¿POR QUÉ NO PUEDO LLORAR?
A muchas personas se les dificulta llorar y, detrás de este hecho, se pueden esconder diversas causas. A continuación, mostramos las más comunes.
¿Por qué no puedo llorar? Esta es una expresión más habitual de lo que pensamos. Son muchas las personas que tras sufrir, por ejemplo, una pérdida personal son incapaces de llorar, de desahogar su dolor a través de lágrimas. El lloro, el llanto, forma parte del duelo y es parte imprescindible para superar desgracias y traumas. Un alivio fisiológico con el cual liberar tensiones y estrés.
A menudo, solemos asumir la idea de que quien no llora, presenta en realidad una personalidad fría y carente de emociones. Una suerte de alexitimia donde uno no solo evidencia una clara imposibilidad a la hora de entender las propias emociones, sino que además, es incapaz de expresarlas verbalmente. Sin embargo, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Porque las lágrimas son mucho más que simple agua salada. Las lágrimas purgan conflictos y hasta liberan compuestos químicos tóxicos.
Debemos por tanto entender un primer aspecto. La incapacidad de llorar no es sinónimo de frialdad, en realidad responde a un bloqueo, una dimensión psicológica que puede esconder tras de sí un complejo trasfondo emocional e incluso una depresión encubierta. Veamos esas causas con más detenimiento.
NO PUEDO LLORAR ¿A QUÉ SE DEBE?
Cuando hay una sospecha de un posible trastorno psicológico, lo que siempre debe hacerse en primer lugar es descartar problemas fisiológicos. A menudo, tras una falta de energía, baja motivación, desánimo e insomnio puede habitar por ejemplo, un problema en la tiroides. Por tanto, antes de asumir que la razón por la que uno no puede llorar se debe a algún tipo de depresión, lo preferible es acudir a nuestro médico.
Sabemos que la necesidad de llorar es parte del desahogo emocional, además de un modo de catalizar el el estrés y las tensiones. Ahora bien… ¿qué ocurre si experimentamos el deseo y la necesidad del llanto pero este no se manifiesta?
“No hay mayor causa para llorar que no poder llorar”.
-Séneca-
Enfermedades autoinmunes
Bien, es interesante saber que hay personas que son incapaces de conseguirlo debido a una enfermedad. No es que repriman sus sentimientos, en absoluto, se trata de un problema de origen fisiológico. Estaríamos ante una enfermedad autoinmunitaria en la cual existe una sequedad en el lacrimal, ahí donde es casi imposible filtrar lágrimas. Una realidad que se conoce como síndrome de Sjögren.
Es una enfermedad que suele dar los primeros síntomas alrededor de los 35 o 40 años. Asimismo, es común que aparezca con otras dolencias de origen autoinmune como el lupus o artritis reumatoide.
Lágrimas como parte de un proceso
Hemos de tener claro que no todas las personas somos iguales ni gestionamos los problemas del mismo modo. Cada uno tiene unos tiempos de reacción y procesa su realidad de un modo determinado. Con ello queremos decir algo muy simple. Habrá quien desahogue sus emociones de forma sencilla, rápida y espontánea y habrá quien necesite un periodo determinado.
Que esto sea así no supone ningún problema. No hay nada patológico en quien inicia más tarde el periodo del duelo, en quien por su personalidad o educación es más reacio al liberar sus lágrimas. Tarde o temprano ocurrirá, a menudo se necesita de un disparador, de un estímulo que facilite esa reacción. Puede ser una fotografía, una canción, un paisaje, una situación concreta…
Si sentimos ansiedad o incertidumbre y aún no hemos racionalizado la situación es posible que las lágrimas no lleguen. Pero esto dependerá de la personalidad de cada persona. Personalidades más sensibles suelen recurrir al lloro como adecuado mecanismo de alivio. Perfiles con más necesidad de autocontrol, o de simple necesidad de racionalizar cada aspecto de su vida, tardarán más en experimentar las lágrimas.
Lo decíamos al inicio. Las lágrimas no son solo agua salada. En ellas hay diversos químicos y diversas hormonas, las cuales serán liberadas a su tiempo y en su momento. Mientras ese desahogo aparezca, todo irá bien.
No siento nada: la depresión melancólica
Hay pacientes que llegan a la consulta psicológica con una realidad muy concreta. No solo se preguntan aquello de “por qué no puedo llorar”. Además, declaran con total rotundidad “que no sienten nada”.
Son incapaces de experimentar alegría o tristeza, nada atrae su interés y la vida, es poco más que un tejido sin color, forma y textura. Están suspendidos en el limbo de la nada, de la más absoluta neutralidad emocional.
¿A qué se debe este estado? En gran parte de los casos se trata de una depresión profunda. Es un estado de elevada gravedad que requiere de atención psicológica y de un tratamiento farmacológico. Nuestro cerebro presenta un déficit en neurotransmisores como la dopamina o la serotonina.
Asimismo, hay un hecho importante que no podemos dejar de lado. A veces cuando decimos eso de “no puedo llorar”, no significa que hayamos llegado a un punto donde no sentimos nada. En realidad es todo lo contrario: hemos sentido y sentimos demasiado. Ahora, ese exceso se traduce en un bloqueo absoluto, en una desconexión donde el mundo y nosotros mismos quedamos ralentizados.
