CÓMO SUFREN LOS HIJOS LAS PELEAS DE LOS PADRES.
Los hijos son las personas más vulnerables del entorno familiar y es por ello que los conflictos y peleas de los padres pueden suponerles problemas de estrés. Enfrentamientos que afecten a su comportamiento y a su desarrollo cerebral y cognitivo, según muestran los estudios realizados al respecto.
Las discusiones entre las parejas son algo habitual, ya que siempre se presentan desacuerdos y diferencias de opinión que son generadores de disputas. El problema reside en cómo se abordan estos enfrentamientos, si se hace desde el respeto o se tiende a resolver con peleas de manera que una discusión se convierta en una batalla campal.
Las discusiones más conflictivas, sobre todo cuando son frecuentes, dejan una huella desfavorable en los niños que las presencian. Sin embargo, las discusiones que se hacen desde el respeto resultan ser positivas para los niños, ya que se convierten en un modelo de cómo gestionar un desacuerdo.
Los niños son seres indefensos que ante las peleas o las fuertes discusiones se sienten culpables y lastimados.
EL PELIGRO DE LAS DISCUSIONES DELANTE DE LOS HIJOS
Los padres que tienen problemas por resolver han de saber que sus hijos perciben esta tensión entre ambos. Es necesario procurar resolver las diferencias en un lugar apropiado, a ser posible nunca delante de los hijos, ya que estos se sienten culpables y frustrados ante la imposibilidad de hacer algo.
Para evitar estas situaciones frente a los hijos es necesario calmarse y no “actuar en caliente” ante las ofensas que sintamos como tal. Lo adecuado es plantear los debates con más tensión lejos de la mirada curiosa de los niños, sobre todo cuando el desacuerdo es anticipable o previsible.
En la Universidad de Cambridge se han realizado investigaciones que han intentado delimitar la influencia de los conflictos familiares en los niños. El objetivo de los estudios era delimitar cómo afectan a su desarrollo cerebral, especialmente en los periodos más sensibles del desarrollo, y definir cómo el estrés puede desencadenar un patrón de conductas conflictivas.
Los niños que presentan habitualmente fuertes disputas entre sus padres tienen más dificultades para enfrentarse y responder ante las situaciones difíciles.
EL ESTRÉS QUE GENERAN LAS PELEAS DE LOS PADRES
El estrés que suponen las peleas de los padres pone en riesgo la salud de sus hijos. Existen trabajos científicos que alertan de los daños que supone para los hijos ser testigos de peleas recurrentes en su entorno familiar.
Un estrés continuo en un niño puede desencadenar problemas en su desarrollo y rendimiento cognitivo. Lo que les supondría una disminución en capacidades como la atención, la concentración y la resolución de conflictos. En los hogares conflictivos, los niños tienen un mayor riesgo de desarrollar este tipo de problemas.
Como padres esto es algo que hay que tener en cuenta. Nuestras discusiones pueden afectarles gravemente y pueden de alguna manera condicionar su salud física y mental en la edad adulta. Este riesgo es aún más “tonto” sabiendo que las medidas que puede protegerles son sencillas y están basadas en nuestro autocontrol.
Los niños recuerdan estos hechos como historias desagradables en sus vidas, y esto les perjudica a su vez en la regulación de sus propias emociones.
PROTEGIENDO A LOS HIJOS DE NUESTROS CONFLICTOS
Cuando el conflicto se convierte en una lucha, hablamos también de una agresión para quien la presencia.
Lo beneficioso y saludable en este caso es poder dar ejemplo a los hijos a través de las diferencias y conflictos que se presenten en la relación. Los niños pueden beneficiarse al tener un modelo para resolver los conflictos de una forma adecuada.
Valores como el respeto, la comprensión, la escucha y la asertividad siempre tienen la oportunidad de entrar en juego en una discusión.
Así, los conflictos y las discusiones, inevitables en cualquier relación, pueden convertirse en una oportunidad para dar ejemplo a los hijos de cómo han de solucionarse los conflictos y de cómo se puede alcanzar soluciones a través del compromiso y el respeto.
De este modo, cuando la disputa se sale de tono es conveniente pedir disculpas a los hijos y comprometerse a no volver a repetirlo, ya que como hemos dicho antes esto supone una agresión para ellos.
Los conflictos, las peleas de los padres, lo tanto no siempre son algo que haya que evitar. Lo importante en este caso es el modo en cómo se discute. Podemos transformar esta situación en una oportunidad para que nuestros hijos aprendan a gestionar los conflictos y puedan intercambiar opiniones sin llegar a la agresión y los insultos.
APRENDIZAJE POR IMITACIÓN
Uno de los primeros aprendizajes que tiene lugar en los niños es el aprendizaje por imitación. Para ellos, los padres son sus referentes, así pues, imitarán todo lo que hagan. Si observa que sus progenitores solucionan los problemas a gritos, el niño procesará esa información y en un futuro podrá utilizarla. ¿De qué modo? Solucionando los problemas a gritos porque así lo ha visto en sus padres.
Si los niños aprenden a solucionar los desencuentros a través de peleas, no sólo les traerá sufrimiento siendo niños, sino también de mayores. No tendrán herramientas para enfrentar situaciones que les supongan un problema y podrían optar por la vía de la discusión. De este modo no sólo harán sufrir a los demás sino que ellos también se verán afectados.
Como afirma el equipo de Nohemi Romo (2008), “la distorsión en el ambiente común cambia también de manera significativa la personalidad que se forma en el niño”. La distorsión de la que hablan se trata de la violencia entre padres y la influencia en la personalidad del niño. El estudio de estos autores refleja que ser testigos de peleas entre padres influye en la forma de ser de cara al futuro. Y una de estas causas es por el aprendizaje por imitación.
https://lamenteesmaravillosa.com/sufren-los-hijos-las-peleas-los-padres/Los hijos son las personas más vulnerables del entorno familiar y es por ello que los conflictos y peleas de los padres pueden suponerles problemas de estrés. Enfrentamientos que afecten a su comportamiento y a su desarrollo cerebral y cognitivo, según muestran los estudios realizados al respecto.
