A VECES NOS TOCA SER COLABORADORES NECESARIOS.
En mi opinión, mi entrada en un grupo de whatsapp llamado “Conflictos por los hijos” me ha hecho retomar -para actualizarla- una reflexión que ya abordé hace tiempo relacionada con lo que indica el título: que a veces, en diferentes ámbitos de la vida, nos toca hacer un papel del que no somos conscientes pero nuestra colaboración es importante o necesaria para otra persona.
A veces me he descubierto haciendo o diciendo algo contrario a mi filosofía o a mis principios, y hasta me he quedado sorprendido y preocupado por ello, pero después he podido comprobar que con eso se consiguió que la otra persona reaccionara, o reflexionara, o hiciera algo que aparentemente no estaba previsto pero que resultó ser necesario. En mi caso, afirmo con rotundidad haber vivido eso en muchas muchas muchas ocasiones.
Visto desde la Teoría de las Reencarnaciones, parece ser que estas colaboraciones están programadas y que es uno mismo quien se ofrece, cuando junto con otra alma está preparando su siguiente encarnación, para hacer una aportación -ya siendo persona física- que le facilite las cosas o simplemente se las recuerde a esa alma con la que ahora nos encontramos encarnados como personas. De ese modo nos convertimos en colaboradores necesarios para la otra persona.
En el caso de los padres que no tienen una buena relación con sus hijos lo veo aún con más claridad. Sé, con una firmeza que no puedo justificar, que los padres que están en esa situación son excelentes almas, impecables, generosas, todo Amor, que se ofrecen voluntarias para que quienes van a ser sus hijos puedan llevar a cabo su experiencia personal necesaria para su evolución.
Han de ser MUY GENEROSAS cuando saben –siendo almas- lo que van a sufrir en la vida de este mundo, cuánto dolor e incomprensión van a acumular, qué tristeza y qué sensación de fracaso, y cuántas noches en vela y cuánta desesperación tendrán que atravesar sin comprender, sin recordar su ofrecimiento voluntario, solo sufriendo, solo llorando.
La misión principal de los padres, en este caso, es engendrarlos para que tengan un cuerpo en el que alojarse. La otra misión es educarlos del mejor modo posible para ayudarles a ser ellos mismos, no obligarles a que copien nuestro modelo ni a que sean tal como nosotros queramos o creamos conveniente. Hay que ayudarles fomentando que sean ellos mismos. Las aves empujan a los polluelos fuera del nido cuando ya saben volar. Los Humanos nos empeñamos en mantenerlos bajo nuestras alas el mayor tiempo posible. Y si podemos, porque ellos se dejen, además les marcaremos un camino que es más nuestro que suyo.
Kalil Gibran escribió esto con gran sabiduría:
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
No vienen de ti,
sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellos
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerles semejantes a ti,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.
El verdadero amor de los padres se refleja también en dejarles volar en busca de las experiencias necesarias para su aprendizaje y evolución y en dejarles libres -desde el corazón- para que sean ellos mismos y luego esperar pacientemente el día que comprendan y regresen. No es fácil. Es duro. Muy duro. Pero hay que hacerlo con la conciencia tranquila si uno obró bien mientras estuvieron. Y después, descansar hasta que llegue el momento del regreso.
Los padres engendraron, las madres parieron, la vida se instaló en ellos y ahora les toca vivir. Y a estos generosos padres les toca descansar en la espera.
Te dejo con tus reflexiones…