Falta de conciencia emocional
En otros casos, la ausencia del llanto puede deberse a que la persona no es plenamente consciente de sus propias emociones; por lo que desconoce qué es lo que le ocurre y siente. Esto puede deberse a un déficit en la capacidad introspectiva, a la falta de autoconocimiento, a la inmadurez psicológica o a la existencia de un dolor intenso que la mente prefiere evitar de forma inconsciente.
Gran parte de estos déficits son producto de una ineficiente educación emocional desde la infancia; donde los padres no enseñan a identificar y gestionar adecuadamente las emociones. Por ende, las personas crecen con una ignorancia básica sobre de sus propios estados emocionales.
Afortunadamente, la conciencia emocional se puede desarrollar mediante la introspección y el auto conocimiento.
Experiencias traumáticas
Por su parte, la incapacidad para llorar también puede ser producto de experiencias traumáticas. En este caso, los acontecimientos provocan estados emocionales tan intensos que la mente, en un intento de protegerse a sí misma, disocia la parte emocional. Bloqueando así las emociones, como si no existieran en nosotros.
Por tanto, son comunes los fenómenos de despersonalización y desrealización; en donde la persona siente que se observa a sí misma desde afuera de su cuerpo, o siente que las cosas que le rodean no son reales, respectivamente.
Otros trastornos psicológicos
Además de la depresión, existen otras afecciones mentales severas que pueden impedir la aparición del llanto. Una de ellas es la esquizofrenia, la cual puede cursar con un aplanamiento afectivo, es decir, con episodios en donde la persona es incapaz de sentir y permanece como desconectada.
Esto también es bastante común en trastornos de ansiedad severos.
NO PUEDO LLORAR: LAS LÁGRIMAS Y SU CONNOTACIÓN SOCIAL
Además de los factores anteriormente señalados, existe una última connotación que es imposible descuidar: la presión social y la idea de que las lágrimas y su desahogo son sinónimo de fragilidad personal.
Debemos entender que no por mostrarlas somos más débiles o más vulnerables. En ocasiones son tan necesarias como respirar y forman parte indispensable, por ejemplo, de cualquier duelo. Debemos experimentarlas para sentirnos mejor.
Sin embargo, en ocasiones nuestra educación, nuestro contexto personal y social puede inculcarnos que es mejor asumir y callar en silencio. No mostrar debilidad, aparentar fortaleza. Un error que a largo plazo puede traernos graves problemas de salud. Heridas no asumidas que pueden transformarse en lesiones internas.
No vale la pena. Las lágrimas y la necesidad de llorar forman parte de nuestra personalidad, hay quien mostrará cierta facilidad para dejarlas ir, y otros, simplemente, les cueste más.
Forman parte de un ciclo donde es esencial el autorreconocimiento, el saber identificar las emociones que tenemos en nuestro interior, el sabernos escuchar. Puede que no lleguen cuando más lo necesitemos y nos hagan sentir extraños. Con todo lo que me está pasando…¿cómo es posible que no pueda llorar?
CONSEJOS PARA SUPERAR EL BLOQUEO EMOCIONAL
Ahora bien, si eres una de esas personas que no ha podido liberar sus lagrimas por un bloqueo emocional. Acá abajo te dejamos algunas claves que pueden ayudarte:
1. Siente conscientemente el bloqueo
La primera recomendación es intentar conectar con nuestro cuerpo y sentir el bloqueo emocional de forma consciente. Para ello, busca un lugar tranquilo, ponte cómodo, cierra los ojos y empieza a ser consciente de las tensiones en tu cuerpo. La meditación es una buena herramienta para lograr este objetivo.
2. Habla en voz alta
Puede sonar sencillo, pero hablar libremente de aquello que nos preocupa, inquieta, entristece, etc. puede ser todo un reto. Especialmente para aquellas personas reservadas. No obstante, con la práctica vamos perfeccionando esta habilidad.
Hablar de lo que nos aqueja es una forma de traer a la consciencia aquellas emociones bloqueadas. Muchas veces no sabemos hasta qué punto nos está afectando una situación hasta que nos atrevemos a expresarlo en voz alta.
Esta actividad la puedes realizar frente al espejo, con alguien de confianza o con un psicoterapeuta. Independientemente de la situación que escojas, tiene que ser alguien que propicie una escucha activa; incluso si lo haces contigo mismo.
3. Ve películas que te hagan llorar
Otra forma de superar el bloqueo emocional es viendo películas que te hagan llorar. Ten en cuenta que no todo el mundo llora con las mimas películas, así que intenta buscar una que se asemeje a tu situación y puedas conectar con los personajes de una forma más sencilla.
Por ejemplo, si estás lidiando con el fallecimiento de un familiar cercano, no busques un película de desamor; o viceversa.
Para finalizar, te de aconsejamos no preocuparte, llegarán cuando deban. En el momento más inesperado, cuando te relajes, cuando seas más consciente y aceptes la situación. Solo entonces, las lágrimas te ofrecerán verdadero alivio.
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