Las discusiones entre las parejas son algo habitual, ya que siempre se presentan desacuerdos y diferencias de opinión que son generadores de disputas. El problema reside en cómo se abordan estos enfrentamientos, si se hace desde el respeto o se tiende a resolver con peleas de manera que una discusión se convierta en una batalla campal.
Las discusiones más conflictivas, sobre todo cuando son frecuentes, dejan una huella desfavorable en los niños que las presencian. Sin embargo, las discusiones que se hacen desde el respeto resultan ser positivas para los niños, ya que se convierten en un modelo de cómo gestionar un desacuerdo.
Los niños son seres indefensos que ante las peleas o las fuertes discusiones se sienten culpables y lastimados.
EL PELIGRO DE LAS DISCUSIONES DELANTE DE LOS HIJOS
Los padres que tienen problemas por resolver han de saber que sus hijos perciben esta tensión entre ambos. Es necesario procurar resolver las diferencias en un lugar apropiado, a ser posible nunca delante de los hijos, ya que estos se sienten culpables y frustrados ante la imposibilidad de hacer algo.
Para evitar estas situaciones frente a los hijos es necesario calmarse y no “actuar en caliente” ante las ofensas que sintamos como tal. Lo adecuado es plantear los debates con más tensión lejos de la mirada curiosa de los niños, sobre todo cuando el desacuerdo es anticipable o previsible.
En la Universidad de Cambridge se han realizado investigaciones que han intentado delimitar la influencia de los conflictos familiares en los niños. El objetivo de los estudios era delimitar cómo afectan a su desarrollo cerebral, especialmente en los periodos más sensibles del desarrollo, y definir cómo el estrés puede desencadenar un patrón de conductas conflictivas.
Los niños que presentan habitualmente fuertes disputas entre sus padres tienen más dificultades para enfrentarse y responder ante las situaciones difíciles.
EL ESTRÉS QUE GENERAN LAS PELEAS DE LOS PADRES
El estrés que suponen las peleas de los padres pone en riesgo la salud de sus hijos. Existen trabajos científicos que alertan de los daños que supone para los hijos ser testigos de peleas recurrentes en su entorno familiar.
Un estrés continuo en un niño puede desencadenar problemas en su desarrollo y rendimiento cognitivo. Lo que les supondría una disminución en capacidades como la atención, la concentración y la resolución de conflictos. En los hogares conflictivos, los niños tienen un mayor riesgo de desarrollar este tipo de problemas.
Como padres esto es algo que hay que tener en cuenta. Nuestras discusiones pueden afectarles gravemente y pueden de alguna manera condicionar su salud física y mental en la edad adulta. Este riesgo es aún más “tonto” sabiendo que las medidas que puede protegerles son sencillas y están basadas en nuestro autocontrol.
Los niños recuerdan estos hechos como historias desagradables en sus vidas, y esto les perjudica a su vez en la regulación de sus propias emociones.
PROTEGIENDO A LOS HIJOS DE NUESTROS CONFLICTOS
Cuando el conflicto se convierte en una lucha, hablamos también de una agresión para quien la presencia.
Lo beneficioso y saludable en este caso es poder dar ejemplo a los hijos a través de las diferencias y conflictos que se presenten en la relación. Los niños pueden beneficiarse al tener un modelo para resolver los conflictos de una forma adecuada.
Valores como el respeto, la comprensión, la escucha y la asertividad siempre tienen la oportunidad de entrar en juego en una discusión.
Así, los conflictos y las discusiones, inevitables en cualquier relación, pueden convertirse en una oportunidad para dar ejemplo a los hijos de cómo han de solucionarse los conflictos y de cómo se puede alcanzar soluciones a través del compromiso y el respeto.
De este modo, cuando la disputa se sale de tono es conveniente pedir disculpas a los hijos y comprometerse a no volver a repetirlo, ya que como hemos dicho antes esto supone una agresión para ellos.
Los conflictos, las peleas de los padres, lo tanto no siempre son algo que haya que evitar. Lo importante en este caso es el modo en cómo se discute. Podemos transformar esta situación en una oportunidad para que nuestros hijos aprendan a gestionar los conflictos y puedan intercambiar opiniones sin llegar a la agresión y los insultos.
APRENDIZAJE POR IMITACIÓN
Uno de los primeros aprendizajes que tiene lugar en los niños es el aprendizaje por imitación. Para ellos, los padres son sus referentes, así pues, imitarán todo lo que hagan. Si observa que sus progenitores solucionan los problemas a gritos, el niño procesará esa información y en un futuro podrá utilizarla. ¿De qué modo? Solucionando los problemas a gritos porque así lo ha visto en sus padres.
Si los niños aprenden a solucionar los desencuentros a través de peleas, no sólo les traerá sufrimiento siendo niños, sino también de mayores. No tendrán herramientas para enfrentar situaciones que les supongan un problema y podrían optar por la vía de la discusión. De este modo no sólo harán sufrir a los demás sino que ellos también se verán afectados.
Como afirma el equipo de Nohemi Romo (2008), “la distorsión en el ambiente común cambia también de manera significativa la personalidad que se forma en el niño”. La distorsión de la que hablan se trata de la violencia entre padres y la influencia en la personalidad del niño. El estudio de estos autores refleja que ser testigos de peleas entre padres influye en la forma de ser de cara al futuro. Y una de estas causas es por el aprendizaje por imitación.
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