LA LLAVE DE ORO
Existen muchas formas de resolver un problema utilizando el poder del Espíritu.
Mi favorita es la que el maestro Emmet Fox llamaba "La llave de oro".
Cuando una situación problemática aparece en tu vida, retira tu atención del problema y piensa en Dios.
Dicho así resulta un poco difícil de entender, así que te lo explicaré de otra forma para que comprendas mejor este método que ofrece muy buenos resultados.
En primer lugar, la palabra Dios es un nombre -una etiqueta- que culturalmente hemos adoptado para designar una energía -una inteligencia- que subyace en toda la creación.
Utilizamos esta palabra para resumir de forma breve algo que no se puede definir realmente con palabras.
Lo que pasa con las etiquetas, es que se terminan llenando de connotaciones, tanto positivas como negativas.
Por eso, vamos a sustituir la palabra Dios por Espíritu, Energía, Luz o cualquier otra que a ti te inspire el más alto ideal alcanzable.
Pensar en Dios, (Espíritu, Luz, etc.) significa ir más allá de lo que percibimos con nuestros sentidos físicos, es decir, trascender el mundo material y entrar en un estado de conciencia en el que todo lo que observamos se encuentra conectado y todo funciona en la mayor armonía posible.
Se trata de reconocer que lo que vemos no es lo único que existe, que existe un mundo invisible a nuestros sentidos que tiene sus propias reglas, y que este mundo invisible es el que da sustento al plano material en el que vivimos día a día.
Te pondré un ejemplo de cómo utilizar este método: recuerdo que hace unos años se me presentó un "problema". Lo pongo entre comillas, porque un problema es el nombre que nosotros le damos en nuestra mente, en realidad se trata de una oportunidad para introducir un cambio a mejor en nuestras vidas.
Los detalles de la situación no son importantes, así que pasaré a describir simplemente la mecánica de cómo procedí. Seguro que más de uno se sentirá identificado con estos pasos.
Lo primero que hice fue llevarme las manos a la cabeza, preocuparme, angustiarme, pensar en la manera en que iba a resolver este "problema" que se me presentaba.
Entonces, me dije: "Es hora de poner en práctica lo que ando predicando." (Hay que mantener la calma, todo pasa para mejor, bendice a tus enemigos, etc...)
Luego procedí de la siguiente forma. Afirmé "No existen los problemas en el reino del Espíritu -el mundo de la Luz, el mundo invisible, etc.-, allí todo es perfecto y completo." ¿Te das cuenta? Reconocí en mi mente que existe una realidad mucho más amplia de la que puedo percibir. El "problema" está en mi mente porque no dispongo de toda la perspectiva, tan sólo puedo ver una pequeña parte de todo lo que está pasando en realidad.
Entonces comencé a bendecir a todas las personas que formaban parte de la situación. "Estas personas están aquí para mi mayor bien. Quizá les haya tocado realizar el "trabajo sucio", pero no están aquí para dañarme sino para impulsar mi vida hacia algo mejor. Son las herramientas que el Espíritu (la energía invisible) está utilizando para terminar con una situación obsoleta y crear el espacio para algo nuevo y mejor."
Así día tras día, cada vez que me sorprendía a mi mismo divagando en el "problema", me paraba por un momento y repetía estas afirmaciones. Recuperaba la perspectiva, la visión panorámica del asunto. Ampliaba mi visión hacia el mundo invisible (eso es tener fe, confiar en lo que no vemos). Cuando me sorprendía pensando en la manera en la que se solucionarían las cosas, volvía a repetirme estas afirmaciones. "El Espíritu se ocupa de todo..." Así cada vez que pensaba en el "problema", me paraba y retiraba mi atención del mismo, desviándola hacia el mundo invisible. No interferir con nuestra mente, esa es la clave.
Por supuesto, la situación se resolvió por si sola, de una forma "milagrosa". Se abrieron nuevos caminos, aparecieron las soluciones, llegaron las personas necesarias para brindarme su ayuda. Todo se solucionó de una forma perfecta. No podía haber sido de otra forma, ante el poder del mundo invisible no hay fuerza que se resista.
Los problemas y situaciones difíciles que atravesamos se han creado dentro de nuestras conciencias, y es ahí donde debemos solucionarlas. Cualquier intento de influir en los acontecimientos sin antes haber realizado un trabajo interior es en vano. Retira tu atención de lo que te muestran tus sentidos y lleva tu conciencia más allá de las apariencias, hacia el mundo invisible.
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