarrolla la virtud de la humildad hasta su máxima potencialidad comprobará que no queda ni un solo hueco para la soberbia, con lo que ésta desaparece.
Si uno es demasiado rígido es porque no ha desplegado toda su flexibilidad; si es avaro es porque no manifiesta toda su generosidad; si es presuntuoso es porque no ha llegado a ser modesto del todo… y así sucesivamente.
La parte positiva, es que los “defectos” se pueden eliminar. Se puede conseguir que desaparezcan con su carga martirizante.
Todos y cada uno de ellos se pueden ir descubriendo –sobre todo, escuchando a los demás, por si acaso tienen razón, y observándose después con atención y sinceridad-, comprendiéndolos –se puede ir encontrando el origen y la razón de cada uno de ellos-, y deshaciéndolos a medida que vamos ampliando su opuesto-complementario hasta su total sustitución.
A pesar de lo escrito anteriormente, considero que hay que dejar también una parte de eso a lo que llamamos –a veces equivocadamente- “defectos”, para usarlos con sabiduría, en el momento adecuado, del modo correcto y en la cantidad justa –que es un poco complicado-.
A veces, conviene tener un poco de “orgullo” porque puede ser útil para defender la propia dignidad en alguna ocasión.
A veces, puede estar bien ser un poco “avaro” porque el desprendimiento total, la generosidad absoluta –hasta perderlo todo o quedarse en nada-, puede ser contraproducente.
A veces, conviene ser un poco rígido e inflexible porque si no lo hacemos así los demás pueden hacer de nosotros lo que quieran, y nuestros principios primordiales podrían ser atacados sin respeto.
Vale para esto el viejo ejemplo del cuchillo, que puede servir para matar a una persona pero también es útil para cortar el pan. Y, dependiendo del uso que se le dé, puede ser nocivo o bueno.
En muchas ocasiones no son malas las cosas, sino lo que se hace con esas cosas. Y no son malas algunas palabras, sino la intención que se pone en ellas.
Descubrirse un defecto es un hecho positivo, porque sólo a partir de su descubrimiento se puede iniciar un proceso de solución.
Y no hay nada que se pueda modificar si previamente no se acepta su existencia.
Aceptar, por tanto, es lo primero.
Comprender el origen, la razón o el motivo, sería muy interesante porque nos daría pistas de cómo funcionamos y por qué.
Y proponerse un proyecto que incluya el enriquecimiento de la parte de la capacidad o cualidad no desarrollada sería imprescindible, porque sólo de ese modo, que no implica lucha, se puede ir echando de su reinado -poco a poco- al “defecto”, y nos encontraremos con unas virtudes plenamente desarrolladas con lo que ello significa para el asentamiento de la Autoestima, el progreso de nuestro Crecimiento Personal, y la mejorabilidad en nuestra vida y en la vida.
Te dejo con tus reflexiones…